CAMINEO.INFO.- A los cuatro vientos se nos anuncia que viene un tiempo nuevo, el Adviento, un tiempo necesario para los cristianos donde saboreamos la novedad de Dios, la permanente presencia del Señor de la historia, para salvarnos del fatalismo al que nos están llevando los intereses humanos, los desaciertos de los que defienden un mundo sin Dios, el fracaso del secularismo y la oscuridad del deshumanizado relativismo.
El tiempo del Adviento, inaugurado en este domingo nos ofrecerá la posibilidad de vivir la salvación en el momento presente de nuestra historia, en contacto con el eterno misterio de Cristo. La Iglesia, Maestra en humanidad, nos invita a contemplar nuestra situación actual para ofrecernos el más precioso tesoro que encierra en su corazón, la esperanza más viva: Jesucristo.
Solo la Iglesia se atreve a hablar de esperanza, sólo la Iglesia nos habla en lenguaje positivo; en medio de estos vacíos de futuro nos abre las puertas para que contemplemos al Salvador, al Redentor, "Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación" (Primer Prefacio de Adviento). A una sociedad que anda sin rumbo la Iglesia le muestra al Mesías, al Señor… le dice que hay esperanza, que hay otros valores más importantes que el dinero, los negocios, el culto al cuerpo… que está el hombre, al que hay que salvar, que está Dios ofreciéndonos los bienes prometidos.
La Iglesia ora con realismo ante las necesidades de los hombres, no pone “paños calientes”, ni adorna con lenguajes confusos el sufrimiento del prójimo. Por eso nos ofrece el mejor remedio para la crisis, para todas las crisis: Jesucristo. La tarea de un cristiano es predicar a Cristo con la palabra y con las obras e intensificar la fe y la confianza en Él. Somos de la verdad.