Madrid/ESPAÑA.- El pasado viernes, 25 de mayo, hubo fiesta en el Consejo de Misiones, la “Casa de los Misioneros”. Una fiesta pequeña. Éramos unos cuarenta… Pero había sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos y alguna familia cuyos hijos rompían con sus juegos algunos momentos de silencio.
Una fiesta que, tras la breve lectura de las Víspera, las palabras de D. Anastasio Gil, Director Nacional de las OMP, con cuya grata presencia contamos, recordaba a aquellas comunidades de los primeros cristianos reunidos ante el apóstol al que daban cuenta de sus experiencias de misión.
Aquí también, cada uno de los asistentes compartió sus años (la mayoría más de treinta) en la misión, dando a conocer a Jesús en todo el mundo… América, Asia, Oceanía, África, Europa… había de todos los Continentes. Oyéndoles hablar con tanto entusiasmo y orgullosos de dedicar toda su vida a los más necesitados… no parece que estén en la retaguardia de la Misión. Y oír hablar a sus padres y familiares con ese orgullo cristiano, a pesar de todo lo que les cuesta su ausencia… es algo que hace sentir envidia y alegría, en este mundo que con demasiada frecuencia se olvida de lo transcendente y se estanca en el hedonismo.
Un breve video sobre la reciente JMJ rememoró a esa Iglesia que produce tales apóstoles.
Y al final, como no podía ser menos, el tú a tú ante un pequeño ágape. Toda una fiesta cristiana, misionera, fraternal…