Portada
Vaticano
Realidades Eclesiales
Iglesia en Espańa
Iglesia en América
Iglesia resto del mundo
Cultura
Sociedad

·Homilia Dominical
·Hablan los Obispos
·Fe y Razón
·Reflexion en libertad
·Colaboraciones



 
 

 

 

 

 
Apr 2024
MoTuWeThFrSaSu
1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30          

   


www
Portada:: Colaboraciones:: La Columna:: Ver y Creer: “La respuesta de Jesús”

5 / 5 (2 Votos)




Ver y Creer: “La respuesta de Jesús”

Fri, 22 Nov 2013 07:00:00
 

El Praetor Poncio Pilato quiso evitarse vivir con una duda, e impulsado por su espíritu pobre -aunque espíritu al fin- le presentó a Jesús la pregunta con la que la historia le concedió un sitio entre los inmortales: -Dime, Nazareno… ¿Qué es la verdad?

Jesús, que se mantenía erguido y con la mirada hacia lo alto, puso sus ojos en el Praetor mientras millares de querubines y serafines entonaban un canto en cumplimiento a la tarea para la que habían sido creados. Era el canto de la Verdad, dulce y enérgico, suave y contundente, como todo aquello que siempre ha sido y que siempre será... Mientras el Hijo del carpintero sonreía por los cantos angelicales, Pilato sintió sobre sí esa brisa celestial aunque nunca supo su origen. Suavemente oyó la respuesta de Jesús: -La verdad soy yo, Pilato, y en cuanto dictes sentencia de muerte sobre mí, te habrás sentenciado a ti mismo a vivir fuera de la verdad. Te lo digo mientras mis ángeles nos cubren a ti y a mí. Hasta ahora estas protegido de toda mentira que sobre ti hayan sembrado mis acusadores, pero la decisión que habrás de tomar será toda tuya porque sólo tú eres el dueño de tu voluntad. -¿Eres tú la verdad? le interrumpió Pilato, confundido, porque ese día aprendió que nadie puede encontrar a la verdad si la verdad no le encuentra primero. Un escalofrío lo sacudió por la lucha que en su interior libraban la verdad y la mentira.

Pilato se supo derrotado y envolvió los hombros de Jesús con sus manos; lo miró y lo estrechó entre sus brazos, luego lo apretó en su pecho y sintió sobre sus espaldas el abrazo sincero de la verdad, luego se separaron pero Pilato acercó su mejilla a la de Jesús, y mientras trazaba un viaje hacia su otra mejilla, un grito disonante lo persuadió cuando la gente volvió a gritar: -¡Crucifícale! Y aunque Pilato les decía: -Pero ¿qué mal ha hecho?, ellos gritaban con más fuerza: -Crucifícale!

En aquellos gritos Jesús oyó las voces de todos los hombres que le niegan, los de todos los tiempos, los de antes, los de ahora, los del porvenir. Escuchó bramidos de infidelidad y el rugido que siempre proviene del mal: ¡Destrúyelo! ¡Mátalo! ¡No queremos nada de este Jesús! ¡Acaba con su vida, que ya le difamaremos en los siglos por venir...!

En la batalla que Pilato libraba entre la verdad y la mentira, finalmente la mentira se irguió airosa derrotando a la verdad. Jesús sostuvo el abrazo de Pilato por un momento hasta que se sintió abandonado de la justicia humana. Le miró con benevolencia y con perdón en una mirada que Pilato nunca pudo olvidar, ni en Judea ni en Roma ni en su exilio.

El griterío se impuso sobre el Derecho romano, no fue el Praetor quien dictó sentencia porque fueron ellos quienes lo hicieron: -¡Crucifícale Pilato! fue una orden dirigida sobre la autoridad de Roma mientras ataban hilos invisibles en pies y manos de Pilato hasta convertirlo, a su antojo, en una marioneta. Ya despojado de su poder y de cara a la mentira, pasó de ser juzgador a ser testigo protagónico de la más grande estupidez perpetrada por la humanidad. Cargado de rabia, quiso concederse el breve gozo de burlarse de la autoridad judía ironizando sus rituales de purificación y ordenó que le acercaran una bandeja con agua para "purificarse" de aquella injusticia. No existe norma en el Derecho romano que indique que el juez deba lavarse las manos al momento de dictar sentencia. Pilato se burló de los acusadores de Jesús mientras ellos, comprendiendo el signo de desprecio bramaron contra él, aunque no mucho porque ya habían conseguido arrancarle la sentencia de muerte sobre Jesús que los libraría a ellos de toda culpa haciendo recaer la responsabilidad en el juzgador de Roma, en los centuriones y legiones, en el imperio romano, en quien fuese... menos en ellos mismos.

Pilato miró a Jesús a los ojos y en su mirada sólo encontró compasión, como si él mismo fuese su juez... y recordó a los filósofos griegos, que tanto había leído, y se dijo a sí mismo: -Es cierto, el hombre solitario es el hombre más fuerte. Luego recordó el sueño de su esposa, Claudia Prócula, y sus palabras resonaron en su cabeza: -¡No te metas con este hombre justo! Pero la hipócrita conveniencia, el ansia de poder y de riquezas, que acaban por ser banalidades ante la verdad, se apoderaron del poder del Praetor, quien el resto de sus días vivió con estas palabras: -La verdad... soy yo.







Nombre:
Email:
Titulo:
Comentario:




SI QUIERES COLABORAR CON CAMINEO.INFO PULSA DONAR

Preview Chanel Preview Chanel
Camineo.info 2004-2015

PHPCow news publishing script, content management system Review www.camineo.info on alexa.com