La Iglesia recuerdaba ayer a San Ramón Nonato, patrón de las embarazadas y sacerdote mercedario entregado a los presos. Con este motivo, recuperamos algunos retazos de la entrevista realizada en el programa `Iglesia Hoy´ de Radio Popular de Bilbao al capellán de Basauri, Peli Alaiza. El sacerdote apuesta por la dimensión del cura cercano, “que sabe escuchar y pisa el patio”.
¿Por qué aceptó llevar el rostro de la Iglesia de Vizcaya a la prisión de Basauri?
Sinceramente por una mala conciencia. Cuando se dice eso de tuve hambre y me diste de comer… las otras facetas las voy haciendo, como puedo, pero la de la cárcel no. Colaboré con pastoral penitenciaria dando algunas charlas, pero siempre quiero poner rostro a la realidad sobre la que tengo que decir algo y me parecía que la oferta era un reto. A mí siempre me gustan las distancias cortas. Cuando me dicen quiero hablar contigo les pregunto: ¿ para pedirme qué?. Más del ochenta por ciento es para pedirme algo, pero intento ponerme en su piel y lo entiendo.
Más de cuatro años paseando por el patio. ¿Le gustaría llegar a lo más personal con cada uno?
La cárcel de Basauri es preventiva. Con eso se quiere decir que los reclusos no están mucho tiempo y cuando conectas con las personas, a veces, se ve cortada esa línea de proceso o de intimidad. Más que personalmente echo en falta que el equipo pueda tener un programa de cierta duración con los presos.
¿Qué necesidades detecta en ellos dentro de la cárcel?
La primera es salir. Es su primer derecho, pero más en concreto quieren pasar a tercer grado cuanto antes. Esto significa que tienen que adquirir también ciertos compromisos para poder salir durante el día y volver a la cárcel a dormir.
¿Ellos saben que es cura?
A mí me presentó Paulino Ordax, por lo que desde un principio supieron que era cura. Pero ellos decían que yo era `un tío legal´. He celebrado muy poco, en las Pascuas y alguna que otra vez. Creo que la cárcel recoge el reverso de nuestra sociedad por lo que allí la media es joven y la pobreza, la desestructuración familiar, el problema de las drogas es lo sustancial.
¿Le piden la confesión?
Sí, alguna vez. Ellos lo que quieren es que alguien les escuche. La mayor parte de la gente tiene una dimensión religiosa muy pobre.
¿Qué podría aportar la Pastoral Penitenciaria a ese mundo de necesitados?
A la diócesis le pediría que dedicara un domingo al año a la pastoral y hacer visibles a las personas privadas de libertad.
