En la Congregación de la Fe no se impide el diálogo, afirmó el Cardenal Müller

“Como la Iglesia es muy grande, el trabajo de la Congregación para la Doctrina de la Fe es desempeñado en equipo, es decir en el intercambio entre las tendencias teológicas y escuchando al otro”, destacó el Card. Müller en la universidad de Lovaina, al participar en el congreso sobre “Una Iglesia en diálogo”. El purpurado reflexionó sobre “la necesidad del diálogo en la Iglesia, en particular en sus instituciones”, y describió cómo actúa su dicasterio, el mismo que “muchos califican como una instancia de “no-diálogo”. Parecería que el magisterio impide un auténtico diálogo; parecería que, al evocar constantemente el depósito de la fe, cerraría la puerta al debate sobre las cuestiones; parecería que sofocara el diálogo. Pero no es así”.

“Puesto que la Iglesia es muy grande, el trabajo de la Congregación para la Doctrina de la Fe debe ser desempeñado forzosamente en equipo, es decir en el diálogo, en el intercambio entre las tendencias teológicas y escuchando al otro”, destacó el cardenal Gerhard Ludwig Müller durante el discurso pronunciado en la universidad de Lovaina, en donde participó en el congreso internacional organizado por la Conferencia Episcopal de Bélgica “Omnes Gentes” sobre “Una Iglesia en diálogo, releer el Concilio Vaticano II”.

En su intervención durante la apertura del congreso, el purpurado reflexionó sobre la “necesidad del diálogo en la Iglesia, en general, y en particular en sus instituciones”, y describió como ejemplo las actividades que lleva a cabo su dicasterio, el mismo que “muchos califican apresuradamente como una instancia de “no-diálogo” y de rechazo del diálogo. Parecería que el magisterio hiciera imposible un diálogo auténtico; parecería que, al evocar constante y tenazmente el depósito de la fe, cerraría la puerta a las discusiones sobre las cuestiones pendientes; parecería que sofocara el diálogo. En realidad –garantizó– las cosas no son de esa manera”.

En realidad, explicó el cardenal Müller, “las cuestiones pendientes son analizadas constantemente por los responsables de los expedientes (40 personas de todos los continentes), para después ser tratadas con los superiores de las Congregaciones en una reunión semanal. Además, los casos más complejos son enviados a 25 asesores que se reúnen regularmente para discutir sobre ellos desde un punto de vista teológico. Y, finalmente, las decisiones fundamentales son tomadas por los miembros, unos treinta entre cardenales y obispos, en la asamblea mensual del dicasterio. Después son presentadas al Papa durante una audiencia reservada”.+