CAMINEO.INFO.- Santiago de Compostela/ESPAÑA.- El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, aboga por "formar conciencias" ante la nueva ley del aborto al tiempo que derogarla porque "es necesario que los niños no pierdan derechos y las mujeres tengan el apoyo y las ayudas necesarias para llevar adelante su misión materna".
En su carta pastoral con motivo de la IX Jornada por la Vida 2010, bajo el título 'El progreso: defensa y protección de la vida', el arzobispo compostelano resalta que el "auténtico progreso se ha fundamentado siempre en la defensa y protección de la vida". "Un mayor respeto de la vida humana individual pasa inevitablemente por la solidaridad concreta de todos y cada uno, constituyendo uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo", afirma.
En este sentido, considera que "el proceso de deshumanización" actual "ha llevado a considerar el aborto como un supuesto derecho, fundamentándose en el puro materialismo". "Cuando se buscan razones para legitimar los errores, se pone de relieve la decadencia civil y religiosa, ética y moral en que nos encontramos y ante la que la conciencia de la ciudadanía debe responder con el convencimiento de que la defensa de la vida ha de sacar lo mejor que la persona tiene para no destruir el mismo fundamento de la sociedad", sostiene.
Así, apunta que "es compromiso de todos" acoger la vida humana "como don que se debe respetar, tutelar y promover, mucho más cuando es frágil y necesita atención y cuidados, sea antes del nacimiento, sea en su fase terminal".
Además, insiste en que "existe el derecho a vivir, no el derecho a matar" y recuerda, citando la Encíclica 'Evangelium Vitae', "que el aborto procurado sigue siendo un delito y que nunca podrá considerarse como un derecho"."El aborto es un drama humano, considerado también por la religión o desde una conciencia no creyente pero humanista y humanitaria. Científicamente está comprobado que desde el momento de la concepción hay vida humana", subraya.
Finalmente, recalca que la vida "es un derecho fundamental e inalienable". "Ser padre, ser madre es una responsabilidad cuyo ejercicio tiene que ser favorecido por el Estado y por toda la sociedad", asevera. "La Iglesia no se siente ajena a la preocupación de tantas madres, cualesquiera que sean sus circunstancias", concluye.
