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Antonio Zubía, el fundador de la "Ciudad de la esperanza" en Venezuela

Thu, 27 Dec 2018 12:30:00
 
Aleteia

Los barrios de Caracas son un entramado de casas construidas unas al lado serpenteando las montañas que rodean la capital de Venezuela. En Catia, hacia el noroeste de la ciudad, algunos “ranchos” están tan altos que desde ellos se divisa el Mar Caribe. Durante las noches, un espectacular juego de luces descubre la ciudad a lo lejos, como si tratara de esconderse de sus habitantes. Pero en esas impenetrables barriadas fluyen la vida y la esperanza de manos de la Iglesia católica que se acerca y convive con la gente, permitiendo así descubrir testimonios de hombres como el padre Antonio María Zubía Cincunegui, quien prácticamente desgastó su vida en medio de estas comunidades.

El barrio Casablanca, epicentro de esta historia, se preparaba el 15 de diciembre para un día especial: lo visitaba el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, como parte del entusiasmo esperanzador que lo ha llevado a distintos sectores desde que asumió la administración apostólica de la Arquidiócesis de Caracas. Desde tempranas horas en la barriada caraqueña se respiraba un ambiente de algarabía, música y diversión por parte de sus habitantes ante el “inminente estreno” de su “casa de oración”.

Aleteia estuvo allí y conoció de primera mano cómo es el sentir de los vecinos que ven en la iglesia ese camino que los ayuda en su redención social, humana y espiritual, como lo contó Teresa Castillo, quien tiene 36 años viviendo en la comunidad, “y 18 años en el camino del Señor”, según narró mientras esperaba al cardenal  Porras.

 

Los jóvenes de esta populosa barriada caraqueña han dejado la mala conducta y los enfrentamientos de violencia que teñían de sangre a las familias del sector hace 20 años atrás”, dijo la mujer. Ello, gracias al trabajo pastoral del padre Zubía fundador de la “Ciudad de La Esperanza” y de la parroquia “María Madre del Salvador”.

“Con el actual párroco Guillermo Alberto se han abocado a predicar la palabra de Dios inculcándolos a cambiar sus vidas al servicio de ellos mismos y sus semejantes”, dijo.

En esta comunidad la fundación “Ciudad de La Esperanza” cumple un rol social muy importante: capacitan profesionalmente a la comunidad en áreas de cocina, repostería, computación y administración. “Son herramientas útiles para enfrentar su día a día y convertirse en emprendedores ante la dura realidad económica que atraviesa el país”.

Teresa reveló que el padre Zubía “cambiaba armas por comida”, contribuyendo así con el desarme de los grupos delictivos de la zona. Además, “había muchas parejas que vivían en concubinato, pero con la prédica constante de estos dos pastores en la necesidad de cambiar sus vidas para mejor, los han conminado a santificar sus hogares”.

 

Me hizo una mujer nueva

María Trinidad Pante, de 35 años, también pertenece al Camino Neocatecumenal en esta iglesia parroquial. Describió que a los 12 años ante la preocupación de su progenitora de bautizarla,  se acercó a la actividad desarrollada por el padre Antonio. Él había fundado un programa denominado “Vacaciones divertidas” donde se impartía clases dirigidas y de lectura a los niños y jóvenes del sector que no tenían escolaridad.

Con una sonrisa a flor de labios, afirmó convencida que “gracias al llamado” que recibió del sacerdote, “me hizo una mujer nueva porque conocí la fe católica que transformó mi vida”. La joven es docente especialista en Educación Integral, y dijo que comparte sus conocimientos con los menores de edad y la juventud de la zona.

Maritza de Solis, también ofreció detalle de la obra del padre Zubía, ya que trabajó con él por 23 años. Lo describió como “un hombre dulce pero con carácter”. “Era muy puntual, amaba la virgen María y se preocupaba por el futuro de los jóvenes”.

Entretanto, Marlene de Oliveros se refirió a las cuatro comunidades que trabajan con ahínco para rescatar los valores cristianos de Casablanca. “El camino de Dios ha reconstruido a los hogares divididos por la falta de amor, comprensión por culpa de los vicios como el alcohol y la droga. La conversión se ha dado gracias al contacto de las familias misioneras que comenzaron a llegar al país de la mano del padre Antonio”.

Confesó que su esposo era alcohólico y que su matrimonio estuvo a punto de perderse, pero dio gracias al Altísimo su conyugue conoció la obra de Jesús y dejó el vicio.

