Todavía quedan seis o siete meses de trabajo; luego, antes de que termine el año, la comisión internacional que se ocupa sobre las apariciones de Medjugorje (presidida por el cardenal Camillo Ruini) terminará sus trabajos con un pronunciamiento que será sometido a la Congregación para la Doctrina de la Fe y después al Papa Benedicto XVI. El viernes el cardenal fue recibido por el Papa para discutir sobre el desarrollo de la investigación.
Cuando Ratzinger instituyó este grupo de trabajo, en 2010, el director de la Sala de prensa de la Santa Sede dijo que «no es la comisión misma la que toma las decisiones, ni pronunciamientos definitivos, sino que ésta ofrece el resultado de su estudio, su voto -como se dice en términos técnicos- para la Congregación que después adoptará las decisiones del caso».
Cuando comenzaron las apariciones de Medjugorje se creó una comisión diocesana, que después pasó a manos de la Conferencia episcopal de la entonces Yugoslavia, pero que nunca logró pronunciarse sobre los fenómenos, y concluyó, en 1991, con la siguiente declaración: «non constat de supernaturalitate», es decir que no consta lo sobrenatural. Se trata de la clásica expresión prudente que se usa en ausencia de obispos capaces de aprobar o de rechazarlo, signo de que no había elementos suficientes para decir un “sí” definitivo, y tampoco había pruebas de que se tratara de una estafa como había sostenido el obispo de Mostar.