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Presentación del Libro de Kiko Argüello "Anotaciones" en Berlín

Mon, 14 Jan 2019 17:54:00
 
http://neocatechumenaleiter.org

Este es el Discurso del Cardenal Rouco en la Presentación del Libro de Kiko Argüello “Anotaciones” en Berlín

Es el primer Discurso por parte de un excelente teólogo y Canonista, además de Arzobispo emérito de Madrid, que siempre ha acompañado y sostenido a Kiko y Carmen con cercanía , amor y afecto. En este discurso el cardenal Rouco describe el ambiente social y eclesial durante los últimos años del Concilio Vaticano II en que el Señor ha inspirado a Kiko a través de la Virgen María, de formar “comunidades que vivan en humildad, sencillez y alabanza. El otro es Cristo”. Inspiración profética que hoy vemos realizarse.

Cardinal Rouco: Muy estimados señoras y señores:

Es para mí un gran honor y una verdadera alegría presentarles el libro “Anotaciones 1968-2014” de Kiko Argüello, el fundador del “Camino neocatecumenal” junto a la recientemente fallecida Carmen Hernández y el Padre Mario Pezzi. La renuncia a traducir la palabra española al alemán indica con toda claridad la singularidad de este libro: ¿se trata de simples anotaciones? ¿notas sencillas a un curriculum personal y eclesial? ¿apuntes autobiográficos? ¿o quizás se trata propiamente de un diario reducido a un determinado espacio de tiempo? ,teniendo en cuenta que de hecho la distribución del texto está hecha en forma de apuntes en cierta forma inconstantes de acontecimientos, encuentros, vivencias espirituales y religiosas y de experiencias de oración íntimas descritas en forma poética. La primera anotación está datada el 11 de julio del 1989 en Pieve di Calore; la úlima el 20 de agosto del 2014 en la cueva del monte de Moratalla cerca de Caravaca de la Cruz en Murcia, España.

Después de una lectura intensa se me ha ocurrido una palabra, según mi opinión, más atinada con que dar nombre al libro: confesiones.

1. Sí, el autor se reconoce como un hijo pródigo no solamente de la Iglesia sino también de Dios, que recibió una gracia extraordinaria a traves de la cercanía maternal de María, la madre del Señor, a saber, la gracia de una sobrecogedora conversión de su alma a Jesucristo, su Señor y Salvador. Su efusivo amor misericordioso tocó su corazón en los años decisivos para el futuro de la persona, como son los años del crecimiento humano y espiritual de la juventud: decisivos para la salvación o desgracia del hombre. Así lo expresa él: “Te acercaste a mí y Te crucifiqué. No Te resisitiste al mal, no escapaste, seguiste amándome, querías entrar en mí. Te maté cuando tu Yo se hizo un Tú. Te ofreciste por mí, asesino, y Dios Padre aceptó tu ofrenda y Te resucitó. Me perdonó y me hiciste para siempre una carne contigo. Apareció el amor que no conocía” (an. 22).”¡Ay qué dolor la vida y mis pecados, sin Ti!” (an. 18). Proveniente de una familia madrileña de clase media bien situada, el talentoso joven pintor – que había ganado el premio nacional de pintura española al final de los años 50 del siglo pasado y con un prometedor futuro- se sumergió en una crisis espiritual muy profunda y se sintió llamado por el Señor a compartir el destino con los pobres de los suburbios de Madrid. Una ciudad con barrios periféricos cenagosos que estaba creciendo para convertirse en ciudad de millones de habitantes, cargada con una problemática social enorme. Así se encontraba Madrid, capital de España, unos veinte años después del final de la guerra civil. Con una biblia en la mano y una guitarra a la espalda se fue el joven pintor Kiko Argüello de barba larga y vestimenta descuidada – ¡un auténtido hippi!- a los más pobres en cuerpo y alma que se encontraban en las barracas de la periferia abandonada en la gran ciudad que estaba creciendo a un ritmo vertiginoso demográfica y arquitectónicamente. Para él era importante un anuncio directo, valiente y al mismo tiempo humilde del Kerygma evangélico a los hombres que el poder del pecado y de la muerte les había dañado de una forma degradante en los aspectos más elementales de la dignidad humana. Con esos pobres compartió Kiko mesa y techo, amistad y servicialidad, en una palabra, su destino: con Mariano que estaba tantas noches borracho, con Joaquín y Antonia, José Agudo y Rosario…con el señor Juan ,que “dormía en la basura” y con Carmen “dos”, la mujer de Mariano y con el “chulo muletas”, que pedía limosna en el metro…y con muchos otros. Y luego también con los quince perros escuálidos, que se unieron a él y lo seguían..¡y perseguían! hasta el autobús y la estación de metro de Atocha, hasta que la policía los paró y los expulsó de allí. “Los perros me acompañaban tan felices –cuenta él- hacia arriba por la escalera. Fue inútil decir, que los perros no eran míos…” En ese barrio humanamente desolado -se llamaba “Palomeras”- nació quizás la primera pequeña comunidad neocatecumenal.

