La otra crisis: Oposición culpable

CAMINEO.INFO.-Se acerca el día, los ánimos están cada vez más caldeados y la violencia dialéctica está dejando paso a la acción de unos terceros que se creen los amos del sentir popular.
Se acerca el día y ya van tomando posiciones, aunque escudados ahora por una acción conjunta a nivel mundial, para poder pasar del dicho al hecho en el momento adecuado, cuando las encuestas dejen bien a las claras que no hay marcha atrás, que los socialistas caen en picado y que los populares son los favoritos indiscutibles, con mayoría absoluta incluida.
Así es, y al grito de “no nos merecemos un partido de la oposición que nos mienta” tomarán las sedes populares y amedrentarán a la población entera para que no se nos ocurra votar al pasado y resucitar al mismísimo Franco, reencarnada su ideología en la persona de Rajoy.
Y con sus protestas, su indignación, sus sentadas y proclamas lograrán también que los socialistas se conviertan en las víctimas inocentes, en el partido que se dejó la piel en el Gobierno de España, solo ante el peligro, sin el apoyo y con el ninguneo de una oposición que es la culpable de todo lo malo habido y por haber.
Pero se equivocan ellos y todos sus simpatizantes, pues ni Rajoy es Franco, ni el Partido Popular es un partido democristiano. Estamos ante una auténtica “ensalada tropical” ideológica en la que cabe de todo: partidarios del aborto y de la eutanasia, del “matrimonio” homosexual, de la escuela pública única y laica o del divorcio exprés y de todo lo contrario.
Y esto es lo que llegará tras el 20 de noviembre, lo que nos merecemos, porque desde hace mucho tiempo somos sabedores de ello y, pese a todo, depositaremos nuestro voto y nuestra confianza en ese partido popular, partido estancado en la tibieza; ni en la izquierda ni en la derecha; y todo porque nuestra aspiración se conforma con un no ir más allá, con poner el freno de mano en el caminar hacia ese extremo integrista y radical que los socialistas nos han hecho recorrer a golpe de mayorías absolutas.
Llegó el momento del cambio, mejor dicho, del no cambio. Algo es algo. Pero ese algo debe ser el punto de partida para que otro grupo de indignados, que también cuenta sus integrantes por millones, exija coherencia de pensamiento, de palabra y de vida a esos políticos populares que nadan en la indeterminación ideológica, en la simple cobardía, por el temor a perder un puñado de votos. Llegó la hora de exigir que la verdad aflore, que el sentido común rija sus decisiones, que el derecho natural recupere el terreno perdido por culpa de una ignorancia que de progresista nada tiene. Ahí queda eso.