Buenos Aires/ARGENTINA.- El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, predicó el sábado 3 de noviembre un retiro espiritual para los Discípulos de la Caridad. En sus reflexiones con los participantes, basadas en el texto evangélico donde se relata el encuentro de Jesús con la samaritana, llamó a los cristianos de la iglesia de Buenos Aires a “ir por nuestros hermanos, que están tirados cerca del pozo, esperando que les llevemos un mensaje”, y alentó a los presentes a vivir con un nuevo fervor apostólico: “Tenemos a Jesús muy atado y estamos muy contentitos con nuestra Iglesia, pero hay llevar a Cristo a la calle”.
El purpurado porteño compartió ese día dos meditaciones en la mañana, seguidas de momentos de reflexión personal, y al mediodía dejó un tiempo de adoración eucarística. Por la tarde compartió otra meditación y reflexión, y finalmente, respondió a dudas de los participantes antes de pasar a la misa.
“La samaritana, como los hombres y las mujeres de este mundo, está tirada cerca del pozo, esperando que le vayamos a decir algo, que la busquemos y le demos un mensaje”, meditó el purpurado.
El primado de la Argentina también discurrió sobre el encuentro con Cristo, central en el pasaje bíblico que modifica la vida de la mujer de Samaría, y distinguió entre el llamado de Dios, “que golpea a nuestras puertas”, y la búsqueda del hombre a Dios, que finalmente se termina venciendo, ya que “cuando uno cree encontrar a Dios, pierde, porque Dios nos 'primerea'”.
“Debemos ir al pozo a buscar a nuestros hermanos –añadió el arzobispo-. Me atrevo a pensar que en nuestra Iglesia de Buenos Aires y en nuestros corazones Jesús no golpea para entrar, sino para salir. Lo tenemos muy atado y estamos muy contentitos nosotros con nuestra Iglesia, ¡pero tenés que llevar a Jesús afuera, a la calle!”.
El arzobispo advirtió más de una vez que la Iglesia, en sus religiosos y sus laicos, “necesita salir a donarse a la gente”. Releyó dos cartas enviadas por particulares que le manifestaban no haber encontrado la contención necesaria en momentos de trance y crisis espiritual.
El cardenal, luego, retomó el hilo conductor de sus reflexiones sumando nuevos pasajes del evangelio, entre los que destacó la piedad verdadera del publicano y la hipocresía del fariseo.
“Quienes tienen atado a Jesús adentro rezan como aquel publicano que decía ‘Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás’ y se rodea de ‘GCU’ (n. de r.: gente como uno) mientras el publicano le pide misericordia al Señor por ser un pobre pecador”, alertó.
Volviendo con el ejemplo de la samaritana, el purpurado añadió que “cuando una persona tiene una experiencia de encuentro, todo lo que supo hasta ese momento entra en crisis, y entonces se plantea una nueva inseguridad hasta lograr revertirla”. Tomó como ejemplo también al fariseo Nicodemo, que no lograba comprender cómo se podía “volver a nacer” siendo ya viejo.
El cardenal Bergoglio comparó la figura de la samaritana y de Nicodemo, dos personas opuestas en formación y vida, pero tocadas “por la necesidad de agua viva”.
“Jesús le dijo a Nicodemo que la noche de su vida necesitaba del nacer de nuevo. La noche de tus ideologías que suplen la doctrina, ¿no te indican que tenés que convertir tu corazón para salir a evangelizar, y por eso el Papa nos llama a una nueva evangelización? ¡Acabala de mendigar! Acercate, empezá de nuevo. Nacer de nuevo y acabar de mendigar, dos cosas que hoy le podemos decir a la Iglesia”, aconsejó el arzobispo.
“Debo reprocharte que has dejado de tener el amor del comienzo, podríamos decirle a la Iglesia de Buenos Aires –agregó-. ¡Cuánto trabajás, cuántas obras, cuánta doctrina; sos una Iglesia constante y has sufrido mucho por Jesús sin desfallecer! Pero… perdiste el primer amor”.
“¿Podría decírsele eso a la Iglesia de Buenos Aires –prosiguió-, que perdió el amor y vive de la renta, y que deje de llorar la milonga? Salí a trabajar, pero por amor”.
“Que cada uno piense si en el sector de la Iglesia de Buenos Aires en la que está trabajando le falta esto: dejar de mendigar y volver a nacer de nuevo”, pidió el sacerdote.
¿Y nosotros qué?
Continuando su exposición, el purpurado sostuvo que la samaritana pregunta en dónde se debe adorar a Dios. “Cristo le responde que llegará la hora en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, tal como Él mismo lo quiere”, expuso ante los presentes.
“Jesús le muestra que el tiempo es superior al espacio: no importa un lugar u otro, sino el peregrinar de la vida, caminar al encuentro con Él, y eso lleva tiempo”, explicó.
“La verdad es superior a todas las ideas que nos podamos hacer. Podremos saber mucho de religión y de teología, pero la verdad no se tiene, ¡se encuentra!. La fe no es fruto de acumulación de contenidos, sino fruto de un encuentro personal. Solo tenemos que dejarnos buscar y dejarnos encontrar”, resumió el cardenal Bergoglio.
“Cristo invita a la samaritana a pasar de las formas de la fe a la esencia de la fe, que es la adoración. ¿Cómo reza cada uno? –preguntó al auditorio-. Nuestra oración es una plegaria raquítica: la hemos encapsulado en pedir, dar gracias, pero no alabamos en la oración. ¿Adorás en la oración? ¿Te sentís conmovido acaso de ese Dios que te creó?. Esta iglesia no sabe adorar: sabe hacer, hacer y hacer. Cuando tiene que alabar, se queda corta. Alabar y adorar es anonadarse en la presencia del Señor”.
“Quizás porque no adoremos y alabemos tengamos el corazón estrujado”, reflexionó.
“Después viene la ola expansiva del encuentro”, agregó el arzobispo, quien recordó que “la samaritana modificó inmediatamente su conducta al salir corriendo al pueblo y contar al pueblo su experiencia de encuentro”.
“Al igual que los samaritanos, ustedes también encuéntrense con Jesucristo, pero no lo pongan en una vitrina, ¡si está vivo en el sagrario!, no es una pieza de museo”, recordó el primado, quien preguntó: “¿Jesús, en tu parroquia, es pieza de museo? ¿Jesús te lleva a gestar una iglesia facilitadora de la fe o controladora de la fe?”.
“Ustedes saben que los psicólogos le llama a las madres posesivas “madres castradoras”, porque no dejan a los chicos crecer –explicó-. ¿Esta Iglesia de Buenos Aires es una iglesia fecunda o una iglesia castradora? Cada cual responda”.
