El ministro Montoro quiere mirar hacia el futuro con optimismo y cree que uno de los remedios a la actual crisis, que no es tan solo financiera, es sacar a la luz la economía sumergida realizada por algunos españoles. Una economía sumergida que, con toda probabilidad, está sosteniendo a muchas familias e impidiendo un estallido de violencia social incontrolado.
Como el señor Montoro no quiere mirar hacia atrás, ignora que desde hace muchos años los negocios de los españoles han salido adelante gracias a la colaboración de toda la familia. Abuelos, padres, hijos y nietos estaban siempre dispuestos a echar una mano para que el comercio fuera rentable, sin temer una inspección que les tumbara de un plumazo sancionador su sacrificado negocio.
Este Gobierno quiere hacernos creer que está haciendo grandes sacrificios para sacarnos de la crisis, cuando la realidad es que no está dispuesto a favorecer de modo alguno al pequeño negocio. Ojalá el ministro de Hacienda fuera el señor Leopoldo Abadía, partidario de "legalizar" a todos los trabajadores de una pequeña empresa solo cuando esta empiece a ser rentable. Ojalá en estas navidades alguien le regale al señor Montoro alguno de los libros publicados por Abadía y empiece a legislar a favor del pequeño comercio aplicando el sentido común.