CAMINEO.INFO.- Anthony Muheria es miembro del Opus Dei y el pastor de doscientos mil católicos en Kitui, una zona rural a 200 kilómetros de la capital de Kenia. El país se encuentra en una encrucijada, los políticos preparan una nueva Constitución, y los obispos participan pidiendo superar el «etnicismo negativo», defender la vida y la familia y subrayar el papel subsidiario del Estado.
-¿Por qué se refieren expresamente al etnicismo negativo?
-A veces las diferencias entre tribus son resueltas de modo muy violento. Como Iglesia tenemos que propiciar mucho los encuentros con gente muy distinta, no rechazar a nadie. Decía san Josemaría Escrivá que sólo hay tribu, sólo hay una raza, la de los hijos de Dios. En el borrador de la Constitución, que es un proyecto muy positivo y una gran oportunidad para la armonía, hay muchos intereses individuales que deben ser superados. Necesitamos definir con claridad el bien común, la vida, la familia y la subsidiariedad, y hemos de hacerlo sin presiones externas que quieren rediseñar la sociedad.
-¿Qué papel tienen los laicos en las diócesis de su país?
-Los laicos han de luchar contra la corrupción, que está muy consolidada y extendida como algo estructural en todo el continente, hasta formar un monstruo muy difícil de matar. Pienso que necesitamos una medicina fuerte para combatirla y que vendrá de la Iglesia. En cuanto a los empresarios, les pediría más conciencia social para mejorar las condiciones de los trabajadores. Que tengan en cuenta el bien común, y vivan la doctrina social de la Iglesia.
-¿Cómo promocionar mejor la sociedad del país?
-La fe es muy útil, también socialmente, porque quita clichés mentales, da esperanza e impulsa nuevas ideas, y vemos iniciativas que salen de comunidades eclesiales, con jóvenes que se vuelcan en ayudar. Nuestra esperanza se llama también educación. Hace 20 años, el acicate era decir a los jóvenes: «estudia y tendrás dinero, coche, casa, éxito material». Fue un grave error, porque el fin no es ser muy rico, y no es cierto que fracasas si no llegas a eso. Faltó ética y responsabilidad social.
-¿Hay pasividad o resignación ante las dificultades del país?
-No hay resignación en los kenianos, hay fuerza y resistencia frente a las dificultades, y viven de esperanza. Se siembra aunque no haya habido cosecha. Las enseñanzas del fundador del Opus Dei me empujan en mi actividad. Como él impulsó tantas iniciativas sociales, me interpela y ayuda para vivir la justicia con caridad. También me sirve mucho su optimismo para evitar el escapismo y el fatalismo. Por ejemplo, aunque mi diócesis está en una de las zonas más pobres, seca y árida, tenemos mucha esperanza. Después de años de hambre y sequía tremenda, las lluvias recientes nos van a dar la primera cosecha en cinco años, que han sido durísimos y que hemos superado con ayudas del Gobierno y ONG. Pero la gente no quiere abandonar, está dispuesta a luchar.
Un ateo pide cristianismo para África
En diciembre de 2008, el periodista y ex diputado ateo Matthew Parris escribía en «The Tiems» que «los que quieren que África camine con la cabeza alta en el siglo XXI deberían pensar que los medios materiales y lo que llamamos el desarrollo no efectuarán el cambio por sí mismos. Antes hay que suplantar todo un sistema de creencias. Una África sin cristianismo dejará el continente a merced de la nefasta fusión entre Nike, el hechicero, el teléfono móvil y el machete». Parris, inglés, vivió en su infancia en África, la recorrió de joven y ha vuelto allí con una ONG.
«La ansiedad, el miedo a los malos espíritus, penetra toda la estructura del pensamiento africano tradicional, haciendo que la gente no tome la iniciativa y no lleve las riendas de su vida», afirma. Esto no sucede, sin embargo, con los cristianos.