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Portada:: Reflexión en libertad:: Jose Antonio Pineda:: EL HERMOSO ESPECTACULO DE LA FE

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EL HERMOSO ESPECTACULO DE LA FE

Tue, 21 May 2013 11:34:00
 

CAMINEO.INFO.-  Como ya sabéis el Camino Neocatecumenal ha organizado un programa de catequesis en todo el mundo al que ha denominado 'Gran Misión' y que ha dado comienzo hoy domingo 7 de abril de 2013 coincidiendo además con el domingo de la Divina Misericordia, instaurado por el beato Juan Pablo II, apoyado en las revelaciones de la mística santa Faustina Kowalska, para terminar el domingo 5 de mayo del presente año. Estas catequesis han tenido lugar en unas 10.000 plazas de 120 naciones. La acción se enmarca en la celebración del Año de la Fe.

    La idea surgió después de que el Pontificio Consejo para los Laicos y el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización preguntaran al equipo responsable del Camino Neocatecumenal, formado por Kiko Argüello, Carmen Hernández y el sacerdote Mario Pezzi, cómo pensaba el Camino contribuir al Año de la Fe proclamado por Benedicto XVI.

    En un mundo convulso, lleno de miedos, de angustias, sin esperanza, en crisis permanente, es necesario corroborar que esta situación no es precisamente de orden económico y financiero. Si así fuera, podríamos mirar con desenvoltura al futuro, porque las soluciones, al ser de naturaleza esencialmente técnica, podrían encontrarse con facilidad. La crisis que estamos viviendo es, ante todo, de orden cultural, y antropológica, es decir, lo que se dice hoy día de valores éticos y morales. En efecto, el hombre está en crisis. Ya no es capaz de encontrarse a sí mismo, sobre todo cuando creyó haber llegado a la edad adulta y ser totalmente dueño de sí e independiente de toda autoridad. En efecto, este canto de sirenas era cautivador. A un hombre que se iba encontrando cada vez más en el centro de todo, incapaz de llegar a la verdad, porque carecía de todo fundamento, le faltaba solamente una última pieza para ser plenamente autónomo: el distanciamiento de Dios.

    Este es un hombre desorientado que ha entrado dentro de la esfera del secularismo que propugnó la tesis de vivir en el mundo, <<como si Dios no existiera>>. Sin embargo al suprimir a Dios, el hombre contemporáneo se ha perdido a sí mismo. El deseo de buscar el rostro de Dios, que desde siempre ha caracterizado el anhelo más profundo del corazón humano, se ha hecho cada día más triste y el distanciamiento de Dios más vistoso. Este hombre visto así, se encuentra en la más absoluta soledad habiendo llegado a esta situación por su propio egoísmo, donde encuentra la muerte antes de tiempo. Perdida la relación con los demás, deja de ser persona y se queda solamente como individuo, donde no tiene posibilidad alguna de supervivencia, porque es incapaz de amar, de relacionarse con el otro, y la soledad tiene la primacía. El círculo se cierra así, tristemente, pero de un modo inequívoco.

    Si Dios es relegado a un rincón, al más oscuro y alejado de la vida, el

hombre se pierde a sí mismo, porque ya no tiene sentido relacionarse consigo mismo y menos aún con los demás. Por tanto, es necesario volver a llevar a Dios al hombre de hoy.

    Este hombre, si quiere salir de este círculo de asfixia, de muerte, que le conduce a la insatisfacción y desesperación más absoluta, al suicidio, debe buscar el rostro de Dios, impreso en el de su Hijo hecho hombre, Jesús de Nazaret, que ha revelado de forma definitiva sus rasgos fundamentales. Sobre el rostro de Jesús está impreso el rostro de Dios como dice san Pablo en la epístola a los colosenses: Él es imagen de Dios invisible (Col. 1,15). No se encuentra en otra parte; para buscarlo es necesario fijar la mirada en él. En cierto modo, regresamos a Nazaret, a aquella sinagoga a la que fue un sábado, como era su costumbre, para leer  la palabra de los profetas. En ella no solo dio voz a la palabra antigua, sino que proclamó su cumplimiento en su persona. <<Los ojos de todos estaban fijos en él>> (Lc. 4,20). El evangelista expresa así gráficamente la verdad subyacente. Probablemente, tendríamos que ser capaces de retomar la misma expresión si queremos llevar a cabo la nueva evangelización. Jesús se revela en la sinagoga como el evangelizador que trae la salvación: <

             El Espíritu del Señor sobre mí,

              porque me ha ungido

              para anunciar a los pobres la Buena Nueva,

              me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos

              y la vista a los ciegos,

              para dar la libertad a los oprimidos

              y proclamar un año de gracia del Señor”.

    Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy’. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca>> (4,16-22); por eso es necesario tener fija la mirada en Él.

    En la encarnación del Hijo de Dios se cumple y se completa la revelación de Dios a la humanidad. A partir de Abrahán, padre de cuantos atestiguan la fe en el monoteísmo, la historia se desarrolló en Palestina a la luz de la “promesa” y de la “alianza”, señal de una constante atención de Dios. Como afirma el apóstol: <<Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a cuantos estaban bajo la ley>> (Ga. 4,4-5). A partir de este hecho, al hombre se le comunica un nuevo anuncio, que Pablo sintetiza con las siguientes palabras: <<Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús>> (Ga. 3,28). Con estas palabras, cambia la visión del hombre y del mundo. La fe en Jesucristo derriba las fronteras porque toca al hombre en lo más íntimo de su vida o de su ser. Con su mandato, sus discípulos partieron de aquella tierra atravesando el mundo para anunciar a todos a Jesús de Nazaret, y que este era el Hijo de Dios que por nosotros murió y resucitó de entre los muertos como germen de salvación para cuantos creyeran en él. Este es el dato histórico.

    Cuando el 11 de febrero de 2013 el entonces Papa Benedicto XVI anunció su dimisión, en el discurso de su renuncia entre otras cosas dijo: <<… un mundo sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe …>>.

    Benedicto XVI cuando nos estaba pronunciando esto nos estaba haciendo querer ver el avance implacable del relativismo, autentica moda en nuestra sociedad, y que él como nadie ha sabido diagnosticar esta dulce tiranía del relativismo y en la que se encuentra encarcelado o encerrado en un círculo de egoísmo y muerte el hombre de hoy.

    Esta dulce tiranía del relativismo nos lleva a la socialización de la nada. Que no nos conduce a la revolución, sino al suicidio; que tiene una enorme capacidad destructora de todas nuestras referencias permanentes; que incluso está dentro de nosotros mismos y que es la moda dominante en nuestro corazón.

    Este relativismo ha conseguido eliminar de la Constitución y de los tratados europeos la referencia a las raíces cristianas de Europa (El cristianismo no nació en Europa, pero ciertamente Europa nace con el cristianismo), ha reemplazado el derecho a la vida por el derecho al aborto, está tratando de sustituir la obligación moral hacia los mayores por un supuesto nuevo derecho a morir dignamente, eutanasia (Hace unos tres meses aproximadamente el ministro de finanzas japonés decía que el arreglaba la crisis económica mundial haciendo que los pensionistas y los enfermos se murieran pronto ya que estos aumentaban el gasto social público), ha desnaturalizado la esencia del matrimonio y ha construido una doctrina de falsos y supuestos nuevos derechos (Divorcios, matrimonios del mismo sexo, etc.), el manejo de los embriones para la experimentación, erradicando el significado de las obligaciones.

    El discurso del entonces Papa Benedicto XVI sobre su renuncia suena como una voz de alarma advirtiendo de que algo importante está sucediendo en el pueblo de Dios. Una voz, en suma, que nos anima a prepararnos para encarar una nueva etapa en el desafío de hacer frente al avance de la mentira, del relativismo, de la falsa libertad en el centro mismo de Occidente.

    Juan Pablo II fue el líder al que correspondió enterrar el comunismo, y al Papa Benedicto XVI le ha correspondido el diagnóstico del relativismo.

