La corrupción sociopolítico-democrática, en la anti-España de los pelotazos y los convolutos, de las comisiones, de los maletines y de las cuentas en los paraísos fiscales, de la especulativa burbuja inmobiliaria, de los sobresueldos con dinero negro en los partidos, del blanqueo de dinero, de los sobornos, de las financiaciones ilegales de las partidocracias, de los créditos sin retorno, del nepotismo, del amiguismo y el enchufismo, de la prevaricación, del latrocinio y de la usura, de los impuestos draconianos y caciquiles, tiene sus orígenes en las últimos décadas del siglo XX con el intervencionismo del socialismo felipista, infecto por las corruptelas y el terrorismo de estado, y ha seguido una sórdida trayectoria ascendente con las oligarcas castas del progresismo laicista e intervencionista del socialismo, del progresismo de centro derecha relativista del liberalismo, y de las diversas oligarquías del nacionalismo secesionista, tanto vasco-etarra terrorista como catalanista.
La casta o clase política, al igual que la clase financiera y empresarial del especulador economicismo, los sindicatos de clases reaccionarios y los empresarios subvencionados, por todos los sitios, nos han robado la dignidad y el dinero que se debería haber invertido y distribuido equitativamente para generar una riqueza que repercutiera en beneficio de la sociedad española, y de manera prioritaria en la enseñanza, la sanidad, la investigación y en los estamentos sociales más necesitados como los pobres, ancianos, enfermos crónicos y parados.
A duras penas caminamos por la segunda década del siglo XXI, y por nuestra España, en crisis de identidad, las estructuras de poder sociopolíticas, económicas, financieras, mediáticas, sindicales y empresariales, no hacen más que seguir obsesionados por la adquisición de riquezas de modo fraudulento, pues, utilizan las instituciones del Estado para consolidar una peculiar democracia de mercado especulativa.
Hasta que no poseamos una Justicia independiente del poder político y financiero, la clase política en España continuará con la utilización de los cargos públicos para amontonar dinero y poder. Las leyes en esta democracia de mercado especulativa, se han fabricado para ocultar y permitir la corrupción e indultar a los culpables directos e indirectos de las corrupciones y el despilfarro de los bienes del Estado.
Este sistema corrupto de democracia de mercado especulativa, ha dejado a una buena parte de los españoles en la indigencia, en la opresión de la deuda pública y privada, en la ignominia de los desahucios y el paro, en la usura, los impuestos e intereses exorbitantes.
Hemos permitido que nos fabriquen una democracia de mercado especulativa, que cambia de rostro según la ideología que controla el poder: la democracia de mercado socialista, o neosocialdemocracia especulativa; la democracia de mercado centro-liberal, o democracia neoliberal social especulativa; y la democracia de mercado nacionalista especulativa, que acomoda los intereses suyos con los de las dos anteriores que se alternan en el poder.