Las clases del profesor Pedro Farnés en el instituto pastoral de Madrid, en las cuales se produjo el encuentro con Carmen Hernández, significaron para él el descubrimiento intelectual de la profundidad teológica existente en la renovación litúrgica y eclesial del concilio vaticano II, que daría un sólido y sano fundamento en la forma eclesial y espiritual de las primeras comunidades neocatecumenales, en lo relativo a la práctica litúrgica, catequética y doctrinal. En esa hora de nacimiento del camino neocatecumenal no faltaron la comprensión pastoral, el apoyo canónico y la simpatía personal del primer arzobispo de Madrid, D. Casimiro Morcillo, una de las figuras distinguidas del episcopado mundial modelado por el Concilio Vaticano II. En ese inicio realmente aventurero de una nueva forma de evangelización en el espíritu católico y apostólico, sintió Kiko Argüello la cercanía del Señor que se hacía notar anímicamente de forma tangible: “Mi vida eras Tú, Señor, y tu presencia continua”:

“Jesús mío…

El amor, tu amor a mí,

total, absoluto, infinito,

lleno de ternura y compasión.

Cierto eres, Señor.

Quisiera ser y ser en Ti,

alborada de amor, vida eterna.”

La respuesta a la pregunta del mal -“ qué misterio el mal ¿por qué? se roba, se miente, se adultera, se asesina, se mata… enloquecida la razón y hundida el alma” – es Él, ¡su misericordia!:

“Por la escondida senda,

en aquella selva oscura,

por la secreta escala disfrazada

de miles de ayes de amor,

con el alma lastimada…

¡Oh Jesís, ten compasión de mí!”

“Hazme uno, perfectamente uno, en Ti”.

(an. 456-461)

2.Confesiones de un carisma extraordinario recibido y aceptado para el bien de la Iglesia universal.

Era el tiempo histórico-espiritual de una experiencia conciliar de dimensión epocal en la historia de la Iglesia. Un tiempo lleno de preguntas, dudas y confusiones pastorales; pero también de mucha valentía decidida en el terreno pastoral y teológico. En aquel momento de historia de salvación de la Iglesia la obsequió el Señor, su fundador divino, su cabeza y pastor supremo verdadero e invisible, como sucedió en todas sus épocas históricas renovadoras de transición, con aquellos dones particulares del Espíritu Santo, es decir, con esos “Dona” “charismata clarissima” , de los cuales habla el Concilio Vaticano II de una forma clarividente en la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium.(cf. LG 12).

La conversión que Kiko Argüello vivió en el tiempo previo al concilio -¡un retorno incondicional a la casa del Padre!- no fue solamente espiritual, sino también apostólica y eclesial y de tal forma revolucionaria que para él el seguimiento de Cristo solamente era concebible en la forma de existencia apostólica en vista al encargo de la misión dentro de la comunidad eclesiástica y fuera de sus fronteras externas e internas. A él le dolía en lo más profundo de su corazón no solamente su pecado sino también el pecado de sus contemporáneos, sobre todo los pecados de los hombres de la que fue una Europa cristiana y de su tierra natal, España: “yo soy un ser despreciable e hipócrita, Jesus, mi Señor, ven. Ayúdame. Sólo en ti encuentro amor a los demás. Me conmueven sus miserias y sufrimientos, y pienso…si conocieran tu amor… Tú fuiste echado de la ciudad. Te sacaron de ella como se sacan las basuras, como se sacaba al macho expiatorio sobre el cual se había invocado los pecados de todos” (an.24).

