CAMINEO.INFO.- El fundador del Camino Neocatecumenal, el español Kiko Argüello, aseguró ayer que es maravilloso que el papa Benedicto XVI haya aprobado definitivamente sus estatutos y haya reconocido su movimiento como un «instrumento para la nueva evangelización» católica. La aprobación de los estatutos del Camino Neocatecumenal por parte de Benedicto XVI «ha sido para nosotros una confirmación maravillosa», dijo Argüello en declaraciones a Radio Vaticano, momentos antes de que el Papa participe en el acto de conmemoración del 40 aniversario de los llamados neocatecumenales. «Después de tantos sufrimientos -añadió-, después de tanto trabajo en todo el mundo, hemos sido reconocidos por la Santa Sede como una modalidad diocesana de iniciación cristiana, puesta al servicio de los obispos; un instrumento para la nueva evangelización».
El Camino Neocatecumenal, dirigido además por la española Carmen Hernández y por el sacerdote italiano Mario Pezzi, es un movimiento que nació en Madrid en los años 60 y desde entonces se ha extendido a 120 países en los cinco continentes, formando 20.000 comunidades en más de 5.500 parroquias.
En 2002 el papa Juan Pablo II aprobó para un periodo de cinco años sus estatutos, que no fueron definitivamente reconocidos hasta principios de 2008 por Benedicto XVI, destacando que no es una asociación o una congregación religiosa, sino un «instrumento de formación cristiana» para redescubrir el bautismo. En Roma «hoy tenemos parroquias que cuentan con 28 comunidades, es una cosa enorme, y hay en otras en las que los presbíteros se encuentran en dificultad, sobre todo porque están llenas de inmigrantes», dijo Argüello. «Hemos pensado que quizá ha llegado el momento, como dice el Evangelio, de que quien tiene dos túnicas dé una a quien no la tiene y que las parroquias que tienen muchas comunidades envíen ayuda a las parroquias de la periferia», agregó.
«Experimento misionero»
Según el fundador del Camino Neocatecumenal, este «experimento misionero lo están esperando también en muchos otros lugares del mundo: también en Madrid hay muchas periferias llenas de inmigrantes y si no se les ayuda, pueden tener sed o pueden ser atraídos por ambientes completamente secularizados».
El pintor Kiko Argüello siempre cuenta que tras una crisis existencial descubrió en el sufrimiento de los inocentes el misterio de Cristo crucificado, por lo que decidió marcharse a vivir entre los pobres de las barracas del barrio marginal madrileño de Palomeras Altas. Poco después conoció a Carmen Hernández, una licenciada en química que había seguido la renovación del Concilio Vaticano II y quien abrazó la causa de Argüello