    La Iglesia nos está invitando a una nueva evangelización ante esta nueva realidad que aparece en la sociedad. No será inútil verificar en breves renglones la génesis de la expresión <<nueva evangelización>> y el significado que ha asumido a lo largo de las últimas décadas. El término aparece por primera vez, como si fuera un inciso, en el documento de Puebla (Méjico) de 1979. Al concluir los trabajos de la asamblea que había visto reunidos a todos los obispos de Latinoamérica en la ciudad mexicana, aparece escrito en el texto final: Situaciones nuevas que nacen de cambios socio-culturales y exigen una <<nueva evangelización>>: emigrantes de otros países; grandes conglomerados urbanos en el propio país; masas de todos los estratos sociales en precaria situación de fe; grupos expuestos a la influencia de las sectas y de ideologías que no respetan su identidad, confunden y provocan divisiones.

    Unos meses después, durante la visita al santuario de Mogila en Nowa Huta (Polonia), Juan Pablo II usó también esta misma expresión por primera vez. Era el 9 de Junio de 1979 y Karol Wojtyla regresaba como Papa a su Polonia natal. Nowa Huta nos trae a la mente el proyecto comunista de construir todo un barrio moderno, justo a las puertas de Cracovia, donde debía hacerse evidente la fuerza de la ideología atea con la construcción del prototipo de la ciudad comunista, de una ciudad sin Dios. El proyecto ubicaba en el corazón del barrio la gran fábrica siderúrgica, cinco veces más grande que todo el centro histórico de Cracovia, con amplias avenidas, espacios verdes y viviendas para al menos 40.000 trabajadores, tantos como podían trabajar en la fábrica. Las autoridades comunistas no tenían la más mínima intención de conceder un espacio para la construcción de una iglesia. El entonces arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, no se dejó alterar mucho. La Nochebuena de 1973, con el gélido frío que caracteriza a aquellas tierras, fue a Nowa Huta para celebrar la santa misa al aire libre. La afluencia de gente fue tal que las autoridades civiles y militares no pudieron hacer otra cosa que desistir de su intento de impedir la celebración. Al regresar a aquel barrio como Papa, Juan Pablo II no podía olvidar lo que había sucedido los años anteriores y cómo él mismo había actuado en primera persona para que se pudiera dar vida a un testimonio de fe ante el poder ateo y secularista.

    En la homilía pronunciada en aquella ocasión dijo:Donde surge la cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, está la señal de que se ha iniciado la evangelización. Tiempo atrás, nuestros padres levantaban, en diversos lugares del territorio polaco, la cruz como signo de que ya había llegado el evangelio, de que ya se había iniciado la evangelización, la cual debía  continuarse ininterrumpidamente hasta hoy. Con este pensamiento se levantó también la primera cruz en Mogila, en los alrededores de Cracovia, en las cercanías de Stara Huta. La nueva cruz de madera se ha levantado no lejos de aquí, exactamente durante las celebraciones del milenio. Con ella hemos recibido una señal: que en el umbral del nuevo milenio –en esta nueva época, en las nuevas condiciones de vida–, vuelve a ser anunciado el evangelio. Se ha dado comienzo a una <<nueva evangelización>>, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre el mismo. La cruz está elevada sobre el mundo que gira.

    El Papa Juan Pablo II les decía a los obispos de Ontario de EE.UU en la visita Ad Limina: <<hoy en día existe en la sociedad una situación peor que la que había antes de la caída del muro de Berlín, y es que actualmente existe una sociedad que tiene una religión sin Dios. Decía también que a la nueva evangelización la frenaba el divorcio, el aborto y el aumento de las sectas>>.                               

    El contenido de la <<nueva evangelización>> es el mismo que predicaron los apóstoles, porque trata del anuncio de la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios, que en el misterio de su muerte y resurrección ha redimido al mundo, abriendo a cuantos creen en el la puerta de la vida eterna. Este anuncio que es para todos los hombres, tiende a identificar a los cristianos que viven en contextos culturales en los que el secularismo ha creado una situación de profunda crisis de fe, con comportamientos claramente opuestos a ella, y que necesitan redescubrir los fundamentos de su cristianismo. Por tanto, la acción de la nueva evangelización se dirige ante todo a los católicos que viven en países de antigua tradición cristiana, donde la cultura fue configurada por la fe, y que en este momento padecen la seducción de lo efímero con actitudes de indiferencia e incluso de hostilidad con respecto al cristianismo.