Se hacía urgente anunciar nuevamente el Kerygma en toda su claridad evangélica de forma abierta y pública. “La nueva evangelización”, que posteriormente san Juan Pablo II pidió y fomentó de una forma tan enérgica e insistente durante todo el tiempo de su pontificado, vivía un nuevo amanecer. Las palabras que la santa Virgen María había dirigido a Kiko Argüello el 8 de agosto de 1959, según su testimonio: “hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo” (an. p.V) eran como la premisa indudable para su fructífera realización cristiana.

En vista de la crisis profunda de fe extendida de forma generalizada en la que se encontraba el mundo cristiano y en particular el continente europeo, se convierten las pequeñas comunidades eclesiales en algo imprescindible. (“La cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera.” Así lo indicaba el Santo Padre Juan Pablo II en su exortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa del 28 de junio del 2003, n. 9). El camino adecuado y casi indispensable para conseguir la meta de las pequeñas comunidades eclesiales sería la instauración y práctica de un catecumenado para bautizados renovado inspirado en el catecumenado de la Iglesia primitiva en los primeros siglos de su historia. Leyendo las anotaciones de Kiko Argüello se puede ver cómo el nuevo carisma del camino neocatecumenal se ha desarrollado desde el punto de vista espiritual, eclesial, pastoral y canónico en los últimos cinco decenios de la historia de la Iglesia contemporánea. Frente a la incomprensión teológica y sobre todo pastoral por parte de muchos en la Iglesia –tanto clérigos como laicos- se encuentra la acogida entusiasta de no pocos sacerdotes y fieles, para los cuales se ha abierto un horizonte nuevo espiritual y apostólico. Un horizonte en el cual se hizo cada vez más evidente que era posible y asequible un concepto renovado evangelizador y verdaderamente cristiano, sin duda en el sentido de una asunción auténtica y fiel de la enseñanza del Concilio Vaticano II, como se presenta tanto en la constitución dogmática Lumen Gentium sobre la Iglesia como en la constitución pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual.

Siguiendo el hilo narrativo de las Anotaciones, las cuales contienen y transmiten muchos apuntes, se constata cómo el iniciador del camino neocatecumenal juntamente con Carmen Hernández y el Padre Mario Pezzi recorren el mundo entero en un espacio de tiempo de apenas dos décadas a una velocidad impresionante, cansados casi hasta la extenuación, para anunciar por sí mismos el Kerygma del Señor resucitado, reunirse con los “itinerantes” y animarlos, tener encuentros con los hermanos de las comunidades neocatecumenales y reforzarlos en su envío al mundo, en particular en lo relativo al testimonio valiente y al mismo tiempo humilde de la familia cristiana. Los obstáculos dentro de la Iglesia afloran. La repulsa de sacerdotes y obispos, las hostilidades de católicos y las informaciones a menudo sesgadas y falsas a través de los medios sociales eclesiásticos hacen mucho daño. No menos que éstos causan también sufrimiento las campañas de difamación dirigidas por centros de información hostiles a la Iglesia y que se enfrentan al fundador del “Camino”. El 1 de junio del 2001 escribió Kiko: “estoy saliendo de una prueba o tentación terrible. He conocido el dolor de sufrir la calumnia, la traición y la mentira. Me han denunciado con falsedades. Me han delatado con mentiras. Me han sentenciado, me han condenado sin escucharme. El Señor me entregó a mis enemigos” (an. 337). Particularmente le hirió profundamente la fealdad de las críticas despreciativas que en la opinión pública madrileña se extendieron de una forma lacerante y humillante contra las pinturas que realizó en el ábside de la catedral de “la Almudena” con motivo de la boda del príncipe heredero español don Felipe y doña Letizia. El jueves 2 de junio del 2004 escribió Kiko: “Vuelvo a estas páginas después de haber sido zarandeado y sacudido, expuesto a ludibrio público, insultado…” (an. 386).

