Majestad, la Fe nos enseña, no solo a desearle salud a cualquiera, sino a amar a nuestros enemigos. Así que, espero que se recupere idóneamente, le lleve el tiempo que sea necesario. Lo que Usted hace lo puede hacer su sucesor y, en el peor de los casos, conforta saber que tenemos al Rey Eterno, que nos quiere igual a Usted y a mí con infinito Amor. En estos días de obligado recogimiento para Su Majestad, seguramente reflexionará sobre muchas cosas, pues los años vividos nos dan pie para ello. Fíjese qué puedo contarle yo:
Tengo una hija dependiente casi al 100 %. Padece de esquizofrenia, entre otras patologías adquiridas en la incubadora, ya que nació con 6 meses escasos de gestación. Con 17 años era una de las 4 primeras alumnas en un Instituto con alto grado de exigencia para los aprobados. Cuando en 2º vio que le iba a quedar alguna asignatura para septiembre, nadie fue capaz (ni siquiera yo) de convencerla de la falta de importancia de ese hecho que era, y es, tan común entre los estudiantes. Así que unos meses apesadumbrada, y ¡se presentó doña tormento y amargura infinitas! Ahora, tras 25 años de este padecimiento, se encuentra muy deteriorada y necesita de una asistencia social más rigurosa, pues desde hace unos 5 años padece de cliptomanía y síndrome de Diógenes, que los poderes públicos le “regatean” por la falta de recursos existentes y, sus padres, aunque le daríamos la vida, no podemos ponernos a pensar qué centro privado sería el mejor pues son tan caros que ni siquiera una familia de clase media, medianita, puede permitirse y menos con otros 3 hijos mayores en paro, sin trabajo y sin prestación por desempleo.
En la segunda quincena de julio pasado, un sábado, me sorprendió la llamada de la policía. Mi hija había entrado en El Corte Inglés, había sustraído un tubo de crema (que ella ni se pone) valorado en 17 euros, y el servicio de seguridad de dicho centro, siguiendo el protocolo de actuación en estos casos, llamó a la policía que se personó de inmediato. Cuando yo llegué no había transcurrido ni una hora, y todavía mi hija seguía muy nerviosa, afectada primero por ser sorprendida y más tarde por el encuentro con los agentes de policía a quienes puse al corriente de que se trataba de una persona enferma de esquizofrenia, incapacitada legalmente mediante sentencia judicial. Aquél nerviosismo podía haber dado paso a un ataque de epilepsia (ya le han dado en 2 ocasiones) y a un infarto. Uno de los agentes le dijo a otra persona del servicio de seguridad si después de lo sabido seguían adelante con la denuncia respondiendo ésta afirmativamente. Había que seguir, como digo, el protocolo y la denuncia siguió para adelante. Nos lo confirmó la llamada de un agente, unas 2 ó 3 horas más tarde, que requería, insistentemente, la presencia de mi hija para que ésta declarara y poder seguir el procedimiento. Al querer hacer saber a dicho agente la realidad de mi hija, no quiso saber nada al respecto. El sólo tenía que hacer que la denuncia estuviese en el Juzgado el lunes siguiente a primera hora. Finalmente se personó en las oficinas policiales mi hija mayor que pasaba unos días con nosotros, declarando sobre el tema, pues a mi marido y a mí las fuerzas, a estas alturas y en aquella circunstancia, nos abandonan.
Ya ve Majestad, en este caso no se ha equivocado ningún funcionario, ningún responsable y, por supuesto, nadie va a dimitir. Se ha tratado igual a una persona enferma, incapacitada por un Juez, que a un delincuente habitual. Lamentablemente, en la práctica, este comportamiento de la enfermedad, es de cierta frecuencia ya que se trata de una enfermedad crónica muy grave que deteriora poco a poco la mente de la persona que la padece a pesar de los tratamientos que, por otra parte, tienen también sus efectos secundarios. La enfermedad no discrimina, destroza la mente y la vida de quien la padece y las vidas de los demás miembros de su familia. ¿De qué sirven?:
Art. 9.2 CE “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.”
“Art. 10.1 La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social. 2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
“Art. 14: Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
“Art. 15: Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.”
“Art. 24.1 Todas las personas tienen derecho a obtener tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión.”
Yo quiero participar, quiero que se me oiga, sin el estigma que las familias padecemos, también, de estar influenciados por la carga emocional que sufrimos. ¿Quién puede aportar lo que nosotros? No somos psiquiatras, pero conocemos y sabemos mucho del enfermo concreto, ya que somos sus cuidadores informales, que es nuestro hijo o nuestro hermano, y somos titulares de los derechos enunciados en los artículos referidos.
Y quisiera, Majestad, que en estos días en los que tanto tiene que reflexionar por el bien de España, mirara un poco hacia la gran familia de éste colectivo que merece que usted tenga a bien pronunciarse públicamente dándoles su apoyo. Es una ocasión que todos merecemos sea aprovechada por Su Majestad, pues Dios espera, mucho más de todos, y el próximo día 10 de octubre, en que celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, todos, incluso Usted, debemos sacar la mejor nota.
