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Domingo IV Tiempo de Pascua:“Mis ovejas oyen mi voz ... y me siguen”.

Sun, 25 Apr 2010 07:01:00
 

CAMINEO.INFO.-

Act 13, 14.43-52
Salmo: 99
Ap 7, 9.14b-17
Jn 10, 27-30


El protagonista del cuarto domingo de Pascua de los tres ciclos de lecturas A, B y C, es siempre el Buen Pastor. No es una casualidad. La Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, en este tiempo pascual quiere dejar muy claro que el hecho de que Jesús haya resucitado no quiere decir que ya no esté entre nosotros. Jesús continúa presente como el Buen Pastor que da la vida por las ovejas.

Es fácil quedarse con una imagen bucólica e idílica del buen pastor y no darnos cuenta de toda la fuerza y toda la profundidad que tiene esta imagen que Jesús esta dando de sí mismo.

Jesús con esta imagen nos expone su modo de relacionarse con nosotros. Él nos está diciendo: “yo os quiero dirigir, proteger, sanar, alimentar, yo estaré con vosotros siempre…”

Y esta manera de relacionarse con nosotros es necesario que la personalicemos. Hace falta que lo sintamos como nuestro buen pastor, no como el buen pastor para toda la humanidad, sino mi buen pastor, que me dirige, que me alimenta, que me acompaña... en definitiva: que me ama.

Con las personas que acompaño espiritualmente me gusta incidir en esta dimensión del buen pastor. Muchas veces me comentan decisiones que han tomado. Y yo siempre les pregunto: esta decisión importante ¿la llevaste a la oración?, ¿pediste luz a aquel que guía nuestros pasos? A veces me responden: “No”. ¡¿Es nuestro pastor o no lo es?! ¡¿Nos dirige o no nos dirige?!

Hemos de aprender a descubrir esta cercanía, esta proximidad, de Jesús el buen pastor. Aprendamos a descubrir su deseo de dirigirnos, encaminarnos, protegernos, sanarnos. Y esto lo descubriremos en la oración… Que su frase “Yo soy el buen pastor” no quede sin respuesta en nosotros.

Y la segunda lectura se abunda en esta imagen: El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasaran hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos”.

Muy poético, ¿verdad?, pero también muy real. “Acampará entre ellos”: esto es la encarnación, Dios se encarna, se hace uno de nosotros. Para que al hacerse cercano, le conozcamos, le veamos, le amemos…

“Ya no pasaran hambre y sed” : él nos sacia, el corazón del hombre anhela muchas cosas... hasta que lo encontramos a Él. “Terminé de buscar cuando lo encontré a Él” decía un cantautor.

“Será su pastor... los conducirá hacia fuentes vivas”: Jesús no viene para agobiarnos ni para ponernos encima pesadas cargas y pesadas obligaciones. Jesús viene para darnos vida. Él nos conduce hacia la vida auténtica. Y la vida auténtica es amar. Cuanto más amamos más vida tenemos en nosotros. Y necesitamos su espíritu vivo en nosotros para amar como él amaba.

Y en el evangelio Jesús dice “Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen”. Si Jesús es verdaderamente nuestro pastor escuchamos (reconocemos) su voz en los pobres, en los acontecimientos, en el silencio de la oración, en la Palabra, en la liturgia, en los sacramentos…

Es muy bella la expresión: “Yo las conozco”, porque nos habla de una relación, de una amistad. Amistad y relación que da sentido (calor y color) a nuestro seguimiento del Cristo.

La primera lectura nos habla de la acogida de la Palabra: Pablo y Bernabé predican en Antioquía y los judíos no los quieren escuchar y los gentiles sí.

Esta lectura nos muestra uno de los problemas para escuchar a Dios: la autosuficiencia, el pensar que lo sabemos todo, el anteponer lo que nosotros queremos escuchar a lo que Dios verdaderamente nos dice.

Y pensemos que fueron “las señoras distinguidas y devotas y los principales de la ciudad” los que “provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé.” Gente ilustrada y piadosa. Esto nos ha de llevar a examinar nuestra apertura a la Palabra, es preciso no confundir la Palabra de Dios con lo que nosotros pensamos de Él.

La humildad nos lleva a desear vivir lo que dice el salmo: “Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón”.


Un poeta francés, Paul Claudel, converso, intentaba atraer al cristianismo a un amigo suyo, André Gide. Este era un hombre muy intelectual que le oponía argumentos de tipo histórico, filosófico, etc. Entre ellos se cruzaron algunas cartas, al final en una de ellas decía Paul Claudel: “Hay una cosa que no puedo negar, y es que Dios ha hablado y yo he oído su voz”.

Que este escuchar “su voz” nos ayude a descubrir a este Jesús que quiere ser nuestro buen pastor.







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