Santiago de Compostela/ESPAÑA.-El arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio, ha escrito una carta titulada “Velar por Dios y velar por el hombre. Volver a Dios y volver al hombre”, en la que reconoce que la Cuaresma “es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitaria”.
Para Mos. Barrio, “la conversión recupera al hombre para la salvación y la santidad en la experiencia de la relación personal con Dios, sabiendo que sólo alcanzaremos esa conciencia humilde en la medida en que nuestra oración nos abre al conocimiento de la voluntad de Dios y nos da fuerza para cumplirla”. En este sentido, “urge revitalizar nuestro bautismo, comprobando si las promesas bautismales tienen incidencia en nuestra vida” y advierte que “nuestro drama como cristianos es terminar viviendo como quienes han renunciado a la santidad bautismal”.
Por tanto, prosigue, “la Cuaresma nos ofrece la oportunidad de profundizar en la importancia de la Palabra de Dios, del ayuno y de la caridad para asumir nuestro compromiso cristiano”, al tiempo que destaca que “el ayuno que Dios quiere es compartir nuestro pan con el hambriento, ayudando a tantas personas que están reclamando nuestra solidaridad, no sólo con lo que nos sobra sino incluso con lo que necesitamos; acompañar a los que están enfermos en su cuerpo o en su espíritu; y denunciar toda injusticia”. Y sobre la caridad, afirma que “es signo de la conversión cristiana”.
Sin embargo, lamenta que “con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la ‘esfera privada’” y que la conversión consiste en “ser mejores hijos de Dios, mejores hermanos y amigos, en particular de quienes sufren y esperan nuestra ayuda”.
Mons. Barrio recuerda, asimismo, que “el gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente”. Por eso “las
sustituciones posibles por muy piadosas que tales sustituciones se nos antojen o por muy razonadas que nos las presente una moral naturalista o una casuística minimizante”. Finalmente, pidió que “la Cuaresma sea un camino de esperanza”.