La jornada se realizó el Aula Magna de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, con un numeroso público que copó la sala y en que su mayoría eran jóvenes. Como panelistas estuvieron el ex ministro Sergio Fernández, presidente del Instituto Chileno Jacques Maritain; el Pbro. Dr. Hernán Enríquez; el senador Alejandro Navarro y el diputado Jorge Ulloa.
El foro fue organizado por el Centro de Humanismo Integral Jacques Maritain de Concepción, instancia interdisciplinar compuesta por académicos y profesionales que tiene como objetivo promover y difundir el pensamiento humanista integral de Jacques Maritain. Esta instancia de formación cuenta con el apoyo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y del Diplomado en Filosofía Política y Social que imparte la misma casa de estudios.
Fernández destacó que Maritain fue el filósofo cristiano de la democracia.” Fue el filósofo que hizo presente a los cristianos y a la Iglesia que la democracia no era fruto de la Revolución Francesa o de la Guerra de Secesión de Estados Unidos y de la Independencia Norteamericana”. Y planteó que “lo que hizo Jacques Maritain fue convencer a los cristianos que la democracia tiene un origen evangélico, porque era Jesucristo quien había hecho presente en el mundo, que los hombres éramos hijos de Dios y como tales, éramos hermanos y como hermanos teníamos los mismos derechos ; que no éramos seres cualquiera, sino que éramos personas humanas. Y de esto se generó lo que podríamos llamar la “filosofía política cristiana”.
El Pbro. Enríquez, quien es autor de algunos libros sobre educación y democracia, abordó desde el pensamiento de Maritain sobre el concepto de Bien Común. “Maritain plantea que el bien común es fundamental. El hombre demanda la vida en sociedad, por su misma perfección, y con la mirada en la plenitud posible de su existencia. El hombre, al vivir en sociedad, alcanza ciertos mayores grados de perfección, recibe de ella la ayuda que requiere para hacer obra de razón y virtud. Obra que responde al carácter específico del ser humano. Es esencial a la persona tender a la comunión. Exige por su naturaleza ser miembro de la sociedad, esto en virtud de su dignidad y de sus necesidades. No se trata sólo de alcanzar la satisfacción de sus necesidades materiales, como son el alimento, el vestuario, la salud y la educación, sino que de un modo particular, se trata de ayuda que necesita para sus actos de razón y de virtud. Cuestiones inherentes sólo al hombre”, sostuvo.
Agregó que para Maritain, afirma que el fin de toda sociedad es el bien de la comunidad, que es el bien común de personas humanas. “Este bien común es entendido no como la reunión o la suma de bienes privados o el bien propio de un todo que sólo beneficia a ese todo, sacrificándole las partes, el bien común es común al todo y a las partes, por lo tanto implica y exige el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona.
Indicó que Maritain define el bien común como “una cosa buena en sí misma; el asegurar la existencia de multitud; por otro lado, la existencia justa y buena de la comunidad debe ser de manera asegurada y sólo a condición de estar conforme con la justicia y la bondad moral. El bien común es lo que es bien de un pueblo, bien de una ciudad. Si afirmamos que el bien común es rectitud de vida estamos diciendo que es una cosa buena éticamente. Este bien común conlleva como elemento esencial el máximo de ese elemento posible de la persona humana que apunta a la constitución de un pueblo movido por motivaciones virtuosas, que son el anhelo de vivir en democracia, en igualdad, en justicia y en libertad”.
Enfatizó que “si el bien común deja de ser lo que es, si no retorna a las personas y se distribuye en ellas. El bien común no se mantiene en su verdadera naturaleza si no se respeta aquello que es superior a él o sea si no está subordinado al orden de los bienes eternos y a los valores supra temporales de los que depende la vida humana. Esta subordinación se refiere a la beatitud sobrenatural, a la que toda persona humana, por ser tal, está ordenada y fundamentalmente a todo aquello que trasciende de por sí a la sociedad política, a saber, la ley natural, las reglas de la justicia y exigencias del amor fraterno, a la vida del espíritu”.
El diputado Ulloa destacó que “la razón del hombre de vivir en comunidad puede tener respuestas múltiples, pero lo que está claro es que el hombre tiene derechos que son superiores y anteriores a su creación, es decir, a la creación más perfecta que ha hecho el hombre que es el Estado. En ese sentido, para nosotros los católicos, es mirar, observar y entender al ser humano como una persona que tiene esta dualidad de espíritu y materia. Naturalmente nos hace comprender que somos seres destinados, como hijos predilectos de Dios, a trascender”.
Añadió que durante la historia se han ejercitado distintos procesos y se ha llegado al actual, “que nos permite pensar en un Estado en que existen controles múltiples y controles cruzados. De alguna manera podemos entender que esta forma de gobierno, que es la democracia, lo que hace es buscar la mejor manera de proteger a los ciudadanos. Desde mi perspectiva, el aporte de Jacques Maritain, se traduce en uno de los avances más sustantivos para quienes, creyendo que una sociedad necesita tener controles cruzados para evitar los abusos de la autoridad, permite también entender que esa es la fórmula que mejor consagra la idea del hombre que se debe a Dios”.
Finalmente, el senador Navarro recordó sus conocimientos de Jacques Maritain mientras era estudiante en la Universidad de Concepción, en la década del 80. “La carta democrática de Maritain hablaba de las minorías iluminadas. Ningún cambio se ha producido en el mundo si no hay minorías iluminadas, las minorías proféticas, las que deben tener un tipo distinto de liderazgo, es decir, no el liderazgo complaciente con la plebe, sino el liderazgo de ir al sacrificio. No esperar los grandes acontecimientos, sino forjarlos, construirlos, detonarlos. Pero hay allí un concepto ligado a la santidad, que es un estilo de compromiso con el prójimo, porque los cambios eran también en beneficio del prójimo”.
Precisó que “la Democracia no siempre tiene que ser equivalente a bien común, concepto que podemos definir como la búsqueda de la felicidad, en definitiva, un estado tal de condiciones y circunstancias para que los hombres y las mujeres, acorde a la constitución, sean felices. Pero uno dice hay países que tienen todo como Japón y la tasa más alta de suicidios juveniles”.
Navarro planteó que la conjunción entre democracia y bien común es poder definir, qué es democracia, qué es bien común y cómo se conjugan ambos para poder, buscar algo que desde Maritain y todos los filósofos cristianos y también laicos, es la búsqueda qué es felicidad. “En Chile estamos lejanos de aquello. Nuestra constitución está lejos de constituir una carta consensuada. Al contrario, creo que es la transición política desde la dictadura, a propósito de los 40 años del golpe militar, que nos demanda un desafío desde tener una constitución que interprete todos los desafíos como país; una constitución que refleje la diversidad cultural, socio económico, política. Chile es un país de desigualdades. No hay un solo ministro de la Corte Suprema de apellido mapuche, no hay un solo ministro del Gobierno de apellido mapuche, no hay un solo parlamentario de apellido mapuche. Siento que el debate de democracia y bien común nos obliga a debatir sobre una carta fundamental que regule nuestras diferencias y convierta las convergencias de nuestros anhelos y luchas para alcanzar esa democracia y ese bien común”, concluyó.
