La otra crisis: Ni reinserción ni perdón

Así son las cosas, por desgracia. Y es que el escándalo ha estallado con la derogación de la “Doctrina Parot” y la liberación exprés de presos condenados por terrorismo, asesinatos y violaciones. Un escándalo que es doble, porque es evidente el fracaso de nuestro sistema penitenciario; incapaz de rehabilitar a los condenados para que se arrepientan de su vil acción y traten de reparar el daño causado; y, por ese mismo motivo, la dificultad casi insalvable de las víctimas para perdonar y dejar a un lado el amargo rencor que anida en sus corazones.

No podemos quedarnos de brazos cruzados y mirar hacia otro lado. Es necesario que nuestras autoridades pongan los medios para que nuestro sistema penitenciario logre el principal de sus fines: reinsertar al preso y conseguir que vuelva a ser útil para la sociedad. De ese modo, también se les facilitará a las víctimas el poder perdonar y mirar hacia delante con otro talante.

Y como no podemos quedarnos con los brazos cruzados, quizá llegó el momento de revisar los fines de nuestro sistema penitenciario, por si esa “reinserción del preso” es imposible en algunos casos concretos. Porque no podemos olvidar que nuestra libertad no es ilimitada; termina donde empieza la libertad del otro. Y si el Estado tiene la obligación de proteger a sus ciudadanos, no se puede permitir la licencia de excarcelar sin vigilancia ni control alguno a presos potencialmente reincidentes y encima, escudarse en que estamos en un “Estado de Derecho” que, visto lo visto, no acaba de funcionar.