CAMINEO.INFO.-
JONÁS 3,1-5.10
SALMO 24
CORINTIOS 7, 29-31
MARCOS 1, 14-20
Hoy las tres lecturas pretenden comunicarnos una misma actitud: aprovechar el momento presente, responder ya al Señor, con generosidad, con espíritu de conversión…
A veces nuestra fe está un poco adormecida, es una fe que se vive como costumbre, una fe tradicional, sin demasiada referencia a la vida real, una fe, a veces más teórica, más nocional, que real.
Y ante esto, hoy, la Palabra de Dios nos transmite un sentido de urgencia en responder al Señor. Hoy Dios nos exhorta a nosotros a responder ya al Señor.
En la primera lectura se nos muestra como el pueblo de Nínive acoge la llamada a la conversión que hace Jonás con prontitud y con radicalidad.
En la segunda lectura el apóstol Pablo nos dice que “el momento es apremiante”. Y empieza diciendo “desde ahora … “ (“los que tienen mujer... los que lloran... los que están alegres... los que compran… los que negocian... “). Y, en todos estos ejemplos, propone vivir las realidades terrenas de otra manera, bajo otra perspectiva,… vivirlo todo en función del Reino de Dios. “Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo se os dará por añadidura” (Mt 6, 33)
Y en el evangelio el mismo Jesús comienza diciendo: “Se ha cumplido el plazo”. Y las primeras palabras de Jesús en el evangelio de Marcos son: “está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”. Y no es una casualidad que cuando Jesús llama a sus discípulos dos veces aparece la palabra “inmediatamente”.
Por lo tanto, captamos con claridad, en las lecturas de hoy, este sentido de urgencia en la respuesta al Señor.
Y esta Palabra no la podemos ver como una cosa del pasado, porque entonces ya no sería lo que leemos Palabra de Dios sino palabra de los hombres. Es Palabra de Dios porque es una palabra viva a través de la cual hoy Dios nos exhorta a nosotros.
Hoy, se nos llama, a través de la Palabra, a seguir al Señor (es a nosotros que hoy Jesús nos dice: “Venid conmigo”) y que lo hagamos inmediatamente, con radicalidad, con espíritu de conversión…
Por tanto, hoy se nos llama a que nuestra fe sea.... Una fe que nos haga vibrar, una fe que nos despierta de nuestra pasividad, una fe que nos mueve a actuar, una fe que sacia nuestro deseo de felicidad, una fe que nos hace descubrirnos como hombres, una fe que no es un “fardo” sino que nos da alas. Una fe que hace la vida más humana, más intensa, más digna de ser vivida. Si la fe no es así no vale la pena ser vivida.
Alguien podrá decir: “Todo esto es un poco general, ¿y en concreto qué?”. ¡No tengo ni idea!.... Para cada uno la concreción es diferente. Yo entiendo las homilías como la puerta de entrada a una reflexión, a una oración posterior, donde la persona pone delante de Dios lo que ha escuchado, para que el Señor le de su luz y le ayude a concretarlo en su vida.
Y es en este espacio de oración donde unos entenderán que el Señor les pide un giro copernicano en su vida espiritual, otros descubrirán que en su vida hace falta que haya más intimidad con el Señor, otros que podrían vivir una obertura más grande a los demás que les haría más felices, otros descubrirán la necesidad de perdonar verdaderamente a aquel que los hirió,...
El Señor nos hará conocer que hay ciertas cosas que no las pueden dejar para más adelante, nos hará conocer que no podemos seguir posponiendo ciertos cambios en nuestra vida. Es este el sentido de urgencia del que nos habla hoy la Palabra de Dios.
Y todo esto para que la Buena Nueva, la Buena Noticia, sea verdaderamente Buena Noticia que cambia la vida.
Y todo esto para que el Reino de Dios (que es un ofrecimiento) no esté cerca, sino que se haga realmente presente en nosotros para que lo acojamos con fe.
Los discípulos de Jesús lo vivieron y experimentaron: realmente Jesús es una buena noticia, que transforma nuestra humanidad y hace que Dios reine en nosotros.
Que en nuestra oración el Señor transforme nuestros corazones para poder experimentar que realmente Jesús es una buena noticia, que transforma nuestra humanidad ...
