En Lc 9,51 Jesús está en un viaje hacia Jerusalén, no se menciona el nombre de la aldea, pero se mencionan las dos hermanas, Marta y María, y sabemos que su aldea era Betania, cerca de Jerusalén (Jn 11,1; 12,11).
Jesús es recibido en la casa de la familia por Marta, en ausencia de Lázaro ella es el ama de casa, pues es mayor que María. Se deduce también que es una casa grande y que además la familia de Lázaro goza de una buena situación económica.
Jesús aprovechaba cualquier momento, circunstancia y lugar para evangelizar, y la casa de Marta y María no va a ser la excepción. La que más se beneficio de las palabras de Jesús en ese momento fue María quien se “sentó a los pies de Jesús” como hacen los alumnos ante sus maestro, además María al realizar este gesto reconoce el poder, la autoridad y la grandeza de Jesús. Marta por su parte estaba sola con los quehaceres de la casa, atareadísima, preparando la comida para la gente que se encontraba en la casa. Ella se dirige a Jesús y le dice que le si no le importa verla sola con los quehaceres, Jesús se dirige a ella y le dice “Marta, Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán” Lc 10,41-42).
La “única cosa necesaria” en boca de Jesús es escuchar su Palabra y la del Padre, todo lo demás queda relegado a otro nivel, es imprescindible para estar en el Reino de Dios conocer todo lo que se nos ha sido dado. Muchas veces nos ocupamos de cosas triviales y relegamos a Dios a un lugar muchas veces hasta inaccesible para nosotros mismos. Necesitamos nutrirnos diariamente de la Palabra de Dios, estar sentado a los pies de Jesús en su dulce compañía.