Como diría Santa Teresa vivimos
tiempos recios. A cualquier ámbito que nos asomemos hay negros nubarrones que
amenazan tormentas y enfrentamientos, por eso pienso que ahora es más necesario
que nunca abrir el corazón a la esperanza, sabiendo que todo esto pasará,
cambiarán las situaciones y los personajes, ¿a mejor o a peor?, sólo Dios lo
sabe.
No hay bien ni mal que cien años
dure, ni cuerpo que lo resista, decía
mi abuela, ella que padeció la guerra de África donde murió mi abuelo y la
guerra civil en la que luchó su hijo, mi padre. Todo pasa: situaciones,
personajes y personajillos.
Del pasado hay que evocar todos
los buenos recuerdos, sin conjurar a los muertos como en una sesión de espiritismo.
Los que murieron ya fueron juzgados por Dios, cuyo juicio es más importante y
definitivo que el que puedan formular los historiadores favorables o adversos.
A todos los protagonistas de hoy, al igual que a todos nosotros, también nos
llegará la hora de rendir cuentas de los talentos que recibimos.
Es muy grave que no nos tomemos
en serio que Dios nos va a preguntar, como a Caín, ¿dónde está tu hermano? Todos
somos hermanos, todos somos hijos de Dios. Mala cosa es que hayamos tratado a
unos como amigos a otros como enemigos, que le hayamos hecho daño, que los
hayamos estafado, engañado, asesinado…
Todas las novelas, todas las
películas, tienen un final. La vida de cada uno de nosotros también. ¿Cómo será
el nuestro, el de cada uno? Muchos dirán que cuando morimos volvemos a la nada
por lo que no hay que preocuparse. Este sería un triste final que igualaría a
los inocentes y a los culpables.
Por mi parte me niego a creer en
la nada. Vivimos en un mundo maravilloso que una inteligencia eterna creó para
nosotros. ¿Por qué hemos convertido el paraíso en este complicado mundo que
estamos destruyendo? Alguien alteró el plan de Dios, alguien sembró cizaña en
el campo, alguien nos susurró al oído: seréis como dioses y a ser como dioses
estamos jugando sin advertir que todos tenemos que morir y se nos pedirá
cuenta. ¿Qué diremos? ¿Qué la serpiente nos engañó como dijo Eva?
Quien hizo el universo y cuanto
contiene no ha dejado de advertirnos de nuestras desviaciones. El principio de
la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican,
pero otros dicen: comamos y bebamos que mañana moriremos y nosotros ¿qué
decimos? ¿qué hacemos?
Hace dos mil años el Hijo de Dios
nos dijo Yo soy el camino y la verdad y
la vida y nos dejó la buena noticia del evangelio para que fuera anunciada
a todos los hombres. Unas veces este anuncio llegó claro y potente, otras los
encargados de anunciarlo dejaron de hacerlo o lo tergiversaron. Dios les pedirá
cuentas. Pero su voz sigue llegando, llamando a la conversión, al amor al
prójimo hasta dar la vida por él, pero seguimos distrayéndonos en tonterías.
Él es el camino pero nosotros
andamos por otros vericuetos que no nos llevan a ningún lado. Él es la verdad
pero vivimos revolcándonos en la mentira que nosotros inventamos o que nos llega
hasta el móvil. Él es la vida pero nosotros preferimos la muerte: aborto, droga,
alcohol, luchas, guerras…