Madrid/ESPAÑA.- El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presidió en la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo (la Candelaria) una Eucaristía con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que este año ha sido convocada con el lema “Ven y Sígueme (Mc 10, 21). Vida Consagrada y Nueva Evangelización”. La Misa estuvo concelebrada por el Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. Fidel Herráez, y el Vicario Episcopal de la Vida Consagrada, Joaquín Martín Abad, además de cerca de sesenta sacerdotes de la Diócesis.
En su homilía recordó que hace pocos meses celebrábamos “un gran acontecimiento, una gran vivencia y una gran experiencia que fue la JMJ”, tanto en el proceso de preparación como en el de celebración de la Jornada y agradeció a las comunidades su oración “intensa”, al tiempo que pidió que “dé muchos frutos”. Por ello, señaló que esta Eucaristía de “acción gracias por la JMJ” es también una “gran oración y súplica por los frutos para la vida consagrada”. Para el Cardenal, todos sabemos lo que significa “para la vida y la santidad de la Iglesia”.
Hizo alusión a Israel y dijo que “una cultura que no conoce a Dios, no conoce al hombre” y es un desastre “personal -en la vida propia- y colectivo -cuando la sociedad y los pueblos se alejan de Él, lo interpretan o hablan de Él de una manera falsa”. “Toda la historia de Israel se puede interpretar como una búsqueda al encuentro de Dios vivo”, añadió.
En este sentido, subrayó que “María entra en la historia desde el primer momento a fondo dándose a esa gran aventura de Dios. Lo hace aceptando la luz, ser Madre de ese Hijo de Dios hecho hombre. Acepta vivir esa maternidad en virginidad, una relación virginal para sintonizar con el camino de Dios”. El Cardenal destacó que en el misterio de la presentación de Jesús en el templo al Padre, “se abre una perspectiva para comprender el secreto de esa ofrenda: La fuerza de María para ser Madre de ese Hijo que se va a ofrendar. El gran secreto era el amor de Dios al hombre, era la forma de amar, haciéndose hombre. Y cómo la madre acepta su vocación”.
También, se refirió a cuando el Papa habló a los seminaristas en la JMJ “de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote y de su vocación y de la Eucaristía”. Por ello, prosiguió, “no podemos separar el amor de Dios de la experiencia del amor de Cristo” y en este año 2012: “vamos a recordar lo que es más importante, lo que caracteriza y tiene que brillar en nuestra vida: la entrega a Dios y no de cualquier modo sino del modo radical de Cristo”.
Subrayó que “no es de extrañar que sin los consagrados y consagradas no se da el camino de la verdadera santidad” y comentó que “el Papa nos ha convocado para un nuevo impulso de la evangelización en el mundo, nos dice: ¡decidle sí a Dios!”. “Cuatro Vientos fue providencial, quedó lo esencial y sigue siendo lo esencial”.
Concluyó afirmando que “intentamos de tantos modos querer edificar la casa sin Él y se nos cae”. “Vamos a vivir este día acción de gracias por la JMJ, por haber sido llamados para seguir al Señor. Una oferta para vivir el amor de Dios a fondo, en toda su verdad, en la comunión de la Iglesia, con profundo servicio al Señor”.
