CAMINEO.INFO.- Lluvias de pétalos de rosas y claveles de reventón se están preparando, deshojándose con mimo por expertas manos, para dejarlas caer al paso de la Madre de Dios, la Virgen de la Fuensanta, la Virgen de las Huertas, la Virgen de la Caridad, Nuestra Señora de los Dolores, la Virgen del Azahar, de la Oliva, la Virgen de los Remedios… bajo muchas advocaciones, en todos los pueblos, para la Madre de Dios, suenan ya las campañas de júbilo y se oirán himnos de alabanza. Lo más hermoso de la fiesta de la Madre de Dios es que nos ofrece la oportunidad de reunirnos en familia, de recordar a los seres queridos, celebrar la fe y saberte pueblo.
Para el cristiano de este siglo, de esta época, es válido el modelo de fe de la Santísima Virgen María. No en vano el Concilio nos dice que María es "tipo y ejemplar acabadísimo de la Iglesia en la fe y en la caridad" (L.G.,63; 65) y que "Maria resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de elegidos". No debemos olvidar que María fue la primera creyente en Jesús, porque ha sabido escuchar los planes de Dios en orden a la salvación del género humano.
Aprovechad estos días de gracia y bendición para orar y pedir a la Virgen María, para acercaros a Dios y sentirlo cerca, renovando la fe. Ella nos sabe comprender, por muy difíciles que sean nuestra situaciones, ella ha estado cerca de la predicación de su Hijo y de las contiendas afrontadas por El, cerca en los momentos difíciles de la Pasión y en la Resurrección y también en la explosión de fe de Pentecostés. La Virgen Maria, en su fe, afrontó situaciones más nuevas y desconcertantes que las que hoy amenazan con sacudir la nuestra. Vivió una experiencia única, colmada de enseñanzas para nosotros, porque se le pidió creer en un "imposible", como se le ha pedido a las grandes figuras de la Historia de la Salvación, recuérdese a Abrahán, y se fió. Su fe se manifiesta como regalo de Dios, como don gratuito (1Cor 12,31; 13,13), pero también es verdad que ha sabido conservarlo, que la ha puesto a trabajar y ha dado mucho fruto.
Por mi parte, ruego a la Madre de Dios y Madre nuestra que nos ayude a vivir firmes en la fe, como un pueblo unido, que alaba a Dios unido y que estamos preocupados unos de otros, como verdaderos hermanos.
