El 20 de diciembre de 1993 la
Organización de las Naciones Unidas estableció el 15 de mayo de cada año como
Día Internacional de la Familia, con el objetivo de aumentar el grado de
concienciación acerca de los temas relacionados con la familia como unidad
básica de la sociedad así como la promoción de medidas adecuadas para su
desarrollo.
Este año el Instituto de Política Familiar
(IPF) aprovechó este día para presentar ante el Parlamento Europeo su Informe de Evolución de la Familia en
Europa 2018 que aporta datos preocupantes de nuestro presente y de nuestro
futuro.
Europa está inmersa
en un invierno demográfico sin precedentes que nos ha convertido en un continente viejo,
con un gran déficit de natalidad, agravado por el número de abortos y con cada
vez menos matrimonios y más rupturas.
Los indicadores de población, de natalidad, de
matrimonios y de rupturas familiares han empeorado sustancialmente, por lo que
es necesario comprender que los problemas de la familia son problemas de toda
la sociedad.
Como muestran los datos que nos ofrece el
Informe sobre la población de Europa las personas mayores de 65 años superan en
más de 18 millones a los jóvenes menores de 15 años. La natalidad es el
problema más importante ya que cada vez nacen menos niños y se producen cada
año un millón de abortos, lo que lo
convierte en la mayor causa de mortalidad.
En los últimos diez años la población europea
se ha incrementado en 13,5 millones de personas, pero la causa fundamental del
crecimiento ha sido la inmigración. En
el año 2016 en la Unión Europea hubo una inmigración de 1,2 millones de
personas, pero un crecimiento natural negativo en 15.854 personas y lo mismo
pasó en los años 2015 y 2016. Nacen menos personas de las que mueren, por lo
que no hay reemplazo generacional.
La población inmigrante alcanza ya 38,6
millones de personas, el 8% de la población total de Europa, por lo que hay que
considerarla como una realidad consolidada, máxime cuando estos inmigrantes
crecen y los europeos van decreciendo cada año.
Las personas mayores de 65 años son casi 100
millones, de los que son mayores de 80 veinticinco millones. Podemos alegrarnos
del aumento de nuestra esperanza de vida, pero no podemos olvidar las
crecientes necesidades de la población anciana, que pone en cuestión cualquier
cálculo de Seguridad Social.
Cada día en Europa hay 433 nuevas personas
menores de 15 años, pero nada menos que 4.766 nuevas personas mayores de 65. En
el 2050, si continúan estas tendencias, las consecuencias serán catastróficas.
Aquí en España se ha publicado el dato de que
más de 1000 pueblos llevan varios años sin ningún nacimiento. La despoblación
está a la vista.
La natalidad es consecuencia de la nupcialidad,
pero esta se ha desplomado con cada vez menos matrimonios y más rupturas. Siete
de cada diez hogares europeos no tienen ningún niño.
El panorama es desolador por lo que es
necesario reforzar las políticas
familiares que se basen en una perspectiva de familia. Por mi parte creo que
llevamos demasiado tiempo obsesionados con la perspectiva de género, que nos
está llevando al desastre, pues es la familia el elemento esencial que da
cohesión y estabilidad a la sociedad.