Como imagino a mis lectores, si
es que los tengo, ahítos de tanta política, moción de censura y cambio de
gobierno, he pensado que ya que estamos en la semana de Corpus en Granada, contarles
algo de las tradiciones granadinas, como por ejemplo las Carocas en Bib-Rambla, quintillas normalmente amables
ilustradas por pintores locales, que se vienen haciendo hace algunos siglos.
En el recorrido de la procesión
se levantan altares bien adornados con motivos eucarísticos y en el pasado el
altar más grandioso, una verdadera obra de arte, se levantaba en la plaza de
Bib-Rambla y mediante cuadros, tapices y pinturas religiosas se delimitaba un
espacio sagrado que podían admirar los vecinos.
Los respaldos de estos cuadros, tapices y
pinturas quedaban fuera del altar y los ciudadanos aprovechaban estos espacios
para colgar sus críticas en verso tanto a las autoridades como a otros vecinos
y comerciantes a las que llamaron carocas, que es lo único que ha quedado de
aquel altar.
El Ayuntamiento convoca el
oportuno concurso de quintillas y las seleccionadas son ilustradas con pinturas o dibujos, muchas
veces estupendas y expuestas alrededor de la plaza en soportes adecuados para
que puedan leerse y fotografiarse.
Este año se ha criticado la moda
de los pantalones rotos, el retraso en las obras del AVE ilustrado con la
canción de Miguel Ríos “Vuelvo a Granada”, entonces en tren, pero hoy aquí no
llega ningún ferrocarril desde hace años. El envío de 50 peones para arreglar
unos metros de acera. Los sucesivos cambios de nombre de nuestra Caja de
Ahorros que pasó a ser Marenostrum y ahora es Bankia. Unos empleados con contratos
fantasmas en el cementerio. El equipo de futbol, el legado de Lorca, etc.
En cuanto a la procesión del
Corpus Christi, que se viene celebrando desde la toma de Granada, tiene un
aspecto religioso que los granadinos viven con devoción al menos estos días,
pero además tiene añadidos bastante
reglamentados sobre el lugar que en la procesión deben ocupar cofradías,
hermandades sacramentales, seminaristas, sacerdotes y religiosos, incluido el
Arzobispo que marcha detrás del trono donde va instalada la custodia con el
Santísimo Sacramento, después desfilan corporaciones con banderines y maceros y
un concejal porta el viejo pendón de Castilla, escoltado por gastadores. Desfilan también autoridades civiles y
militares, además de maestrantes, caballeros del Santo Sepulcro y otras
vistosas antiguallas, que en el pasado litigaron sobre precedencias en la
procesión, que forman un sector de la documentación de la Chancillería
agrupados con el título: Pleitos sobre precedencias.
Delante de la procesión desfilan
los gigantes y cabezudos. Los gigantes son los reyes moros y los cristianos y
los cabezudos granadinos que ya desaparecieron pero que pueden ser bastante
identificables. Sigue un carromato con un dragón sobre el que va de pié vestida
a la moda, más o menos, es la Tarasca, una leyenda francesa de Santa Marta y el
Dragón que no me explicó porque llegó aquí. Sigue a la Tarasca personal
municipal vestido con los ropajes de viejos pajes que portan el estandarte de
la ciudad y algún mobiliario como un arcón para dejar los cirios, las jarras
que servían para las votaciones con bolas blancas y negras, etc.
En tiempos pasados, pero que yo vi
y recuerdo bien, en estas fiestas se representaban en la plaza de la Catedral
autos sacramentales como El Gran Teatro del Mundo y en el Palacio de Carlos V
obras de teatro a cargo del Teatro Español Universitario (TEU) de la mano de
José Tamayo.
Otro día les contaré algo sobre
la malafollá granadina.