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Portada:: Realidades eclesiales:: María Rosa Sillero, abadesa del Monasterio benedictino de la Ascensión en Zamora: “La vida consagrada es otra forma de amar a Dios, Alguien a quien no veremos en esta vida, pero que sin embargo nos da la capacidad de enamorarnos de Él”

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María Rosa Sillero, abadesa del Monasterio benedictino de la Ascensión en Zamora: “La vida consagrada es otra forma de amar a Dios, Alguien a quien no veremos en esta vida, pero que sin embargo nos da la capacidad de enamorarnos de Él”

Sat, 03 Mar 2012 15:00:00
 

Zamora/ESPAÑA.- María Rosa Sillero, es la abadesa del Monasterio benedictino de la Ascensión en Zamora desde el año 2008. Nació en 1938 en un pequeño pueblo de la provincia de Granada, llamado Fuentes de Cesna y su vocación religiosa creció con ella de una forma callada pero intensa, siempre supo que quería ser monja y el paso del tiempo no hizo más que reafirmar su decisión. Jesús era su mejor amigo y tenía claro que su vida sería para Él. Este Monasterio es su casa y las hermanas son su familia. Ante la próxima celebración de la Cuadragésimo Novena Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 29 de abril, María Rosa ha querido compartir con Análisis Digital su amor por Cristo Nuestro Señor y dar a conocer un poco más de cerca cómo es la vida en comunidad.

¿Cuándo y cómo sintió la vocación?

–No sabría decir cuándo ni cómo sentí la vocación; calladamente creció conmigo; no hubo ningún momento en que notara que algo nuevo nacía. Yo quería ser monja y no otra cosa. Nací en 1938 en un pequeño pueblo de la provincia de Granada, llamado Fuentes de Cesna y a las monjas las conocí cuando fui al colegio, a la capital. Pasaba el tiempo y continuaba sintiendo que Jesús era mi mejor amigo y, aunque también tenía otros, siempre soñaba con mi opción primera. Mi vida sería para Él, sin ninguna duda, y esta certeza –aunque le dí largas antes de decir: ahora–, por la mi-sericordia de Dios, la he mantenido hasta el momento.

A pesar de que me sentía inclinada a la vida contemplativa entré en una Congregación de vida activa, tenía 23 años. Allí me sentía a gusto; no obstante, algo continuaba dentro de mí que me empujaba al monasterio, y estando destinada en el Brasil, la llamada a la vida contemplativa fue creciendo y pedí pasar a la Orden benedictina después de 13 años en la Congregación. Mis superioras comprendieron mi petición y facilitaron el paso. Entré en este monasterio de la Ascensión en Zamora en 1961, donde llevo 37 años. Siento que es el lugar donde el Señor me esperaba, y como uno de los votos que hacemos es el de estabilidad, quiere decir que este será mi monasterio y esta será mi famila hasta que el Señor me llame. Soy la abadesa de esta comunidad desde el año 2008.

¿Cuántas hermanas forman la Comunidad?

–Actualmente somos 17 hermanas en este monasterio y 3 en una casa filial que tenemos en Costa Rica, en donde actualmente hay alguna chica haciendo una expereiencia.

¿Qué le ha aportado la experiencia monacal?

–En la Regla benedictina, cuando san Benito habla de la admisión de un hermano, dice que se tendrá muy en cuenta “si de verdad busca a Dios”. Esta frase me ha ayudado en mi recorrido monástico, porque intento tenerla presente cuando celebramos la liturgia, en la lectio divina, en la búsqueda de la voluntad de Dios, en el trabajo, en las relaciones comunitarias, en cada hermana, en los problemas y necesidades del mundo, de los que no puedo olvidarme, aunque viva dentro de los muros de un monasterio, porque allí también Dios se me hace presente. Me parece sumamente importante; cualquiera otra cosa que buscase fuera de Dios sería desoír esa voz. Por eso, cada día intento descubrirle, aunque con frecuencia, en la oscuridad de la fe; pero sé que Él está ahí, pasando por encima de mis debilidades.

¿Cómo cree que habla hoy Dios al mundo?

–Pienso que como siempre, aunque tal vez ahora tenga que levantar mucho más la voz. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI, “su mensaje es siempre actual, se introduce en el corazón mismo de la historia y es capaz de dar respuesta a las inquietudes más profundas de todo hombre”, lo que sucede – como leemos en la Verbum Domini–, es que “el inmenso horizonte de la misión eclesial, la complejidad de la situación actual requieren hoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios”. En resumen, creo que Dios habla por los acontecimientos, pero también continúa tomando a los hombres como comunicadores y altavoces de su Palabra. Entonces otra pregunta podría ser: ¿cómo hablo yo de Dios al mundo? Si soy “una carta de Dios”, como dice san Pablo a los corintios, ¿por qué la gente no sabe leerme? Un gran reto para nosotros los creyentes, ahora que debemos comenzar a evangelizarnos de nuevamente a nosotros mismos.