    La Iglesia siendo fiel y obediente a su maestro a las palabras: <<Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación>> (Mc. 16,15), ha salido a las calles, plazas, salones parroquiales, etc., a anunciar el evangelio, en busca de ese hombre que vive en la angustia, en la desesperación, en la tristeza, en busca de este hombre secular y relativista que descubre que su vida no tiene sentido, que anda perdido, que para sobrevivir ha de luchar contra el mundo, que ha de hacer Dinero a costa del otro aunque sea asesinándolo (aborto, divorcios, eutanasia, violencia de género, droga, sexo, trata de blancas, prostitución, pederastia, guerras, etc.), este hombre que ante la crisis económica, el paro, la pérdida de valores entra en angustia, depresión, se suicida o es capaz de hacer la guerra. Este hombre, esta sociedad, que es corrupta y que carece de valores morales, y como es un hombre que no se siente valorado, querido, en definitiva amado, la Iglesia sale a su encuentro para decirle una sola cosa: Que Dios existe, que le ama, que Él se ha hecho cercano a nosotros enviándonos a su propio Hijo, que por nosotros murió y resucito de entre los muertos, para que nuestra vida tuviera sentido, pudiéramos amarnos y fuéramos felices y así entrar en la Vida Eterna. Y que el que le está anunciando ahora esa Buena Noticia antes era como él y al escuchar el anuncio del evangelio su vida cambio y ahora es otro, ahora puede proclamar la gran misericordia que Dios ha derramado sobre su vida.

    Pero el que nos hace hacer esto es el amor de Cristo que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar como dice san Pablo: <<Porque el amor de Cristo nos apremia>> “Caritas Christi urge nos. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (Mt. 28,19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. (Carta Apostólica de S.S. Benedicto XVI, PORTA FIDEI, nº 7)

    Quisiera terminar este pequeño artículo de introducción a los domingos pascuales de 2013 de la Gran Misión dejando claro una cosa. Que cuando hemos salido a las calles y a las plazas hemos salido a un combate, hemos salido a luchar contra el reino de Satán, donde el habita, que es en el secularismo y en esa gran mentira como ya dije antes que es el relativismo, es decir, al mundo de las tinieblas, denunciando sus obras a través del anuncio de Jesucristo muerto y resucitado por medio del poder del Espíritu Santo para rescatarnos del diablo y del pecado como dice la <<Gaudium et spes>> nº 22.

    Termino encomendando esta gran evangelización a la Santísima Virgen María, Madre de nuestro Señor, que al aceptar la voluntad de Dios, nos trajo al mundo la Verdad, la Luz, la Vida y el Camino, nos trajo al Hijo de Dios. Por eso la odia tanto Satanás, el padre de la mentira.

    La 2ª, 5ª y 13ª Comunidades Neocatecumenales de la Parroquia de la Sagrada Familia de Sevilla fueron a predicar junto con las Comunidades Neocatecumenales de la Parroquia de San Julián (En esta Parroquia está la Virgen de la Hiniesta patrona del Ayuntamiento de Sevilla) a la plaza que está junto a dicha iglesia. La 2ª comunidad fuimos todos los domingos excepto el penúltimo que estuvimos en la boda del hijo de un hermano de la 2ª comunidad. Las fotos se pondrán por grupos coincidiendo con cada domingo. Durante la evangelización nos presidieron los presbíteros: Don Juan Manuel Cazorla, párroco de San Julián y Don diego Díaz coadjutor de dicha parroquia. 

                  ¡Ave María!

    San Felipe Neri decía: Sed buenos, si podéis. Hasta pronto amigos.    

                              

    http://www.camino-neocatecumenal.org/camineo/Camino-neocatecumenal/La%20gran%20Misi%C3%B3n%202013/Predicaci%C3%B3n%20Sevilla/index.html

   

 

 

 

 

 

 

     

 

 

 

 







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