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Jesús Asensi Vendrell::
Veinte años de agradecimiento |
Veinte años de agradecimientoSat, 01 Sep 2012 16:59:00
Corría el mes de agosto del año 1992 cuando mi hermano mayor ingresó de urgencia en el hospital. Allí tuvo que quedarse durante todo el verano, pues no le iban a poder operar hasta mediados de septiembre. Nuestra madre estuvo en todo momento a su lado, pendiente de mi hermano, rezando y pidiendo oraciones por su pronta recuperación. Ahí estuvo también nuestro padre, que iba diariamente de casa al hospital y del hospital a casa, encargado de atender las peticiones de mi madre y de poner un poco de orden en el hogar.
Hace veinte años que escribí mi primera “Carta al Director”; publicada en el periódico Las Provincias, el sábado, 5 de septiembre de 1992 y titulada “Lo puede todo”; agradeciendo a mi madre todos sus desvelos; allí en el hospital celebramos su cumpleaños, su santo y su 23º aniversario matrimonial; y mostrando con mis palabras la belleza de la fe, que nos hacía salir de nosotros mismos para pedir y rogar humildemente a Dios por la curación de mi hermano.
Han pasado veinte años y nuestra familia ha celebrado durante este tiempo todo tipo de acontecimientos: bodas y entierros, bautizos y comuniones, graduaciones universitarias, paro, trabajo y jubilaciones, sobrinos y nietos, amigos, alumnos y compañeros… y también nuevos ingresos e intervenciones quirúrgicas. Y sí, ahí ha estado otra vez nuestra madre, ya en un segundo plano, pero siempre disponible. Y ahí ha estado también la fe que Dios nos ha regalado y que tanta alegría infunde en nuestras vidas.
Y al igual que ha sucedido a lo largo de estos años, ahora finaliza una etapa profesional que ha sido maravillosa. Por eso también quiero aprovechar estas líneas para agradecer a mi mujer la ilusión que siempre infunde a su alrededor y que a mí tanto me animó para iniciar los estudios de Doctorado y aceptar la oferta que me hicieron de dar clases en la Universidad y que ya llegó a su fin. Gracias porque sé que gracias a ti, y… a Dios, jamás me faltará el cariño y la fuerza para comenzar y recomenzar las veces que haga falta, aquí o allá… ¡donde Dios quiera!
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