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Las goteras de la iglesia

Wed, 28 Aug 2013 16:54:00
 
RUFO GAMAZO RICO / LA OPINION DE ZAMORA

No está en mi intención jugar a la metáfora con el título de este artículo, aunque bien podría hacerlo. No pienso en las goteras de la Iglesia santa, una y católica, que no son pocas para el decidido afán del papa Francisco por sanearlas. Me refiero a las goteras del templo parroquial de mi pueblo, Villalonso como sabe mi fiel lector. En la misa solemne en honor de la Virgen de los Mozos, el celebrante don Francisco Ortega Vicente terminó su homilía avisando de la situación lamentable del tejado del templo y pidiendo ayuda para la imprescindible y urgente obra de retejo. Es don Francisco un cura joven, de palabra fácil y gesto abierto y desenfadado; encargado de la pastoral de varios pueblos, participa con el disminuido clero diocesano en el apostolado itinerante que Jesús ordenó a sus discípulos: id y enseñad; misioneros de sandalia, que Dios bendice los pies cansados del caminante.

Don Francisco aprovechó la presencia de hijos del pueblo que, residentes en otros pagos, habían venido a la fiesta; lógicamente los supondría dispuestos a escuchar la voz de alarma y contribuir a librar del peligro la iglesia donde fueron bautizados. La ruina de los edificios suele comenzar por el tejado antes que por los cimientos. Por eso el retejo es la obra más frecuente en los templos. En algunos casos la pobreza y la escasez de colaboraciones obligaron a vender imágenes y retablos porque lo primordial era la conservación del templo y consecuentemente de sus enseres y obras de arte. Para sufragar el saneamiento de la señera cúpula catedralicia aquejada de filtraciones, el cabildo vendió al Ayuntamiento de Madrid dos tapices de sus envidiadas colecciones; la Casa de la Villa les confirió el honor de dar nombre -Sala de Tapices- a uno de sus nobles espacios: otro es el Salón Goya donde se exhibe la Alegoría de Madrid, del genial pintor.

Hace unos años, gracias al interés del muy activo párroco don José Guerra se llevó a cabo una ambiciosa obra de reparación y modernización del templo parroquial de San Martín. En aras de la comodidad de los fieles, fue instalado el servicio eléctrico y entarimado el suelo; la madera cubrió las losas epigrafiadas con los datos de los enterrados, que a fuerza de leerlos aprendí de memoria; me parecía que aquellos enterramientos daban a la iglesia de mi pueblo cierto empaque de catedral o basílica. Como los viejos tenemos la memoria pronta a evocar tiempos y cosas lejanos, siempre que entro en la iglesia de mi pueblo, me entretengo en figurármela tal como era, señalar los cambios y recordar las cosas que faltan.

Al igual que de otros templos, el vendaval posconciliar se llevó el púlpito con su tornavoz y escalera. Parece paradoja que cuando se ha atribuido mayor importancia en la liturgia a la palabra, se ha eliminado en los templos el tradicional arengario de la oratoria sagrada. El pueblo fiel prestaba inalterada atención al sermón; se cuenta que en el tiempo dorado de las letras, los madrileños iban te templo en templo por escuchar a predicadores de moda, barrocos o fraygerundinos. Al no haber púlpito, hoy el predicador no tiene que esmerarse en ponerle el paño ni la feligresía en colocarse en trance de oyente. Junto a las altas ventanas de la iglesia de mi pueblo, había unas cortinas negras; cuando iba a comenzar el sermón, las corría el sacristán Alberto; la penumbra se conjugaba con el silencio y la palabra del predicador parecía más profunda y convincente: las negras cortinas cumplían su función.

En las fiestas de los pueblos, incluido el mío, se manifiesta un firme empeño por mantener y consolidar las tradiciones religiosas, aferrándose a lo suyo a pesar de las solicitaciones contrarias y la petulante rechifla de politiquillos y progresistas aspirantes a campeones de un laicismo primario. El pueblo es como es y el político honesto debe esmerarse en entenderlo y no contrariar sus sentimientos, creencias y costumbres. ¿Cómo gobernar democráticamente -«con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo»- si no lo entienden y respetan?







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