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II Domingo de Pascua: Domingo de la Divina Misericordia

Sun, 11 Apr 2010 07:36:00
 

CAMINEO.INFO.- Hoy es un buen día para recordar el sentido del domingo cristiano. El domingo es el día de la resurrección del Señor. Y fueron en domingo todas las apariciones del resucitado. Por eso los cristianos nos reunimos el domingo para, a través de la eucaristía, hacer presente a Jesús Resucitado.

Cuando contemplamos escenas como la de hoy, a veces, pensamos: “como me gustaría haber estado presente”. Y la realidad es que gracias a la eucaristía nosotros participamos del acontecimiento que hoy contemplamos. Lo que hoy hemos leído que vivieron los discípulos, nosotros lo re-vivimos hoy, lo hacemos presente hoy a través de su palabra y de la presencia del resucitado entre nosotros.

Esto da una nuevo sentido a la celebración, porque significa que hoy también nosotros recibimos su paz: “La paz esté con vosotros” (“Pau a vosaltres”). Hoy también nosotros recibimos su espíritu: “Soplo sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Llavors alenà damunt d’ells i els digue: “rebeu l’Esperit Sant”). Hoy también a nosotros somos enviados a la misión: “Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros” (Com el Pare m’ha enviat a mi, també jo us envio a vosaltres”).
Cuando contemplamos así la Palabra, cuando la vivimos como una palabra actual que Jesús me dirige a mi, todo cambia. Y la Palabra de Dios cobra vida. Pero vivir la palabra de este modo no es algo automático. Para vivir la palabra de este modo debemos predisponemos adecuadamente: meditarla antes de venir a misa y participar interior y exteriormente de cada momento de la eucaristía.

Por eso, para los cristianos, la misa dominical es el momento más importante de la semana y nos preparamos para vivir ese momento. Cristo se hace presente en medio de nosotros para comunicarnos innumerables gracias, no podemos acostumbrarnos a este misterio. No caigamos en la rutina.

Hemos de admirarnos profundamente y prepararnos para este encuentro de modo que sea un encuentro transformante, divinizante, un encuentro donde participemos de la resurrección del Señor.

Como decía el evangelista todo esto esta escrito, todo esto lo hacemos: “para que creáis que Jesús es el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre”. A eso venimos a la eucaristía a recibir vida...

La segunda gracia que nos ofrece este evangelio gira entorno a la persona de Tomas. Todos nos hemos sentido un poco cercanos a Tomas. De alguna manera Tomas es nuestro representante, porque todos tenemos dudas y queremos pruebas. Pero como a Tomas a todos nosotros se nos pide creer sin haber visto.

Todos somos un poco como Tomas, queremos ver, queremos tocar, queremos que se cumpla todo lo que pedimos, queremos que todo nos salga como a nosotros nos parece, y con estas actitudes no entramos en el camino del abandono confiado en Dios, con estas actitudes queremos obligar a Dios a que se haga lo que a nosotros nos parece mejor ... No entramos nosotros en los planes de Dios, ¡sino que él debe entrar en los nuestros!. Queremos gobernar nosotros nuestra vida y no dejar que él guie nuestros pasos. Y esto nos produce mucho dolor.

Esto nos ocurre por dos motivos:

a) Nos cuesta vivir de la fe … Pero JC nos dice a todos como a Tomas: “Porque me has visto has creído, dichosos los que creerán sin haber visto”. Nos está diciendo felices los que se fían de Dios, felices los que viven en el misterio, felices los que no necesitan que todo les vaya bien para creer, felices los que no piden pruebas.
El seguimiento de Cristo, el auténtico, nos pide la fe, nos pide un sí rotundo, un ”quiero servirte y entregarme, donde tu quieras, entendiendo lo que tu quieras y sintiendo lo que tu quieras”. Todo ello como decía el evangelio para tener vida en su nombre.

b) El segundo motivo por el que nos cuesta confiar en él y abandonarnos en sus planes es porque nuestra experiencia del amor de Dios es floja. No nos acabamos de creer que él nos ama y quiere lo mejor para nosotros. No nos acabamos de creer que él es un Padre bueno. No nos acabamos de creer que hasta de las cosas negativas, que él no quiere pero que permite, él puede sacar un bien. No nos acabamos de creer que Dios nos ama.

Y nos quejamos: “Si Dios me ama, ¿por qué me pasa esto?”. Y San Juan de la Cruz nos responde diciendo: “Hay una maravillosa manera de entender que es entender que no se entiende”. Hemos de aprender a vivir en el misterio, en la confianza, en el abandono, Dios sabe más. Él ve nuestra vida con un horizonte de eternidad y nosotros con una visión muy terrenal.

Dispongámonos con fe y esperanza para el encuentro con Cristo Resucitado, señor y dador de vida. Pidámosle con una esperanza viva que nos ayude a participar de su victoria sobre el pecado, la muerte y Satanás.







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