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Ver y Creer: “El Regalo”

Thu, 03 Jan 2013 07:02:00
 

En el año 2004 Martha Arrieta le donó uno de sus riñones a su hermana Luz María porque el Lupus le afectó la función renal. Martha y su hermana han vivido plenamente y felices con un solo riñón cada una. Martha y Jorge Arenas –su esposo- tienen cuatro hijos: Pedro, de 16 años; los gemelos Álvaro y Santiago, de 15; y Regina, de 13.

En el año 2007 a Jorge se le hincharon mucho los pies y las piernas. El médico diagnosticó disfunción renal y para 2011 decretó el fin de sus riñones. Desde entonces tuvo que practicarse hemodiálisis tres veces por semana. Para junio de 2012 sufrió severas infecciones y fue sometido a 15 cirugías para salvarle las piernas. El cuadro se complicó porque había sufrido un infarto cardiaco que, además, le deterioró el hígado. Jorge vive prácticamente envenenado pues la Creatinina y el Nitrógeno ureico reportan niveles de 7 cuando lo normal es de 1.9 como máximo. Para él cada día consiste en sobrevivir con unos riñones que sólo funcionan a menos del 8%. Sus hermanos no pueden ser donadores porque son hipertensos y su esposa Martha tampoco porque ella ya sólo tiene un riñón. Sus hijos no alcanzan la edad mínima requerida, aunque los gemelos piden que se sumen las edades de ambos para que uno de ellos, quien sea, pueda salvarle la vida, con un riñón, a su papá. No había esperanza, los días de Jorge estaban contados.

Una pequeña luz fue la de un donador cadavérico, pero la lista de espera es larguísima y las posibilidades de compatibilidad son pequeñas. Jorge llegó al límite de su existencia conectado a una máquina de diálisis cada tercer día pues médicamente ya no puede hacerse más. Mientras tanto, su corazón y su hígado se deterioran más y más. Jorge y su familia decidieron confiarse a Dios y se instalaron en sus manos; se aferraron a la oración… rogaron por un milagro… imploraron de rodillas la intervención divina en sus vidas.

Finalmente llegó el día en que Dios les respondió, no con el restablecimiento renal sino con algo mucho mejor, más al estilo divino, como Jesús mismo nos enseñó, como se logra trascender la voluntad, con un acto de amor. Así fue como, durante una comida familiar, una persona providencial, esposo de una hermana de Martha, le dijo a Jorge que él estaba dispuesto a donarle un riñón. Así le ofreció lo que a nadie se le puede pedir, le concedió algo que sólo puede otorgar el corazón. A su ofrecimiento, hasta ahora todos le han preguntado que si acaso ya lo pensó bien, y él responde que no, que no necesita pensarlo, ni mucho ni poco, porque su ofrecimiento no salió de la razón sino de su voluntad.

Ahora, este providencial donador ha tenido que acudir a exámenes y análisis, incluso ante un notario público -porque así lo indica la ley- y hasta con psicólogos, para preparar todo. Jorge, transformado en la gratitud encarnada, le ha manifestado su pena por tanto empeño, porque estrictamente es algo por lo que no debería pasar, pero él, simplemente, le responde con una sonrisa.

Platiqué con ambos y le pregunté al donador qué es lo que le inspira para hacer lo que hará. Me respondió que sus motivos son dos: el primero es humanitario porque sabe que Jorge es un hombre bueno, que sus cuatro hijos necesitan a su papá, que él puede liberarlo de la situación en la que se encuentra, desencadenarlo de la máquina de diálisis, arrancarlo de una calidad de vida muy deteriorada y provocar que tenga una vida plena con su familia. El segundo motivo es espiritual y me lo explicó así: "Si yo digo estar en búsqueda de Dios, si Cristo dio la vida por nosotros… yo puedo dar aunque sea un pedacito de la mía. Esto lo he tomado como un privilegio y traigo a mí aquello de la Madre Teresa que consiste en 'Dar hasta que duela'. Para mí esto es sólo un pasito más para ganarme el Cielo".

El donador es amigo mío desde hace muchos años. Conozco bien a su familia y supe que ahora la principal preocupación de su hija Mónica es que el riñón de su papá no sea rechazado; Lorena le pide a Dios que todo salga bien y Alejandro no deja de abrazar a su papá.

Mi amigo me confió que ya envolvió una cajita con papel de Navidad y con un moño, con un papelito adentro que dice: "Vale por tu regalo que recibirás el 8 de enero de 2013". Mi amigo se llama José Alberto Villasana.







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