El consuelo que experimentaría sin embargo en su camino de sufrimiento humano y eclesial era así mayor y más cálido. El reconocimiento canónico del “Camino” a través de los Papas, del beato Pablo VI, del santo Juan Pablo II y Benedicto XVI llegaba siempre en el momento oportuno cuando crecía la oposición por parte de amigos y enemigos y la fuerza del “seductor” de las almas parecía cada vez como más fuerte. Después de la carta elogiosa de Pablo VI al principio de los años setenta del siglo pasado en el primer tiempo postconciliar, vino la aprobación de los estatutos a través de Juan Pablo II el 29 de junio del 2002; a ésta le siguieron la autorización definitiva por Benedicto XVI el 13 de junio del 2008 y el directorio catequético del camino neocatecumenal en enero del 2012. La alta estima al fundador del “Camino” que san Juan Pablo II le mostró y manifestó era conmovedora. El 25 de septiembre del 2002 después de la aprobación de los estatutos, comenta Kiko: “El Papa nos recibió en Castelgandolfo. Estábamos todos los itinerantes, los párrocos y los responsables de las comunidades más antiguas. A Carmen y a mí, cuando fuimos a saludarle nos dio un beso, mostrando delante de todos el amor que nos tiene.¡ Señor, dale al Papa salud, fuerza profética y consuelo!” (an. 376). Las comunidades del “Camino” crecían en todo el mundo, el número de itinerantes aumentaba de forma ininterrumpida, se fundaban seminarios “Redemptoris Mater” en cada vez más diócesis en todo el mundo; aparece una nueva forma hasta ahora desconocida de Missio ad Gentes: las familias en misión. Los encuentros con grupos de obispos de todo el mundo aumentan cada vez más, encuentros que tienen lugar en distintos países o en la “Domus Galilaeae” junto al mar de Galilea. Estos encuentros se desarrollan como una ocasión espiritual muy alentadora para profundizar y cuidar el verdadero sentido de la “comunión” jerárquica en la Iglesia. Kiko fue designado a menudo por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI como “auditor” en los sínodos episcopales que ellos convocaron. Los signos de la estima eclesiástica hacia el “Camino” se repiten y multiplican continuamente.

3.¿Han pasado ya las tribulaciones internas y externas, de cuerpo y alma en Kiko?

Si uno llega hasta la lectura de la última anotación del libro en el año 2014, se percibe cómo tanto en lo profundo de su corazón como en su existencia personal, la experiencia espiritual de la “noche oscura del alma” incide en él de una forma cada vez más purificadora y santificadora hasta el final. En las “Anotaciones” de Kiko Argüello brilla al final una figura única y perfilada de una espiritualidad cristiana que se ajusta a los “signos del tiempo”, es decir a la necesidad interna más profunda del hombre actual. En las circunstancias más difíciles y en las situaciones más dolorosas que Kiko tuvo que pasar en el ámbito cristiano y eclesial, buscó él lógicamente la soledad del desierto para orar y contemplar. En la gruta de Moratalla en Murcia, España, encontró siempre cobijo. La piedad cristológica y mariana por otro lado rezuma lirismo en las múltiples oraciones revestidas de una forma poética; oraciones que acompañan espiritualmente el transcurso de toda su vida, como se refleja en la sucesión de las “anotaciones”. La lectura diaria espiritual de la sagrada escritura -del antiguo y nuevo testamento- y el nunca abandonado trato espiritual y degustado de los salmos impregnan de forma encarecida su vida de oración. La influencia teológica y ascética de los antiguos “padres del desierto” se menciona en varias páginas de las “anotaciones” de forma expresa. El ejemplo literario y la vivencia espiritual fascinante de san Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual (con algunas citas elegidas de santa Teresa de Jesús) confieren a la personalidad interna y eclesial de Kiko Argüello los principios característicos de la espiritualidad clásica española. Así lo expresa en sus últimas poesías con las cuales termina las anotaciones:

“Quiero ser, llorando,

compañero del alma,

Jesús mío,

un ciervo herido que,

perdido en el bosque oscuro,

no encuentra consuelo,

ciervo sediento,

ciervo herido” (an. 499).

