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CAMINEO.INFO.-




Imparare Roma

Fri, 29 Jan 2010 19:01:00
 
Fernando Magallanes

CAMINEO.INFO.-   La Ciudad Eterna, la de los emperadores, la de los papas y de los artistas, como cada año, recibirá miles de visitas este 2010 a pesar de la crisis. Además de la invitación del obispo de Roma a presbíteros y fieles para participar en la clausura del Año Sacerdotal, la posible beatificación de  Juan Pablo II seguirá atrayendo visitantes.

Peregrinos y turistas, entre otros, recorrerán sus calles. Rezarán en lugares sagrados, visitarán monumentos históricos y comprarán recuerdos de la visita. Tal vez con un mapa de la urbe en sus manos y la cámara fotográfica o acompañados por algún guía especializado.

Pero a Roma hay que aprenderla, no sólo caminar por sus calles, tomar miles de fotografías y olvidar los datos histórico-artísticos escuchados. El finado pontífice polaco, entonces un joven estudiante de la Universidad de Santo Tomás, hablaba de Imparare Roma, "aprender Roma".

La exuberancia artística e histórica de la ciudad y el tiempo tan reducido de un viaje de vacaciones confirman la máxima de "Roma no basta una vida". Y por lo mismo, no basta una vida para profundizar en su significado más profundo para el hombre de todo tiempo y cultura.

Los más religiosos podrían dedicarse a visitar las basílicas, iglesias, capillas y oratorios. Los aficionados de la historia recorrerían los Foros, el Coliseo y las grandes construcciones que el tiempo nos ha dejado del Senatus Populusque Romanus (el senado y el pueblo romano). Los amantes del arte gastarían sus horas analizando y contemplando majestuosas obras pictóricas, arquitectónicas o escultóricas nacidas del genio humano. Están ahí el Panteón, el juicio final de Miguel Ángel o el David de Bernini. 

Y apenas tendrían tiempo suficiente para conocer, no se diga comprender, aquellos lugares. Es posible afirmar que casi no agotarían los tesoros encerrados en Roma.

Por ello, la necesidad de "aprender" Roma es imperiosa para cualquier visitante. Quien visite el Panteón, no sólo deberá ver un portento de la arquitectura romana: la cúpula más antigua y en pie de la humanidad; saber que allí se encuentran sepultados Víctor Manuel II y uno de los genios del renacimiento: Rafael. Quien visite la Roma renacentista no sólo verá el redescubrimiento de los modelos clásicos, la perfección en la pintura y en la arquitectura. Debería, además de todo esto, ver al hombre, que está detrás de cada obra, ver un sano antropocentrismo. Con las palabras de Protágoras bien entendidas, se debería contemplar al "hombre como la medida de todas las cosas".

Impare Roma, a fin de cuentas es conocer al hombre. Un ser capaz de crear una cultura, una sociedad, una civilización y unos valores. Y un ser abierto a la trascendencia, eminentemente religioso.

En Roma podemos encontrar la grandeza de un imperio que conquistó al mundo conocido. Expandido por tres continentes, llevó su cultura de occidente a oriente. Sobre estas estructuras, el naciente cristianismo palestino se propagó. En su capital, murieron el príncipe de los apóstoles y el apóstol de las gentes, tomando así la ciudad la máxima importancia religiosa junto con la Tierra Santa. Desde ella se dirigió el destino de muchas naciones europeas. Se desarrollaron las artes y las ciencias gracias al papado. Y en ella encontramos grandes monumentos y obras artísticas que exaltan la fe católica, sus tradiciones y sus personajes.

Cada visitante, turista o peregrino, está obligado a llevarse lo que la Roma clásica y cristiana nos ha dejado: al hombre en todas sus dimensiones. Al ser humano que camina en un tiempo determinado (la historia), capaz de expresar su vida interior o exterior (el arte) y que busca algo que está sobre Él (la religión). Porque el hombre no puede desentenderse de lo que es más humano. Terencio lo expresó de manera acertada: "Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno". Al contrario, el genio humano







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