El pasado 27 de octubre, sábado, nos reunimos un pequeño grupo de Vírgenes Consagradas para celebrar un breve pero sustancioso Encuentro fraterno. La diócesis anfitriona era Getafe, que abrió sus puertas mostrando el rostro materno y universal de la Iglesia, acogiendo a Vírgenes Consagradas de Madrid y a aspirantes de la diócesis de Mérida-Badajoz.
La Iglesia-Familia que abre sus puertas y acoge a sus hijos se hizo presente no sólo en la acogida de nuestras hermanas sino en la presencia inestimable entre nosotras y con nosotras del padre y pastor de la diócesis, D. Joaquín Mª, que también es Obispo Asesor del Orden de las Vírgenes de España en la CEE.
Fue un día de dicha y de gozo, de compartir sereno, de profundización en la vocación a la virginidad consagrada, de oración, de reunión en torno al altar de la Eucaristía, de tutela amable de D. Joaquín hacia el pequeño rebaño que Jesús y la Iglesia le encomiendan.
El Encuentro tuvo lugar en la Parroquia “San Francisco y Santa Clara” de Fuenlabrada. El párroco, nuestro querido D. Alfonso, ya conocido por muchas de nosotras, nos abre las puertas de su Parroquia y nos alienta en nuestro caminar, vivamente interesado por nuestra preciosa vocación, impresionado por la vida y el testimonio de las Vírgenes Consagradas que conoce.
Comenzamos la mañana. En primer lugar, rezo de Laudes en el templo. Con el deseo de ser nosotras mismas esos salmos que suben al Cielo. Ojalá nos convirtiéramos en oración cada mañana.
A continuación, reflexión y profundización en la ponencia de D. Joaquín “La espiritualidad del Ordo Virginum”, preparada y expuesta por él en el último Encuentro Nacional del OV, celebrado en agosto pasado en Santander. D. Joaquín nos recuerda y aconseja sabiamente: “En vuestras vidas, el que tiene que ser visto, valorado y reconocido, ha de ser siempre Cristo”.
Compartimos todas, nos reconocemos todas en las palabras de las demás. La vocación compartida se transforma en oración.
D. Joaquín nos exhorta a la vigilancia, a la entrega, a vivir con libertad esa entrega, a abrirnos a todos los ámbitos de la Iglesia, conservando siempre la identidad y el ser de Vírgenes Consagradas, y testimoniándolo, y a vivir con gozo la vocación, teniendo siempre el referente de Santa María. “Si hay una vocación que puede tener como referente y modelo a Santa María sois vosotras”, nos dice.
Vocación remozada, resplandeciente. Pequeño coro de Vírgenes en el templo parroquial se une al Coro celeste de las Vírgenes, allí donde el Cielo y la Tierra se unen, en la celebración de la Eucaristía. Vuelve a exhortarnos D. Joaquín en su homilía a la fidelidad.
Acción de gracias en Jesús, con Jesús. Alimento que sacia sin saciar, compartido en familia, unidas en la Fracción del Pan, en la Palabra meditada, en el Amor de Dios. Todo nos alimenta, todo sirve de provecho para los que lo aman, para las que lo aman. Que no se pierda ni una Gota, ni un suspiro de su Voz quebrada, ni una letra de su Evangelio.
Despedidas, fotos, palabras amables. Retomar el camino. ¿Cuándo volver a vernos? “Volveré más veces a estar con vosotras”, palabras de padre y pastor.
En la despedida, entre unas palabras y otras, se abre paso la idea de celebrar unos Ejercicios para Vírgenes Consagradas. D. Joaquín los dirigiría. ¡Qué gozo! Sólo hay que concretarlo y se hará realidad. Es el regalo como broche final.
… ¿Como broche final, he dicho? No…
D. Joaquín y D. Alfonso nos dejan. Las Consagradas nos quedamos para celebrar una comida… fraterna.
María Dolores González Ramos, Virgen Consagrada.
