Madrid/ESPAÑA.- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presidió el domingo 8 de enero, festividad del Bautismo del Señor, una Eucaristía en la Catedral de la Almudena en la que se impartió el Sacramento del Bautismo a cinco niños.
En su homilía, hizo alusión al bautismo del Señor para comprender “el bautismo de estos niños y la decisión de sus padres de traerlos aquí esta mañana para que sean bautizados”. Para el Cardenal, “Jesús va a comenzar su vida pública y se prepara para ello: una vida de predicación, de anuncio del Reino de Dios, de convocatoria de los discípulos, de la formación de la Iglesia. Los primeros pasos de la Iglesia se producen cuando Jesús llama a doce hombres para que le sigan, luego le sigue el pueblo, otros muchos discípulos... Se produce una especie de revolución, de gran conmoción en el pueblo, que dura tres años y que termina con la muerte de Jesús y con su Resurrección”.
Explicó que al llegar el momento del comienzo de su vida pública, “el Señor se revela colocándose en una fila de pecadores que iban a pedirle a Juan, el último profeta de Israel”, que está predicando “la inminencia de la llegada del Mesías, pero que sobre todo está pidiendo que cambie de vida, que se convierta de una vida de pecado a una vida de aceptación de la ley y de la primacía de Dios”. Jesús “pide el bautismo a Juan”. Juan no lo entiende, “pero Jesús insiste, y Juan le bautiza en el río Jordán”, y “el Espíritu Santo en figura de paloma se posa sobre él”. “Esto muestra que lo que Él viene a hacer es procurar que el hombre se convierta, que cambie de vida, que termine con ese principio de pecado y de mal que anida en su corazón y en lo más íntimo de su ser”.
Con este gesto del bautismo, explicó, “el Hijo de Dios quiere llamar la atención sobre lo que viene a hacer y el servicio que quiere prestar al hombre”, y para ello “se somete a la necesidad de decir: hay que purificarse, con un signo externo de agua que te limpia el cuerpo igual que el agua espiritual te lava y te purifica el alma. Y la revelación se hace plena cuando se sabe por la voz de Dios, por el signo del espíritu, que, efectivamente, es así”.
Jesús “es el personaje clave para que Dios reine de nuevo en la vida del hombre, para que el espíritu lo cambie por dentro, lo transforme y lo haga un hombre nuevo. Desde entonces, la misión de Jesús queda clara. Y va a anunciar que con Él va a reinar Dios”.
A pesar de que el hombre sigue pecado, afirmó que “se puede decir, desde el día del bautismo del Señor, sobre todo desde la resurrección de Jesucristo, que Dios reina” ya que cada hombre puede “procurar que Dios reine en su vida, o que el reino de Dios vaya progresando en el corazón del hombre y del mundo”. Por tanto, añadió, “ese rito del bautismo adquiere desde entonces un significado nuevo: a través de él Jesús llega al hombre y le da lo que Él muestra que se recibe cuando se bautiza uno de verdad en su nombre: recibir el don del Espíritu Santo, poder ser un hombre nuevo, un hombre de Dios, y una persona de los hombres”. Y es que, aseguró, “vivir en Dios lleva al hombre a hacer el bien a los demás. Cuando uno pierde la relación con Dios, abandona el camino del reino de Dios en su vida, su gracia, y no puede hacer bien a los demás”.
Recordando que comenzamos un año “de muchos problemas, angustias”, con la crisis, y se preguntó si “los hombres vivimos dejando que Dios reine en nuestras vidas”. “Perder la fe o no vivir con fe ocurre, pero no deja de ser una gran desgracia para el hombre”. Por ello, pidió que “lo que hemos recibido el día de nuestro bautismo, lo que somos desde ese día, lo que podemos ser siempre y cómo podemos vivir de tal manera que eso que hemos sido y somos desde el día de ese bautismo, florezca en nuestra vida”, porque “lo importante es no abandonar la luz de la palabra de Dios. La presencia de Cristo en la vida, el reconocimiento de la verdad, de su ley y acogerse a su gracia, es ser santo y es continuar en la vida lo que uno recibe el día del bautismo”.
Invitó a “apreciar ese don y esa gracia que hemos recibido, y ponerla en práctica. Todo mejorará, saldremos de la crisis”.
Concluyó pidiendo por los niños que iban a recibir el sacramento del bautismo durante la Eucaristía, y recordando a sus padres y padrinos “la responsabilidad que asumen de que el don que reciben en el bautismo no lo pierdan con el paso de los años, sino que ayuden a los niños a hacerlo más real en sus vidas”. “Que la Virgen los guarde” y acompañe “a sus padres, para que se haga posible que sus hijos crezcan en el amor y la gracia de Dios”.
