Pérez-Reverte quiere ver a un Obispo preso por opinar: ¡qué gran demócrata!

Monseñor Reig Pla reiteró la doctrina católica sobre diversos temas en un triduo pascual en la Catedral de Alcalá de Henares. Las palabras del Obispo han provocado las iras del lobby progre, pero también una colosal salida de tono de un escritor al que la fama se le ha subido tanto a la cabeza que ya se cree no sólo con derecho a insultar a los que no opinan como él, sino también a pedir su encarcelamiento y destierro.

Esta tarde y a través de su Twitter Arturo Pérez-Reverte ha dado rienda suelta a su talante más dictatorial. A las 19:18h escribía lo siguiente:

A las 19:22h, y siguiendo con sus ataques contra Monseñor Reig, Pérez-Reverte pasó sin más al insulto:

Aún no había acabado ese minuto cuando Pérez-Reverte reclamó sin rodeos un castigo contra ese Obispo, proponiendo su encarcelamiento o su destierro:

Desde luego, si Pérez-Reverte quiere ver a Obispos castigados con la cárcel o el destierro por manifestar sus creencias, lo tiene muy fácil: váyase a dictaduras como China o Corea del Norte, donde por lo visto comparten su peculiar idea de la libertad de expresión y de la libertad religiosa. Por si la variedad de destinos le parece escasa, aquí tiene una lista de países que persiguen a los cristianos de diversas confesiones. A lo mejor la lectura de lo que sufren allí por defender su fe le anima al escritor a no calentarse la tecla y a no escribir la primera burrada que se le ocurre, por muy interiorizada que la tenga.

Ciertamente la homilía de Monseñor Reig puede gustar o no, pero este Obispo se ha limitado a reiterar criterios de índole moral y espiritual. Reig Pla no ha pedido la cárcel ni el destierro ni tan siquiera ha sugerido multas contra los que no comparten su forma de pensar. El Obispo, igual que toda la Iglesia Católica, se ha limitado a proponer un estilo de vida -proponerlo, no imponerlo- y a recordar a los creyentes las consecuencias en el más allá de las elecciones que uno hace en esta vida. Al escritor le puede gustar o no la homilía, pero Monseñor Reig está en su perfecto derecho de pronunciarla.

A lo que no hay derecho es a que un tipo sobrado de sí mismo exija al Estado que encarcele o destierre a aquellos que no opinan como él. Lo que pide Pérez-Reverte es propio de una dictadura, y de hecho así se comportan algunas dictaduras con los católicos a los que él ha insultado. Desde luego, entre ese escritor insultón con su vena dictatorial y el Obispo de Alcalá, me quedo con el segundo. Y es que no imagino a Reig Pla pidiendo la cárcel para Pérez-Reverte por discrepar, ni tan siquiera por insultarle y por pedir que le encarcelen y le destierren. El Obispo de Alcalá, insisto, propone un estilo de vida, mientras que Pérez-Reverte busca imponer lo que se puede decir o no en una homilía, conforme a sus personales gustos. Y mientras el Obispo propone sin insultar, el escritor suelta su soflama liberticida jalonada de insultos contra la persona a la que quiere convertir en preso o desterrado. No veo ningún inconveniente en vivir en una sociedad en la que personas como Monseñor Reig propongan estilos de vida sin insultar. Lo que tengo muy claro es que no me gustaría vivir en una sociedad dominada por los modos y exigencias despóticos del escritor cartagenero, una sociedad donde las cárceles y el exilio fuesen el destino de los discrepantes.