“Y vivir y vivir

en el recuerdo constante de Ti.

En este sinfin de instantes

que no cesan,

con mi corazón lastimado” (an. 500).

La muerte de Carmen el 19 de junio del 2016 le llenó de dolor:

“¿Por qué lloras, alma mía?

¿Por qué lloras?

Carmen se fue con el Señor…” (an 506).

“¡Cuánto debe el Camino a Carmen!” (an. 505).

Este libro de confesiones de Kiko Argüello –confesiones de una vida entregada sin condiciones al Señor y a su Iglesia, confesiones de un carisma extraordinario para la Iglesia del Concilio Vaticano II- concuerda con la sentencia valorativa sobre el “Camino” que expresó nuestro Santo Padre Francisco el 5 de mayo de este año ante miles y miles de hermanos que habían venido desde todo el mundo a Roma, a Tor Vergata, para celebrar los 50 años de sus primicias romanas: “Queridos hermanos y hermanas, vuestro carisma es una gracia grande de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo”. Kiko sabía muy bien –las palabras de la madre del Señor, que él escuchó en su casa paterna de Madrid en aquellos lejanos días de su conversión, no las olvidó nunca- que el “Camino” como carisma maravilloso para la Iglesia de nuestro siglo no hubiera sido posible sin la intercesión de María y que su “solo a solo” no habría tenido lugar: “Él te dice: Ahí tienes a tu Madre. Sí, ella me ayuda a no bajarme de la voluntad de Dios, a no pecar. Ella ha conocido en su corazón el dolor del pecado sobre la carne de su hijo. Ella sabe, ella conoce, ella te ayudará. Ella, que está viva en el cielo, reza por mí” (an. 180).

Kiko: Ahora me toca a mí. ¿Hablo en español?

Card. Rouco: Er kann auf Deutsch reden, wenn er will, natürlich. (Puede hablar alemán, si quiere, supuestamente.)

Kiko: Muchas gracias al señor cardenal. Saludo a todos. ¿Estoy en Alemania, no? Que acabo de llegar con avión. Y no sé, donde estamos allí. Bueno, pues viva Alemania. ¡Viva Alemania!

Gente: ¡Viva! (Aplauso)

