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Ver y Creer: “Aborto es violencia”

Fri, 28 Jun 2013 13:52:00
 

El 24 de abril de 2007, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó, por 46 votos a favor, 19 en contra y una abstención, la reforma del artículo 144 del Código Penal del Distrito Federal a fin de despenalizar el aborto hasta la semana doce de gestación. Después, el 28 de agosto de 2008, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó la constitucionalidad de las reformas que despenalizan el aborto en el Distrito Federal.

Ambos sucesos han provocado que la ciudad de México se convirtiera en un avispero de aborteros que han encontrado aquí el sitio ideal para proceder impunemente a la matanza de seres humanos en gestación mediante diversos medios, todos sangrientos, destructivos y mortales, pues los demás códigos penales estatales de la República Mexicana sí penalizan el aborto -a menos que el embarazo haya resultado de una violación sexual- y más de la mitad de las constituciones estatales consideran al embrión como un ser humano con derecho a la protección de su vida en gestación. También en contraste, la mayoría de los países latinoamericanos protegen la vida en el seno materno.

Luego de seis años de habérsele concedido licencia a la muerte en el Distrito Federal, las cifras oficiales afirman que son más de 97 mil abortos los que se han practicado -de manera gratuita- en las llamadas “clínicas del aborto”. Estas clínicas, como muchas otras de carácter privado, se publicitan en diversos medios de comunicación bajo expresiones como “Si estás embarazada, nosotros resolvemos ese problema”. Los abortos practicados en clínicas privadas son difíciles de contabilizar porque los “pacientes” exigen discreción, por lo que el número de muertes provocadas, en esta ciudad, es mucho mayor a lo que puede suponerse.

La fe en Jesucristo enseña que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción, pues desde el primer momento de su existencia, al ser humano se le deben reconocer sus derechos de persona, entre los que está, de manera fundamental, su derecho inviolable a vivir. Desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado, enseñanza que permanece invariable porque el aborto provocado es gravemente contrario a la ley moral.

La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

El derecho inalienable a la vida de todo ser humano inocente constituye un elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación, pues los derechos inalienables de la persona deben ser reconocidos y respetados por la sociedad civil y por la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado.

Cuando una ley priva a una categoría de seres humanos de la protección que el ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley, y cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho. El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos.

Al igual que el cristianismo, también el judaísmo y el Islam tutelan la vida en el seno materno. El libro revelado por Dios, estudiado por las tres grandes religiones afirma: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieses te tenía consagrado” Jr 1, 5

A partir de que la Virgen María trajera a México a su divino Hijo en el acontecimiento guadalupano, desde el año 1531 los sacrificios humanos llegaron a su fin en nuestra patria, y la presencia del mal -que aquí se había aposentado- fue eliminada casi en su totalidad. Pero ahora, con la sangre de estos inocentes el mal ha regresado con la fuerza de una infestación demoniaca en todo el territorio.

Hoy se sabe, ya no es secreto, que la violencia en México es resultado del aborto. Esa ley homicida debe derogarse, no hay de otra… Aborto es violencia.







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