¿Cómo surgió la idea de crear este folleto para intentar mostrar la importancia de la llamada de Cristo?

–Aunque con anterioridad habíamos hecho otros, nos pareció que la JMJ era un buen momento para dar a conocer de nuevo nuestro carisma –”otro modo de amar”–, aunque de forma tan resumida como la que pide un tríptico. Fue en el noviciado donde con mucha ilusión se encargaron de confeccionarlo.

¿Hay crisis de vocaciones?

–En nuestro monasterio sí, como en tantos otros; la última juniora acaba de hacer su profesión solemne, por eso uno de los interrogantes comunitarios es qué medio emplear para conectar con chicas o personas que puedan relacionarse con jóvenes. Algunas monjas utilizan la red para ello. Sin embargo, como la continuidad no depende de nosotras, sino de Dios, lo dejamos en sus manos.

Entregar la vida a Nuestro Señor siendo religiosa o religioso, es otra forma de “amar”, como dice el folleto que han editado, ¿qué hay de diferente en este camino?

Contaré mi experiencia con el fin de contestar a esta pregunta. Siendo joven religiosa y hablando con una hermana mayor –de más de 90 años– me dijo: “Estoy enamoradísima de Jesús”. Yo pensé: Esto vale la pena; y deseé ser como ella. Era un modo de amar que me cautivó, tal vez porque el amor que sintió por Jesús aquella hermana continuaba intacto hasta aquel momento y eso me daba auténtica garantía.

Hay muchas maneras de amar, buenas todas, excepto las que sólo se buscan a sí mismas, ya que amar es salir de sí. Pero ciñéndenos a la vida consagrada sabemos que el objeto de nuestro amor va a ser Dios mismo, Alguien a quien no veremos en esta vida, pero que sin embargo nos da la capacidad de enamorarnos de Él, y a veces apasionadamente. En este sentido suelo expresárselo al Señor con el salmista por medio de uno de mis salmos preferidos (Sal 138): “Tú me sondeas y me conoces. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma”. Es obvio que también llegan las noches oscuras; entonces es cuando una se da cuenta de la propia pequeñez e infidelidad y del gran amor de Dios, que por medio de ellas va purificando y transformando nuestro corazón.

¿Qué actividades realizan en el Monasterio las Hermanas? ¿Cómo es un día cualquiera en el Monasterio?

–Nuestro medio de vida son las artes gráficas. Tenemos una imprenta y editorial (Ediciones Monte Casino) en la que todas las hermanas trabajamos: En ella publicamos la revista “Nova et Vetera” dedicada a temas de vida cristiana, y dos colecciones de libros: Espiritualidad monástica. Fuentes y estudios y Caminar con los Padres. Editamos obras que ayuden a que se conozca más el monacato, y también como un medio para colaborar en la difusión de la Palabra de Dios. En la imprenta igualmente trabajamos para más de una decena de revistas periódicas y atendemos las peticiones de autores que acuden a nosotras para publicar sus obras. Este trabajo, además de ser muy propio de monjes y monjas –recordemos el scriptorium de los monasterios medievales– es una forma de echar una mano a las necesidades de los más pobres.

Nuestra jornada monástica es bastante llena. Nos levantamos a las 6,30 para rezar maitines, a las 8 celebramos Laudes junto con la Eucaristía, sigue el desayuno, y de 9,30 a 10,30 lo dedicamos a la lectio divina. El trabajo a conti-nuación, hasta la hora de Sexta a las 13,30, seguida de la comida. Tenemos después un tiempo de recreación y otro rato libre hasta las 15,30 que rezamos Nona y a continuación el rosario. A las 16 comenzamos el trabajo de la tarde hasta las 19 horas. Tiempo libre hasta Vísperas, que celebramos a las 19,30. La hora siguiente hasta las 21, que es la hora de la cena es dedicado también a la lectio divina. Tenemos un rato de recreación y a las 22 terminamos el día rezando Completas en donde damos gracias a Dios por la jornada y pedimos perdón por nuestros fallos. Los domingos y festivos la distribución se altera un poco.

Paloma Fernández de Cárdenas







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