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Domingo XXIV Tiempo Ordinario

Sun, 17 Sep 2023 09:18:00
 

 

CAMINEO.INFO.- Hoy en el evangelio, Jesús nos llama a perdonar siempre, siempre, siempre. Lo dice Jesús, claramente, sin excepciones.

 

Nos cuesta perdonar, a mí, el primero. Todos estamos muy sensibles, con el amor propio muy a flor de piel. Nos cuesta perdonar pequeñas ofensas y, a veces, nos parece imposible perdonar una gran ofensa.

 

Caso real, sacerdote ordenado en Rumanía comunista, época de Ceausescu, acabado de ordenar lo meten en prisión. Cincuenta años estuvo. En una prisión tercermundista. Tortura día sí y día no. Torturas y palizas que no se pueden explicar en una iglesia. Imaginad... y durante cincuenta años...

 

Dos anécdotas explicadas por él mismo: Un día, un torturador le pregunta cómo es que usted no se rebela nunca contra nosotros, no nos insulta, no nos maldice. Respuesta: ”Porque mi Dios me pide que os quiera”... Segunda: Sale de la prisión, y un tiempo después iba por un pueblecito y encuentra por la calle, de cara, uno de los que más le había torturado. Él explica: “El torturador esquivó la mirada y se intentó esconder, yo me acerqué, le abracé y le dije “Gracias”... Cincuenta años de torturas... ¡¡Alucinante!! no le dice “te perdono...” sinó “Gracias”.

 

En la prisión había aprendido a amar al enemigo... Como que ha aprendido a amar no guarda rencor, tiene paz, es un hombre libre y feliz...

 

Llega un momento que hay tanto amor en nosotros que no te sientes herido, sinó que te sabe mal lo que ha hecho el otro. Como San Esteban, lo están apedreando y su preocupación es la salvación de los que le están matando: “Señor no les tengas en cuenta su pecado”.

 

Muchas veces, como vemos que nos cuesta perdonar buscamos excusas, justificaciones, para no perdonar. Y muchas veces allí nos quedamos “en el valle de las excusas”: “Es que ha sido por culpa suya”, “es que yo no he hecho nada”, “es que lo que ha hecho no tiene perdón”, “es que me la ha hecho demasiadas veces” (y la mejor de todas) “yo perdono pero no olvido”, quiere decir que la ofensa sigue viva y no se ha perdonado. Excusas, excusas, y más excusas... para no perdonar. ¿Estás en el valle de las excusas?

 

Que no puedes perdonar... que no te sale… pide ayuda a Dios, contempla a Jesús perdonando sus verdugos, perdonar es una gracia que recibimos... 

Esta dificultad para perdonar, tan enraizada en nosotros, nos ha de llevar a contemplar con mucha, mucha atención, lo que Jesús nos dice en el evangelio.

 

Dos ideas:

Primera: Imagino que ha quedado claro que hemos de perdonar siempre. Setenta veces siete quiere decir siempre. Por tanto, no llevemos la contraria a Jesús. Es necesario perdonar siempre y hacerlo de corazón, y apartar de nosotros el rencor.  Dice la primera lectura: “El furor y la cólera son odiosos”.

 

El rencor es como un cáncer. Nos hace daño a nosotros, crece en nuestro interior hasta el punto de quitar la paz. Jesucristo, el médico de nuestras almas, nos ayuda a extirpar este cáncer. Y lo hace proponiéndonos el perdón.

 

El rencor es como una piedra en el zapato. No puedes andar. Es muy molesta. Es preciso quitarla enseguida.

 

Dice Santa Teresa de Calcuta: “Perdonar es una decisión, no un sentimiento”. Y es una decisión que tomas delante de Dios. El perdón es como el agua sobre un incendio, apaga las irritaciones del alma.

 

Segunda idea: Sorprende en esta parábola de Jesús la actitud del ministro, incapaz de perdonar unos cuantos denarios cuando él ha sido objeto del perdón de una cantidad  desorbitada de dinero.

 

¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sido esto posible? Pues, que el ministro no ha hecho experiencia del perdón recibido. Ha sido perdonado pero él no ha hecho experiencia del perdón recibido. No se ha dado cuenta de lo que ha pasado.

 

Esto nos puede pasar a nosotros, irnos confesando un poco rutinariamente y no hacer verdaderamente una experiencia del perdón que estamos recibiendo.

 

¡Es tan grande lo que pasa en la confesión! Recibimos un perdón que nos limpia, el pecado y la herida que nos había hecho, queda eliminado. El perdón reconstruye lo que el pecado ha destruido. El pecado por grande o reincidente que sea, queda perdonado. Es una experiencia única. De qué manera tan fácil se puede comenzar de nuevo. ¡Totalmente de nuevo!

 

Cuando confesaba jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud, muchos lloraban, pienso que el llanto nacíaen parte, por esta experiencia única por la que de una manera tan fácil se pueda comenzar de nuevo. ¡Totalmente de nuevo!

 

Cuando hacemos experiencia del perdón de Dios, de este perdón tan grande, gratuito, amoroso, entonces  llegamos a ser personas capaces de perdonar.

¡¡Cuando a ti te lo han perdonado todo, y todo es todo!! Cómo no perdonar un poco a los demás. El motor del perdón es la experiencia de ser perdonados por Dios...

Cuando hacemos experiencia de lo mucho que hemos sido perdonados, somos capaces de perdonar lo poco que nos hayan podido hacer...

 

Jesús nos dice hoy a nosotros: “¿No convenía, pues, que tuvieras piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti? O San Pablo nos dice en una carta: “Perdonaos los unos a los otros, como Dios os ha perdonado en Cristo”.

 

 

 

 









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