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Ver y Creer: “Paz a los hombres”

Fri, 21 Dec 2012 15:03:00
 

En su libro "La infancia de Jesús", que apareció en librerías el 16 de diciembre, Benedicto XVI describe, con abundante luz teológica, el anuncio de los ángeles a los pastores en la noche santa de Navidad. En el capítulo III, referente al nacimiento de Jesús en Belén, el Papa así lo explica:

"El ángel del Señor se presenta a los pastores y la gloria del Señor los envolvió de claridad. 'Y se llenaron de gran temor' (Lc. 2,9). Pero el ángel disipa su temor y les anuncia una 'gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.' (Lc 2,10s). Se les dice que encontrarán como señal a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

Y de pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejercito celestial, que alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace" (Lc 2,13-14). El evangelista dice que los ángeles "hablan". Pero para los cristianos estuvo claro desde el principio que el hablar de los ángeles es un cantar, en el que se hace presente de modo palpable todo el esplendor de la gran alegría que ellos anuncian. Y así, desde aquel momento hasta ahora el canto de alabanza de los ángeles jamás ha cesado. Continúa a través de los siglos siempre con nuevas formas y, en la celebración de la Navidad de Jesús, resuena siempre de modo nuevo. Se comprende bien que el pueblo sencillo de los creyentes haya después oído cantar también a los pastores, y que hasta el día de hoy se una a sus melodías en la Noche Santa, expresando con el canto la gran alegría que desde entonces hasta el fin de los tiempos se nos ha dado a todos.

Pero ¿qué es lo que han cantado los ángeles, según la narración de San Lucas? Ellos ponen en relación la gloria de Dios "en el cielo" con la paz de los hombres "en la tierra". La iglesia ha retomado estas palabras y ha compuesto con ellas todo un himno. En los detalles, sin embargo, la traducción de las palabras del ángel es controvertida.

El texto latino que nos es familiar se traducía hasta hace poco de la siguiente manera: "Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Esta traducción es rechazada por los exegetas modernos –con buenas razones- en cuanto unilateralmente moralizante. La "gloria de Dios" no es algo que los hombres puedan suscitar ("sea dada gloria a Dios"). La "gloria" de Dios ya existe, Dios es glorioso, y esto es verdaderamente un motivo de alegría: existe la verdad, existe el bien, existe la belleza. Estas realidades existen -en Dios- de modo indestructible.

Más relevante es la diferencia en la traducción de la segunda parte de las palabras del ángel. Lo que hasta hace poco se traducía como "hombres de buena voluntad", ahora se expresa de esta manera en la traducción de la Conferencia Episcopal Alemana: "Menschen seiner Gnade",hombres de su gracia. En la traducción de la Conferencia Episcopal Italiana se habla de "uomini che egli ama" hombres que él ama. Ahora bien, nos preguntamos entonces: ¿Quiénes son los hombres que Dios ama? ¿Hay también algunos a los que tal vez no ama? ¿Acaso no ama a todos como criaturas suyas? ¿Qué quiere decir por tanto la añadidura: "que Dios ama"? También puede hacerse una pregunta similar respecto a la traducción alemana. ¿Quiénes son los "hombres de su gracia"? ¿Hay personas que no son de su gracia? Y si es así, ¿por qué razón? La traducción literal del texto original griego suena así: paz a los "hombres de (su) complacencia". También aquí queda naturalmente pendiente la pregunta: ¿Quiénes son los hombres en lo que Dios se complace? Y ¿por qué?

Pues bien, en el Nuevo Testamento encontramos una ayuda para comprender este problema. En la narración del bautismo de Jesús, Lucas nos dice que, mientras Jesús estaba orando, se abrieron los cielos y desde allí vino una voz que decía: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (Lc 3,22). El hombre en que se complace es Jesús. Lo es porque vive totalmente orientado al Padre, vive con la mirada fija en él y en comunión de voluntad con él. Las personas de la complacencia son por tanto aquellas que tienen la actitud del Hijo, personas configuradas con Cristo".

Este libro ha venido a ser un exquisito regalo de Navidad del Santo Padre Benedicto XVI.







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