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Dt 30, 10-14
Salmo 68
Col 1, 15-20
Jn 6, 63.68
Vamos a aprovechar esta parábola para explicar cómo no hemos de meditar la Palabra de Dios y cómo tendríamos que hacerlo.
Una persona piadosa coge el evangelio, escoge la parábola del buen samaritano y la lee, la reflexiona, y saca sus consecuencias: amar a todos, hay que amar desinteresadamente y con sacrificio. Y empieza a pensar, ¿y yo qué hago?, ¿cómo lo vivo?, ¿cómo podría mejorar? Define algún propósito (que no cumplirá), y acaba contenta…
Al cabo de tres años de hacer esto conoce perfectamente todas las parábolas y todo lo que debería hacer ella… pero a Jesucristo no lo conoce más… Esto no es oración, porque no ha habido un encuentro con Cristo. Ha hecho una reflexión. Así puede leer el evangelio un pagano.
Con este modo de meditar nos quedamos en una religión muy intelectualista, de ideas, y a la vez voluntarista… Por eso a veces leer el evangelio lo hemos convertido en algo sosillo y un poco cargante.
Y entonces ¿cómo meditar la Palabra de Dios? Comienzo actualizando, haciéndome presente lo siguiente:
• Cuando medito Dios actúa, la Palabra es una acción divina. Conciencia de presencia de Jesucristo.
• Jesús se auto revela, abre su interioridad esperando encontrarse conmigo.
• Voy a conocer a Jesucristo, a encontrarme con Él, y este encuentro es siempre transformante.
Nos acercaremos a la Palabra partir de 4 niveles.
Nivel 1:
¿Qué ideas nos comunica Jesús? Debemos amar a todos, desinteresadamente, y a veces hará falta hacerlo con sacrificio. (ídem antes)
Nivel 2:
¿Y Jesucristo ama así?
¿A todos? Sí, ha amado a todos (enfermos, pobres, leprosos, publicanos, cobradores de impuestos, pescadores, gente acomodada, ricos, etc.)… recordemos escenas...
¿Desinteresadamente? Sí, desinteresadamente (no se ha buscado él mismo, abajamiento, kenosis, humillación, ser servidor)… recordemos escenas
¿Sacrificándose? Sí, Jesús ama sacrificándose, hasta el punto de morir por nosotros… escenas
Por tanto, esta parábola que nos propone, Él la ha vivido. Y nosotros en este nivel entramos en contacto con toda su vida. Y de las ideas hemos pasado a su persona, a su vida.
Nos podemos preguntar en este nivel ¿Y Jesucristo me quiere dar las gracias para vivir amando de esta manera? Sí, pues, esperarlo, pedirlo, implorarlo. Jesús quiere que yo viva con este estilo de vida ...
Nivel 3:
¿Qué sentimientos/deseos lo llevan a explicar la Parábola? Serán diversos.
• Él siente un profundo amor hacia todos sin excepciones, le sabe mal que haya marginados, excluidos, gente de segunda categoría, para Dios todos somos igualmente dignos de estimación.
• Valentía: el levita, el sacerdote no ayudan... Se los pone en contra.
• Indignación de que unas prácticas religiosas impidan ayudar al hermano. Señala una religiosidad enferma.
• La actitud de estar abiertos a la realidad, a lo que pasa, a lo que nos rodea, hombres de acción, no teóricos de la caridad. “Anda, haz tú lo mismo”.
Entonces el evangelio tiene vida porque nosotros hemos entrado en el corazón de Jesús. Orígenes habla de la leccio divina como “escuchar los latidos del corazón de Jesús”.
Nos podemos preguntar en este nivel ¿Y Jesucristo me quiere dar las gracias para vivir movido por estos sentimientos? Sí, pues, esperarlo, pedirlo, implorarlo. Jesús quiere que yo viva con sus mismos sentimientos...
Nivel 4:
Dirigimos los sentimientos del Cristo hacia nosotros. Nosotros somos el personaje principal del evangelio..
Nosotros somos el hombre tirado cerca del camino, a quien nadie quiere ayudar, hasta que Cristo, el buen samaritano se apiada de nosotros. Él nos cura, Él nos cuida, Él se preocupa que no nos falte nada, Él nos ama de esta manera. Cada uno de una manera o de otra, en un momento de su vida o en otro ha estado cerca del camino, herido y Cristo se ha acercado a ayudarnos...
Cuando Jesús explicaba la parábola nosotros estabamos en su corazón y cuando 2000 años después yo medito el texto Jesús me dice: tú eras este hombre herido cerca del camino, yo te he curado y te he hecho entrar en la posada que es mi iglesia para que allá te restablezcas...
Entonces el evangelio tiene una nueva vida porque Cristo ha entrado en nuestro corazón, su amor entra dentro de nosotros.
Esto es una meditación cristiana, no he estado pensando en mí, y ¿yo cómo lo vivo?, y ¿yo cómo lo hago?, y ¿yo cómo lo puedo hacer mejor? Y ¿qué me tengo que proponer?, sino que he estado encontrándome a Jesucristo: con sus ideas, con su vida, con sus sentimientos y haciendo experiencia del amor que Jesús me tiene. Descubriendo de esta manera que la Palabra de Dios es una carta dirigida a mí.
Meditando de esta manera es imposible que no acabe conociendo y amando más a Jesucristo. Imposible.
Cuando nos acercamos a la Palabra de esta manera entonces sí que “la oración es un trato de amistad con aquel que sabemos que nos ama” (Sta. Teresa de Jesús). Entonces sí que empezamos a vivir tantas expresiones que hemos oído cientos de veces: “vivir del amor de Dios” “hacer experiencia del amor de Dios”, “ser hijos de Dios”, “enamorarnos del Cristo”, etc.
