De nuevo la Virgen

CAMINEO.INFO.- Hasta seis veces escribe el Papa la palabra “humanismo” en su carta “La Caridad en la Verdad”, y la última la califica con el adjetivo “cristiano”. Habíamos olvidado, por qué no decirlo, el tema del Desarrollo de los Pueblos en esta sociedad opulenta en la que hemos vivido, y viene ahora Benedicto XVI a recordarnos las palabras de Pablo VI en su encíclica “Populorum Progresio”: “No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana”

Será pues muy importante que en nuestros pueblos y ciudades acostumbradas en estos días a hacer fiesta con motivo de la Virgen de Septiembre en sus diversas advocaciones, todas ellas en torno al Misterio del Nacimiento de la Virgen María, ofrezcamos a nuestros vecinos la noticia de que si nos alegramos por el nacimiento de la que llamó Jesús (Mujer! es porque con Ella amaneció la Aurora de la salvación humana, la Mujer abierta a Dios: “al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana.”

Aun reconociendo todos los avances que va alcanzando nuestra sociedad en materia de derechos humanos, vamos teniendo experiencia de que ese avance se quiebra y fracasa cuando no sigue la trayectoria de ese “continuo” humano que para muchos contemporáneos nuestros de buena voluntad y que no desean edificar la convivencia social contra nadie, coincide básicamente con el humanismo que desde la fe sabe que el ser humano parte de la vocación, desde la llamada que Dios dirige al “Hombre”, varón y mujer, a la plenitud del ser y de la vida. Con palabras precisas y cultas lo dice el Papa en el número 55 de su carta: “La revelación cristiana sobre la unidad del género humano presupone una interpretación metafísica del humanum, en la que la relacionalidad es elemento esencial.”

Todo esto nos viene sugerido por la Mujer que es María y que realiza su trayectoria vital “impecable” desde su Concepción hasta su Asunción: (Inmaculada! siguiendo la llamada de Dios y moviendo con su persona los hilos de la Historia de la Humanidad desde esa capacidad “relacional” con la que Dios dota al ser humano para reunir a propios y extra?os puesto que para la criatura humana nadie debe ser extra?o y distante por distinto que nos pueda parecer.

La convivencia que las fiestas de la Virgen han provocado y siguen provocando en nuestra tierra deben ser días de auténtica devoción y evangelización, es decir de poner en la Virgen María nuestro ideal humano y de anunciar a todos que ahí está la salida de toda crisis. Que el fracaso que estamos viviendo en nuestra trayectoria de sociedad opulenta, hasta nos puede venir bien para repensar si hay salida por la vía del individualismo y de la insolidaridad, al margen de toda razón y al margen, decimos nosotros, de Dios.

La austeridad y el recorte de los presupuestos de las fiestas es una iniciativa para alabar a los dirigentes sociales que se atreven a tomar esas medidas hasta ahora siempre impopulares, pero es algo que debemos vivir no como una desgracia. Me atrevo a proponer que lo vivamos como una demostración de que no necesitamos tanto para convivir en paz y en la confianza en los demás, gozando de la capacidad de improvisación para celebrar juntos esta Fiesta de la Vida que es el nacimiento de la Mujer Nueva, de Santa María Nuestra Señora.