Kiko: Bueno, yo este libro…primera cosa, que quiero decir, que jamás pensé de publicar nada. Tenía unos cuadernos y cuando me iba a una gruta en Muratalla para rezar, de mis sufrimientos y angustias, pues hablo en el cuaderno y escribo allí, lo que puedo. Lo que pasa es, que llevo treinta años este libro en mi bolsa y era cuasi destruido y el padre Ezequiel me dice: Oye…Yo dije al padre Ezequiel: Ponme este en máquina, porque…bueno. Y a traducirlo, a ponerlo en limpio me die: Oye, está muy bien, sería bien, que lo publicaras, haría bien a los hermanos del camino. No me digas, hombre. Me da vergüenza, chico. Digo cosas horribles, que estoy un payazo, hipócrita y cosas de este tipo, fíjate. No, que no… Y he aceptado con humildad, que se publica, pensando que, se a uno le sirve… tiene razón el señor cardenal, que más que Anotaciones hay que decir Confesiones. Un gemido del alma, non se, sufrimientos. Que os puedo decir, que tengo que aceptar con humildad, que no soy humilde para nada, que Dios me ha elegido. El hecho, que te elige Dios para una obra, pues, implica una seria de sufrimientos, bueno, que tengo que aceptar. La humildad no es fácil. Tengo que aceptar de estar aquí. Que el cardenal diga estas cosas así de mí, otras cosas…bueno. Y además, ahora vais a escuchar una sinfonía… ¿Pero cómo es posible, si yo no he estudiado música? Y señor me hace hacer una sinfonía. Está loco el señor. Bueno, pues también tengo que aceptar esto. Hacer música. Como ser pintor, como pintar el ápside de la catedral, como…bueno. Tengo aceptar vivir, como Dios quiere. Y que haya críticas. Vivir, vivir. ¡Que misterio! Vivir. Vivir y morir. Y espero, que ya me quede poco. Vivir y morirnos. ¿Y que hay después? ¿Hay algo después? Existe el Señor. Nos ha preparado el cielo, o el infierno. Espero, que el Señor me acoja. Porque amar a Cristo es la única verdad. El resto es todo vanidad, dicen los padres del desierto. Amar a Cristo. Yo intento amar a Cristo, como puedo. Amo poco y mal. Aunque si, para mi vivir es gemir y sufrir. Pero yo digo al Señor: ¿Pero cómo es posible, has extendido el camino, está en 134 naciones, miles de comunidades etc. Llevando adelante, pues nada…humilde y aceptarle todo. Como sea. Bueno, pues… ¿Qué queréis más, que os diga? Que rezáis por mí, para que no me pierda. No penséis, que sea fácil de entrar en el cielo. Non lo creo. Absolutamente. Espero, que sea… Hombre, el señor el infinitivamente misericordioso. Esto non me lo creo. Si es misericordioso. Pero esto no quiere decir, que si justifique todo. No, no. El pecado tiene un valor enorme, inmenso. Tanto grande es el pecado en el mundo y el mal en el mundo, que Dios ha enviado su hijo para morir para todos nosotros. Y esto es un misterio grandísimo. Mis pecados, vuestros pecados, mis pecados, que misterio. Pero gracias a Dios, el ofreció su vida para todos nosotros y subió a la cruz, para que sean perdonados nuestros pecados. Esto es algo inmenso. Amar a Cristo es la única verdad. El resto es todo vanidad. Bueno, aquí estamos en esto. Espero que si a alguno este librecillo sirve, pues, bendita sea el señor. Por esto he aceptado, que se publique. Y si hace bien a los alemanes, a vosotros. Algunos de vosotros, quizás lo abres, a ver: “Recibir insultos y amar al enemigo. No juzgar es comenzar a ser humilde.” Bueno, no está mal. “Juzga el juez. Juzga el, que cree, que conoce la verdad y que es suya. ¡No juzguéis! Recibir insultos. Amar al enemigo. Sentir el corazón encendido por el fuego de que todos conozcan al Espirito Santo, de que reciban el amor de Dios. Sangre y vida de Dios. Muerte, victoria. Ya la pequeña María debajo de la cruz con el espada en el alma.” Son cosas así escritas. “¿Cómo he podido? Señor, quiero hacer tu voluntad. El amor al prójimo es tu voluntad. El otro es Cristo. Dame la gracia de tu Espirito para amar al otro, como le amas tú. Solo tu Espirito me empuje y me ayuda a subir a la cruz. Mil demonios me quieren devorar. Ay de mí, que me voy a condenar. Soy un soberbio, un lujurioso, un perezoso, un vanidoso. Ay de mí, que te traicionó. Ay de mí, que pongo en peligro todo, que haces.” “Dos caminos: O doy la vida a mi prójimo. O le doy la muerte con mis pecados. Mil demonios me rodean, en el nombre del señor les venceré. En tu nombre me humillaré, por tu nombre venceré y podré quedarme sin nada, solo contigo.” “Hoy Virgen del Carmen – 16 de julio. Son tantas mis pecados. Santa madre de Jesús intercede por mí.” Etc. Bueno, son así confesiones. Desahogos del alma. Yo digo al Señor: ¿Pero ¿qué quieres de mí? ¿Quién soy yo? ¿Qué quieres hacer conmigo? Ten piedad de mí. Ten piedad. Que vivir es difícil, ten piedad de mí. Por eso, bueno, el señor ha querido, que venga aquí a Alemania, que esté aquí y que os diga una palabra, como pueda. Pues que seáis buenos y que recéis por mí.









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