Este año, el grupo de laicos redentoristas de PS Madrid (junto con miembros de otros grupos de la parroquia) hemos tenido la suerte de participar en una Pascua misionera en cuatro pueblos situados en el parque natural de la Sierra de Tejeda, Granada. En medio de un paisaje montañoso y lleno de olivos, rodeando al pantano de Los Bermejales se encuentran los pueblos de Jayena, Arenas del rey, Fornes y Pantano. Hasta allí llegamos el miércoles santo unas treinta personas (niños incluídos) para acompañar a Pedro López y a Juan Antonio González, misioneros redentoristas, y animar las celebraciones en estos cuatro pueblos. Nos alojamos en tres casas de Jayena, y ya el mismo miércoles nos dividimos en dos grupos para acompañar a los dos sacerdotes. Un grupo se quedó en Jayena y acompañó a Pedro en el Via Crucis de los niños, y el otro grupo se marchó con Juan Antonio para conocer el pueblo de Arenas del Rey.
A partir del Jueves Santo, la dinámica fue siempre la misma: quedábamos a las 10’30 en la iglesia de Jayena para la oración, abierta a todos los del pueblo que quisieran venir. Tras la oración, el grupo se reunía en los salones de la casa parroquial y teníamos una reflexión en común preparada por algunos del grupo. El Jueves Santo se habló de las personalidades y sentimientos de los doce apóstoles el día de la última cena; el Viernes Santo reflexionamos acerca de las preguntas que nos suscita la cruz; y el Sábado Santo nuestra meditación giró sobre el abismo de silencio y ocultamiento de Dios que significa este día.
Tras la reflexión nos dividíamos en grupos para preparar las celebraciones propias de cada día y también para preparar la comida. No resultaba fácil ninguna de esas tareas. Al tener que animar cuatro pueblos, nos tocaba repetir celebración y por tanto había que preparar muchos símbolos, cantos, etc. Y en cuanto a las comidas… no es sencillo calcular cantidades o guisar para más de treinta personas. Pero todo ha salido maravillosamente. Por la tarde, a eso de las cuatro, cada grupo salía con los coches para animar las celebraciones de sus pueblos correspondientes. El Jueves Santo, los oficios y la hora santa; el Viernes santo, los oficios y el Via Crucis con procesión por los pueblos de Arenas del Rey y Jayena. Y el Sábado Santo por la noche las cuatro Vigilias de Resurrección con sus correspondientes chocolatadas.
Aunque llevábamos las celebraciones y los cantos pensados, no intentábamos imponerlos a nadie. Lo primero que hacíamos al llegar a cada pueblo era preguntar si ya tenían algo preparado. Si ya lo tenían, nos uníamos a sus celebraciones y cantos, y si no lo tenían les ofrecíamos lo que llevábamos y lo realizábamos entre todos. Resultó una experiencia inolvidable de verdad ver como el último día venían todos los que habían estado en las celebraciones a despedirse de nosotros con besos y abrazos, a darnos las gracias, a pedirnos que volviéramos… No solo ha resultado enriquecedor conocer a tanta gente de esos cuatro pueblos; también ha sido una experiencia muy positiva convivir entre nosotros esos cuatro días: reflexionando, orando, celebrando, comiendo, riéndonos… porque casi podríamos decir que en nuestro grupo de misioneros estaban reunidas prácticamente todas las generaciones: niños, jóvenes, adultos… y todos los estados civiles: solteros, casado y religiosos. En fin, y resumiendo, si queríamos tener un ejemplo del Reino de Dios en la tierra, creo que hemos tenido la suerte de vivirlo en estos cuatro días de Pascua misionera.
Pilar Hernán
Misionera Laica del Stmo. Redentor
