Sobre la política de los
políticos hay muchas personas que escriben, sobre la política de los ciudadanos,
la de todos aquellos que no se encuadran en algún partido y cuya actuación
política se reduce a meter una papeleta en una urna cada cierto tiempo, se
habla menos.
Todos los ciudadanos creen que, como
personas libres, esa libertad les autoriza a pensar, decir y actuar como se les
antoje, lo cual está lejos de ser cierto. Pensar,
lo que se dice pensar, se piensa poco, nos lo dan casi todo pensado y como se decía
en el Manifiesto de los Persas que le presentaron a Fernando VII “lejos de nosotros la funesta manía de
pensar”, estamos dispuestos a aceptar lo que nos digan los “absolutistas
medios de opinión”, sin pasarlo previamente por nuestro caletre.
En cuanto al decir, lo que decimos no pasa de los trinos de un twiter o las
agudezas de un whatsapp, que algunas veces inventamos pero muchas más
reenviamos. Tenemos libertad de decir cualquier cosa si no choca con las ideas
progresistas que nos son impuestas pues, si es contraria, podemos tener
problemas. Recordemos al autobús de Hazte Oír que decía algo tan obvio como que
los niños tienen pene y las niñas vulva.
La libertad de expresión dirán
que es un derecho fundamental pero ¡cuidado!
hay expresiones que resultan protegidas y otras desprotegidas. Si dice algo
criticando a la iglesia: protegida,
si dice algo criticando la ideología de género; desprotegida, no puedes decir nada contra los excesos del
feminismo: serás etiquetado como machista. Bueno, hay variadas etiquetas (homófono, xenófobo meapilas, carca
o facha) que le pueden caer encima a cualquiera por decir algo, por opinar
algo, sobre lo que ya se hayan pronunciados
más altos y severos organismos, como decían las sentencias de la
Cárcel de Papel de aquella revista inolvidable, para los que tuvimos la suerte
de leerla: La Codorniz.
Respecto a la libertad de actuar tengan en cuenta antes las
leyes, normas y reglamentos de las administraciones central, autonómica y
local, que nos marcarán el paso en todo momento, ya sea para poner una empresa,
cruzar una calle, circular con un vehículo, comprar o vender un piso, etc. etc.
Pero teniendo en cuenta que lo
que nos constituye como personas es
nuestra condición de seres libres y dotados de razón, no podemos abdicar de
ello sino profundizar en su significado. Mientras vivimos se nos van presentado
constantemente las más variadas cuestiones sobre las cuales tenemos que
pronunciarnos, elegir, decidir, actuar pues en ello nos va nuestro ser o no
ser.
Podemos optar por usar nuestra
razón, que esencialmente significa elegir entre el bien y el mal, lo bueno o lo
menos bueno. La libertad no es actuar como se me ocurra sino llegar a ser cada
vez más y mejor persona.
Por eso hay que estar siempre en
guardia para evitar ser manipulados por los que intentan dominarnos en
beneficio de sus intereses y por nuestras malas inclinaciones que nos llevan a
la soberbia, a la avaricia o a la envidia, a la pereza o a la lujuria. Si no
luchamos contra todo esto dejaremos de ser personas libres y responsables.
Que nuestra razón sirva de filtro
eficaz frente a todas las ideas que circulan, especialmente de las que quieren imponernos y que no tenemos que
aceptar si no comprobamos su validez. Todo hay que ponerlo en cuestión en
nuestra máquina de pensar. Si no lo hacemos será inútil que luego nos quejemos
de los resultados.