CAMINEO.INFO.- El padre Santiago Rodríguez es natural de la Rioja. Pertenece a los Misioneros de África (padres blancos) y trabaja en el Congo desde 1969, los últimos 20 años en Kinshasa, primero en una parroquia y luego en una pastoral específica al servicio de los más pobres, sufrientes, marginados y rechazados.
De paso por Madrid, comentó para OMPress el buen sabor de boca que dejó el viaje del Santo Padre a África y su distorsión en los medios occidentales. El misionero explicó también brevemente su trabajo con enfermos de Sida y sobre todo, con los estigmatizados "niños brujos".
-¿Cómo se vivió en la República Democrática del Congo la visita de Benedicto XVI a África?
P. Santiago Rodríguez: El Congo, como todo el continente africano vivió con sano orgullo la visita del Papa a Camerún y Angola. Los que tuvieron la posibilidad siguieron con emoción las imágenes que la televisión nos procuraba. Los periódicos también dieron gran importancia al viaje y a los mensajes del Papa; lástima que el pueblo sencillo tiene poco acceso a la prensa porque es cara.
-Personalmente ¿qué mensaje del Papa le parece el más importante para la situación actual del continente?
P. Santiago Rodríguez: El mensaje fue de Paz y de Justicia para los más empobrecidos. La polémica sobre el uso del preservativo como freno al Sida no se percibió allí como tal polémica y la reacción de algunos periódicos y medios de prensa fue curiosa: "Ustedes blancos y occidentales ocúpense de sus problemas pero no se metan en los nuestros y dejen al Papa que nos diga a nosotros lo que quiera decirnos. No les habla a ustedes, nos habla a nosotros y no permitimos que ustedes reaccionen en nuestro nombre. ¡Ya somos mayorcitos!"
-Usted trabaja con enfermos de Sida ¿cuáles son las medidas más eficaces para prevenirlo y qué labor hace la Iglesia con los enfermos africanos?
P. Santiago Rodríguez: El método más eficaz para la prevención del Sida es la sensibilización de la población, que voluntariamente vengan a hacerse el test y conozcan su estado "serológico". Hemos trabajado mucho en ello y estamos convencidos de que es lo más eficaz. Luego será de capital importancia un seguimiento personalizado de cada persona seropositiva para acompañarla y que no se sienta sola en su lucha.
Si me pregunta qué hace la Iglesia, le diría que cada cristiano, cada religiosa(o) cada sacerdote es Iglesia y hay muchas personas de Iglesia que están trabajando muy bien. Sin embargo no creo que podamos decir que la pastoral de acompañamiento de enfermos, sean de Sida o no, sea una prioridad fundamental en la organización de programas de pastoral a nivel diocesano. No es un tema que entre en la catequesis como debiera. Pero sí es cierto que dentro de esa Iglesia, por carisma y por iniciativa privada, hay muchos samaritanos al lado de los enfermos.
-¿Puede explicarnos en qué consiste el caso de los "niños brujos" y qué consecuencias tiene para ellos y su familia?
P. Santiago Rodríguez: El mundo de los espíritus penetra toda la existencia del africano por muy bautizado que esté. Entre esos espíritus los hay que son enemigos de la vida y hacedores de muerte. Esos espíritus poseen a algunas personas que son capaces de hacer mal a distancia y sin intervención física alguna.
Cuando la desgracia de forma repetida se ceba en el seno de una familia y no se encuentra explicación fácilmente, hay que buscar al culpable. Por lo general serán personas débiles e indefensas: ancianos y niños son los dos grupos más sospechosos. Se decide quién es el culpable y se le excluye o puede ser que se le elimine. Un anciano semiabandonado, sucio e insociable; un niño epiléptico, con alguna tara física o psicológica... Les pueden llegar a matar pero pueden contentarse con echarles de casa como a pestíferos. En Kinshasa se cuentan por miles.
-¿Qué hacen los misioneros para ayudarlos?
P. Santiago Rodríguez: Les acogemos; las fórmulas son muy variadas y con matices diferentes. Yo procuro que hagan la experiencia de saberse queridos en el interior de la comunidad-familia que les ofrecemos. Les damos también la posibilidad de integrarse en la sociedad y en la comunidad parroquial. Catecumenado, escolarización, talleres, dependerá de la situación y capacidad de cada uno. Con la idea de reintegrarlos en su familia en cuanto lo veamos posible. Algunos no tienen más familia que nosotros.