Empeora cada vez más la situación en el norte de Nigeria de donde al menos 35.000 personas de religión cristiana, según cálculos oficiales, están huyendo del grupo fundamentalista islámico Boko Haram, autor, en los últimos días, de una serie de atentados que causaron casi doscientos muertos en Kano, la capital del homónimo Estado del sur de Nigeria.
Una nota en L’Osservatore Romano señalaba días pasados que cunde el pánico entre la población, y muchos escapan, abandonando lo poco que poseen y que no alcanzó para tranquilizar a la gente la visita a Kano del presidente nigeriano Goodluck Jonathan, que prometió aumentar las medidas de seguridad.
Una nueva explosión, cuyas causas se desconocen, aumentó el miedo y el desalojo de la zona donde se verificó, sumado al secuestro, también en Kano, de un ingeniero alemán que trabajaba para una sociedad de construcción nigeriana, la Dantata et Sawoe.
El cuadro de inseguridad y miedo se vio empeorado –dice L’Osservatore Romano-, al difundirse la noticia, dada por la policía, de que las cuatro quintas partes de los cerca de doscientos militantes fundamentalistas islámicos arrestados como sospechosos responsables de los atentados son mercenarios procedentes de Chad. Esto parece confirmar los vínculos entre Boko Haram y los grupos organizados del terrorismo de origen fundamentalista islámico, como Al Qaida para el Magreb islámico (Aqmi), que actúan en toda la franja del Sahel y del Sahara.
En este sentido se manifiesta también un informe de la ONU, según el cual Boko Haram entabló relaciones con Aqmi, mientras que algunos de sus miembros procedentes de Nigeria y de Chad recibieron en el verano de 2011 adiestramiento en los campos que Aqmi tiene en Mali.
El arzobispo de Abuja reclama una solución política
“El problema de los Boko Haram no se puede resolver sólo en el tema de la seguridad, es necesaria una estrategia clara para involucrar a todos los círculos políticos del norte del país, para poder hacer frente al problema”, manifestó a la agencia Fides monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuja, capital federal de Nigeria.
“Cuando me refiero a estos ambientes, no quiero decir que son los responsables de la violencia de los Boko Haram, pero lo que si es cierto es que existen actitudes orientadas a dejarlo pasar o a no apoyar al gobierno. Es decir, no se toman medidas pro-activas para eliminar este peligro”, dijo monseñor Onaiyekan.
“Me doy cuenta de que es difícil encontrar un terreno común, porque ni el gobierno ni la mayoría de los nigerianos quieren un estado islámico. Pero es necesario implicar a todas las partes políticas en un diálogo nacional para hacer que Nigeria pueda salir de esta crisis”, afirmó el arzobispo.
En referencia al éxodo masivo de los cristianos del norte de Nigeria expresó: “La población se mueve por miedo. Quien puede escapa, sobre todo los que son originarios de otras partes del país: regresan a casa a la espera de ver cómo evoluciona la situación. Pero la gran mayoría de los cristianos se quedó. Hay que tener en cuenta que la población originaria del sur que vive en el norte desde hace más de 2 o 3 generaciones es muy consistente”.
Dividir Nigeria, idea loca e insensata
“Quien dice que Nigeria se dividirá entre un norte musulmán y un sur cristiano no conoce la realidad del país”, dice monseñor Onaiyekan. “Sólo me pregunto: ¿dónde está la frontera entre el Norte y el Sur de Nigeria? Nadie lo sabe.
“Siempre dijimos que hablar de norte y sur no es hablar de la división entre el Islam y el cristianismo. Hay un gran número de musulmanes en el sur, en particular en el estado de Yoruba, y un número mucho mayor de lo que se dice de cristianos en el norte, muchos de los cuales son autóctonos. Estos últimos ¿dónde deben ir, en caso de división del país?” se pregunta por último el arzobispo. +
