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Domingo III de Adviento

Sat, 13 Dec 2014 23:39:00
 
Mn Joan Manuel Serra i Oller

¡Juan el Bautista viene a dar testimonio (martirio) de la luz! Y el texto griego repite la palabra "martirio" tres veces.

 

Vale la pena releer el texto que acabamos de escuchar:

"Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venia como testigo (mártir), para dar testimonio (martirio) de la luz, para que por el todos vinieran a la fe. No era el la luz, sino testigo (mártir) de la luz."

 

El que viene a ser mártir de la Luz, se llama Juan, que en hebreo significa "Dios es Misericordia."

 

Y la "Miseri-Cordia" es el Corazón de Dios volcado sobre la miseria del hombre. Para levantar al hombre de su miseria, de su pecado.

 

Dios Misericordioso, Dios Amor, viene a Salvar al hombre del pecado (le pondrás por nombre "Jesús", porque el salvara del pecado a su pueblo).

 

El pecado que hace sufrir al hombre, que desgarra el corazón del hombre, que esclaviza el corazón del hombre.

 

Escuchemos de nuevo los que nos ha dicho el profeta Isaías:

 

"El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad."

 

Nosotros, como bautizados (sacerdotes, profetas y reyes), también somos enviados a dar la buena noticia del Amor de Dios a los que sufren bajo el yugo pesadísimo del pecado.

 

Somos también, como Juan, la voz que grita en el desierto de este mundo tan secularizado. Gritamos, para que se nos oiga, algo que el mundo no quiere oír, pero es lo único que necesita saber para ser feliz: que Dios ama tanto al mundo, que le ha dado a su Único Hijo, no para condenar al mundo sino para salvarlo.

 

Hoy la Iglesia celebra la memoria de un gran Santo, enamorado de Dios: San Juan de la Cruz.

 

Podríamos decir que, tanto San Juan de la Cruz, como Santa Teresa de Ávila, son los maestros de la Noche Oscura del alma.

 

Nos animan a nos desfallecer en la vida de oración, cuando ésta se hace difícil y no sentimos la presencia de Dios y sus consolaciones.

 

Nos vienen a decir los maestros de la mística que no busquemos a Dios por las consolaciones que nos da, pues las consolaciones de Dios, no son Dios.

 

"No busques las consolaciones de Dios, busca al Dios de la Consolación".

 

¡Busca a Dios por lo que Dios es, tu Creador, tu salvador, tu Todo!

 

Si eres fiel a Dios en medio de la temible noche oscura del alma, no dudes que vas a llegar, en la séptima morada de tu castillo interior a la íntima unión esponsal con tu Dios, tu Todo.

 

San Pablo lo ha resumido de una manera más sencilla, en la segunda lectura: 

 

Hermanos: Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión; esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad.

 

Nos disponemos a celebrar la Eucaristía, el más esponsal de los sacramentos. Aquí celebramos una Alianza nueva y eterna sellada con una sangre derramada en la Cruz.

 

Tanto si estamos en la consolación como si estamos en la noche oscura de la desolación, queremos, con María, decir, de corazón:

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador...

 







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