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Ver y Creer: “Cuaresma 2012”

Sat, 25 Feb 2012 22:03:00
 

Presento, enseguida, un resumen del Mensaje del Papa, que lleva por título "Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras", para la Cuaresma de este año:

"La Cuaresma nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. Este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario".

1) Fijémonos: la responsabilidad para con el hermano. El verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos 'guardianes' de nuestros hermanos, que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una 'anestesia espiritual' que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. Nunca debemos ser incapaces de tener misericordia para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza. El fijarse en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado. Frente al mal no hay que callar. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano.

2) Los unos en los otros: el don de la reciprocidad. Este ser 'guardianes' de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así. Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer y agradecer el bien que el Señor realiza en ellos.

3) Para estímulo de la caridad y las buenas obras: caminar juntos en la santidad. Esta expresión de la Carta a los Hebreos nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo. En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras. Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua".







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