Madrid/ESPAÑA.- En una entrevista concedida al programa “El Espejo de la Iglesia” de la Cadena COPE, que conduce José Luis Restán, el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, habló el pasado lunes del encuentro que mantuvo el Santo Padre con los peregrinos madrileños que habían viajado a Roma para dar las gracias al Papa por su viaje a Madrid con motivo de la JMJ Madrid 2011.
El Cardenal comentó cómo se vivió la Audiencia que el Papa concedió a los peregrinos la mañana de lunes en el Aula Pablo VI y señaló que “el entusiasmo y el espíritu eran los mismos y el Santo Padre estaba muy gozoso”. Sobre el discurso del Papa, sostuvo que, pese a que regresó hace pocos días de “un larguísimo periplo” por México y Cuba, “quiso sacarle jugo a toda la gran experiencia, a lo que él ha llamado una verdadera cascada de luz, lo que ha llamado nueva evangelización hecha vida, hecho acto, hecha realidad, y que volverá a renovar su llamada a nosotros para que sigamos con el testigo vivo”.
Destacó varios aspectos de la intervención del Santo Padre, de la que recomendó “leerla, releerla y meditarla”. Primero, señaló, “misionero en el sentido de que hay que anunciar a Cristo. Cristo no es un personaje de la historia más o personaje puramente humano de la historia a través del cual su dimensión religiosa ha adquirido una especial relevancia. No lo es, es el Hijo del Padre, que ha venido a salvarnos y además, a través del misterio pascual pasó por la historia muriendo en la Cruz y resucitando como vamos a celebrar estos días”. Por tanto, hay que “hacer misión anunciándolo, proclamándolo en toda su verdad y hay que hacerlo con el testimonio de la vida, de forma tal que nuestra vida, la vida que nace del encuentro con Cristo se vea que es otra, no es la pura vida a ras de tierra y a ras de pura naturaleza humana, sino que es una vida capaz de transformar profundamente todas las realidades humanas, incluso la de la crisis, incluso la de la crisis por la que estamos atravesando”.
En cuanto a la Misa del Domingo de Ramos, afirmó que “no sólo hay que extender al paso de Jesús ramos y mantos sino nuestra propia alma y nuestro propio corazón. A ese Jesús que pasa, que va a pasar. Así reina Él, es un reinado de caridad y haberlo olvidado, el Papa nos lo ha recordado hoy, haberlo olvidado es la causa de muchos males”. También, “en estas circunstancias atormentadas por la crisis económica y por una cierta polarización social, la transformación que provoca la fe en el corazón de quienes la acogen es también un servicio al mundo, a la ciudad, que compartimos con todos…”
Así, manifestó que “no se puede esperar una renovación de la sociedad en un orden de la vida, ni siquiera en el económico, ni siquiera hasta en el técnico, científico si en las dimensiones interiores que suelen tener una reproducción muy visible y muy social en la cultura, en el lenguaje, en la literatura, si no están transidas de una realidad humana transformada por la caridad”.
De cara a la JMJ de Río de Janeiro 2013, recordó que en una reunión con delegados de juventud de las Conferencias Episcopales del mundo en Rocca di Papa, “pudimos comprobar que el efecto de Madrid ha sido increíble, y de toda la historia de las JMJ. Creo que se puede decir que ha nacido un fenómeno sociológicamente constatable en la realidad de la Iglesia de comienzos del siglo XXI que es la de una juventud católica en todo el mundo, del norte al sur, del este al oeste, en comunión plena con la fe de la Iglesia, con la esperanza de la Iglesia, con la caridad de la Iglesia, con Cristo el Señor, sin ningún cuestionamiento ni dubitación, sin ningún recelo, todo lo contrario, entregando el alma y la vida. Eso es un gran don del Señor para su Iglesia de comienzos del siglo XXI. Ahora los de Brasil les queda poco. Les ayudaremos en todo lo que podamos”.
En cuanto a Misión Madrid, el Cardenal afirmó que la juventud católica “tiene mucho que ver”, es decir, “una Iglesia volcada en ser testigo vivo y activo de Cristo entre los jóvenes, en la sociedad donde está, en el mundo cultural donde se mueve y en el lugar histórico que se le ha asignado por el Señor, que en el fondo, toda realidad histórica lo tiene como principio”. Y es que “cada uno tiene su vocación personal, de la cual depende su bien temporal y su bien eterno. Cada configuración de la sociedad, podemos hablar de España o de Europa, tiene su vocación, su momento histórico y en este momento la llamada a descubrir el alma y las raíces cristianas de Europa y de España es constitutivo de ese momento histórico y de la vocación nuestra en este momento”.
