Anoche pudimos ver en casa una película de las buenas, de esas que te hacen pensar y ver más allá de los créditos finales. El film se titula “A propósito de Schmidt”, está protagonizada por el actor Jack Nicholson y nos cuenta qué les espera a algunos cuando llegue el día de su jubilación.
Resulta que hoy al medio día se ha producido la noticia del mes o, incluso, del trimestre: Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha presentado la dimisión irrevocable a todos sus cargos políticos. Y ante tal noticia uno se pregunta si la señora Aguirre también visionó anoche la película de Nicholson. ¡Y eso que no la vimos en ningún canal de televisión, sino de un DVD de tercera o cuarta mano!
Alguno se preguntará por qué motivo he llegado a deducir que es posible semejante coincidencia. Y le respondo… ¡tienes que ver esta película! Y añado… porque pensamos que todo es eterno, que lo único importante en esta vida es tener un trabajo del que poder jubilarse algún día y que, llegado ese momento, ya vendrá la hora de cuidar el trato con la familia y con los viejos amigos. El problema es que quizá, cuando ese día llegue a nuestra vida, sea ya demasiado tarde para casi todo y nos encontremos en la más absoluta soledad y con la sensación de haber echado a perder los mejores años de nuestra existencia terrena.
Esperanza Aguirre es afortunada, pues no ha necesitado esperar al día de su jubilación para darse cuenta de lo que de verdad importa. Y entre esas cosas importantes hay una que destaca sobre todas las demás. ¿Por qué? Pues porque es la única que tiene la capacidad de colmar el anhelo infinito y eterno de felicidad que inunda nuestro corazón. Seguro que ya saben a qué me refiero, ¿verdad?