Reconstrucción de la iglesia

Guillermo María Alberto Hernández tiene 7 años frente a la parroquia “María Madre del Salvador” en la que sucedió al padre Antonio aquejado por problemas de salud. Recibió el compromiso de “rescatar almas”, según dijo a Aleteia. En la actualidad regenta dos parroquias: María de Nazareth y María Madre del Salvador. Igualmente dirige la fundación “Ciudad de La Esperanza”, una incansable labor en favor del prójimo sufriente en la que se ha ganado el cariño y respeto de la comunidad parroquial.

Comentó que este 15 de diciembre se cristalizó el sueño del padre Zubía de culminar la reconstrucción del templo María Madre del Salvador, cuya obra fue iniciada el 10 de abril de 2002, a fuerza de tesón y sacrificio de la comunidad de Casablanca,  zonas adyacentes, por personas anónimas de Europa y de sus propios pastores.

Cuando puede viajar a España su país natal, no sólo visita a sus ancianos padres que están enfermos y a un hermano que sufrió un accidente y está en cama. También aprovecha la oportunidad para realizar giras por Cádiz, Sevilla y otras ciudades de la Madre Patria en búsqueda de recursos para la obra eclesial de esta comunidad de Catia. Entre otras organizaciones, ha recibido apoyo de la “Iglesia Necesitada”, una institución pontificia con sede en Alemania que contribuyó con la noble causa.

Muy emocionado, mostró a Aleteia la edificación casi terminada, ya que aún faltan detalles para su conclusión. El Altar Mayor quedó listo y fue consagrado por el cardenal Baltazar Porras durante la visita de este 15 de diciembre; igual la capilla “Arca de la Nueva Alianza”, donde se resguardará el Santísimo Sacramento.

 

Porras: “Somos templos vivos”

A las 4  de la tarde llegó el cardenal Porras siendo recibido con júbilo. Primeramente elogió a un grupo de niños que representaban un pesebre viviente, agradeciéndoles “por rescatar los valores cristianos, especialmente en esta época de Navidad”.

En breve conversación con Aleteia destacó la importancia de la consagración del templo un día antes de las misas de aguinaldo, y consideró “como una oportunidad de hacer más auténtico el crecimiento de la fe, buscando con ello que nuestros niños y jóvenes tengan un futuro mejor”. Igualmente expresó su satisfacción por este logro eclesial promovido por el padre Zubía y el actual párroco Guillermo Alberto.

Luego, acompañado en una gran procesión, y entonando cánticos eclesiales al son de la guitarra se trasladaron hasta el renovado templo para su apertura. “Hoy vengo a consagrar con el crisma esta obra que nace de la generosidad”, dijo, complacido de compartir este momento especial con los habitantes de estas barriadas.

El padre Guillermo agradeció al cardenal Porras por su presencia en esta ocasión especial. Por su parte, el administrador apostólico de Caracas y arzobispo de Mérida señaló que “todos somos piedras vivas, cada uno de nosotros somos templos vivos para llevar el testimonio de Dios a las distintas comunidades donde nos desenvolvemos”.

Con la ayuda de ustedes que pertenecen a esta comunidad se erigió esta obra”, refirió, arrancando aplausos. Nuevamente instó a no dejarse robar la esperanza y la alegría en este tiempo de navidad. “Celebremos la espera del parto de Dios”, expresó. Y dirigiéndose a los chipilines, dijo: “Nuestros niños son el testimonio de amor del futuro. Por tanto, hay que enseñarles a que sean mejores que nosotros”.

 

¿Quién fue el padre Antonio Zubía?

El padre Antonio María Zubía era un sacerdote de la Compañía de María (marianista), natural de España (País Vasco), quien pidió permiso a su congregación para salir de misionero. Recibió el envío por el papa San Juan Pablo II en 1989, llegando a Venezuela junto a tres familias misioneras del camino Neocatecumenal. Se instaló a trabajar en los barrios de Catia y allí fundó la “Ciudad de la Esperanza” en 1998.

“El padre Zubía estuvo muy enfermo los últimos años de su vida, pero aun así tuvo tiempo de visitar a España y dar a conocer la labor social cumplida en los barrios de Catia. Expresó su deseo de morir en Venezuela, y tras su regreso, fallece en Caracas el 30 de enero de 2018, dejándonos un gran ejemplo de solidaridad, esperanza y cercanía con la gente más necesitada”, concluyó el padre Guillermo Alberto.









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